A Libia le preocupa mucho Morena…
Eran cerca de las ocho de la noche del martes, cuando Libia García subió las escaleras que dan a una taquería en la planta alta de una vivienda desde donde se observa el jardín, la parroquia y el edificio de Presidencia municipal de Xichú. Recién había recorrido negocios céntricos entregando playeras, gorras, mientras un camarógrafo registraba los abrazos que repartía.
Pero, aunque los medios y redes sociales lo omitieron, en general no había sido una buena tarde para ella, pues contrastando con lo que en ese lugar acontecía en eventos similares de su partido los últimos 20 años, el de esa tarde había sido poco entusiasta y escasamente concurrido. Su presencia no generó mayor interés en el pequeño poblado, su audiencia se limitó a un nutrido grupo de acompañantes externos, algunas decenas de mujeres movilizadas en torno al interés de la tarjeta rosa, a contadas personas provenientes de comunidad y al núcleo duro de militantes que gravitan alrededor del propósito de acceder a cargos públicos a través de ese partido. Muy pocos fueron los ciudadanos o ciudadanas que llegaron por propia iniciativa a escucharla.
Cuando esa noche, Libia García luego de subir las escaleras se acercó a la mesa dispuesta para la cena, ya estaban ahí sus anfitriones. El lugar, decorado por la pintura de un caballo, se especializa en alambres, burritos, parrilladas.
En la estadística electoral hacia la gubernatura, esa mala tarde no tenía mayor relevancia; sin embargo, en ese microcosmos se confirmaban tendencias y realidades más generales de la entidad, que, a dos meses y medio de la elección, sitúan el resultado final en una zona de incertidumbre. Y es que los políticos, incluida Libia García, enfrentan circunstancias que en contiendas anteriores apenas asomaban incipientes, pero que ahora se manifiestan con mayor crudeza, por ejemplo, la incredulidad en partidos y políticos, así como la creciente mercantilización del voto, están
propiciando que, para llenar de gente una plaza o cualquier foro, se requiere el acarreo, sea mediante las artimañas y recursos del poder público o recurriendo al dinero y a la infraestructura de grupos de interés en las localidades. Sólo que en ese municipio donde se encontraba, el PAN ya no controla el gobierno, el cual tuvo en sus manos seis trienios consecutivos y todo apunta a que por sus conflictos internos y el incierto futuro, están de manos caídas quienes cuentan con el capital -en gran medida conseguido con negocios al amparo del poder- para financiar los vehículos, gasolina, comida, y todo lo que implica un acto político masivo-. En los dos días siguientes de su recorrido por el noreste, se confirmaría esta aseveración, pues sólo ahí, donde Acción Nacional controla alcaldías, como San José Iturbide, Victoria, Santa Catarina, Tierra Blanca o donde se alió con el PRI, como en San Luis de la Paz, pudieron armar eventos más nutridos.
EL FANTASMA QUE LA DESVELA...
Aunque al micrófono se había referido al ‘Xichú lindo’, quizás sacudida por el golpe de realidad que esa tarde le deparó el destino o pensando que por la lejanía sus palabras se iban a perder entre los majestuosos cerros, según testigos en esa tertulia política sus expresiones dejaron entrever lo mucho que le preocupa Morena: se refirió a los cuantiosos recursos de los que dispone (por supuesto sin mencionar que ellos también han hecho de Sedeshu un brazo electoral).
También, al tiempo que de la cocina ya se desprendían olores de los platillos, en lo que podría leerse como una confesión de nostalgia por el exconsejero Lorenzo Córdoba, asomó su inquietud de que el INE presumiblemente no está de su parte y no los deja hacer mucho. Quizás refiriéndose, entre otras cosas, al monitoreo que está realizando la autoridad electoral en función de los topes de campaña. Y es que efectivamente, poco antes de
su evento, una camioneta de esa institución se estacionó en el lugar y de ella descendió un funcionario.
Los amarres que pretendía concretar en esa taquería, exhibían que su intento por llegar a la gubernatura ya está encarrilado en el pragmatismo más crudo. Y es que esa noche no departía con los más prominentes panistas de la localidad: quien estaba frente a ella era el alcalde del municipio y su círculo cercano, quienes a través de la franquicia del PRD, desde 2021, controlan la administración.
Acción Nacional está enfrentando tal nivel de riesgo, que en lugares como Xichú, ya no les importa ser sepultureros de su propio partido, eso dejó vislumbrar la candidata a gobernadora cuando, dando por descontado que el político que tenía frente a ella sí llena esa plaza, no descartó regresar para acompañarlo en el inicio de su campaña por la reelección, lo que eventualmente significará dar la cuchillada definitiva al PAN en ese municipio. Pudo ser sólo un guiño del momento, pero ya todo puede suceder, pues en esa misma lógica se alió en San Luis de la Paz con quien es una de las versiones más corruptas del PRI.
Por más que opinadores, encuestadoras, youtubers o medios de comunicación puestos al servicio del que paga, sigan en su labor de pretender construir artificialmente estados de ánimo en sus audiencias y en los potenciales votantes, esa noche, en esa taquería, en sus propias palabras y modos de acercarse nuevos aliados, la candidata dejó entrever sus laberintos, sus incertidumbres, en donde Morena aparece como un fantasma que la inquieta y la desvela.
Cuando Libia García descendió las escaleras para retirarse de esa taquería, en el jardín ya en penumbra, algunas personas volvían de misa como si nada extraordinario estuviera sucediendo en su pueblo.