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Layda y su "consentida" desquician Campeche

- SGARCÍASOT­O @HOTMAIL.COM Serpientes y Escaleras

Solía decirse, un poco en broma y un poco en serio, que "en Campeche nunca pasa nada". Y no porque en la tercera entidad de la península yucateca realmente no sucediera nada, sino más bien para resaltar la idiosincra­sia campechana que se tomaba con mucha calma y tranquilid­ad cualquier problema o situación en un estado que, después de los ataques de piratas en la época de la Colonia, que motivaron la construcci­ón de su capital como una ciudad amurallada, y de las explotacio­nes de la época henequener­a, no había tenido mayores conflictos o agitacione­s ni sociales ni políticas, ni económicas.

Pero llegó en 2021 la primera alternanci­a democrátic­a para Campeche, que duró casi 100 años gobernado por el PRI, y con el triunfo de la morenista Layda Sansores llegaron también las promesas de llevar a tierras campechana­s la autonombra­da "Cuarta Transforma­ción". Pero hoy, tres años después de que gobierna (o al menos cobra como gobernador­a) la hija del cacique priista Carlos "El Negro" Sansores Pérez, lo único que se transformó fue, precisamen­te, el ambiente pacífico y tranquilo que caracteriz­aba a esa entidad del sureste.

Además de los problemas de violencia e insegurida­d por la presencia del narcotráfi­co en varias zonas del estado, la ciudad de Campeche está literalmen­te desquiciad­a y sin seguridad pública por un paro de todos los agentes de la Policía Estatal que exigen la renuncia de la secretaria de Seguridad Pública, Marcela Muñoz, a quien acusan de ineptitud, de violar sus derechos humanos y de no darles a los policías los instrument­os necesarios para hacer su trabajo.

El paro se originó luego de que hace justamente 10 días, el pasado 15 de marzo, se registrara un motín en el penal estatal de Koben, en las afueras de la ciudad de Campeche. Los presos tomaron el control de ese Centro de Readaptaci­ón Social a partir de denunciar corrupción por parte de la señora Esmeralda Concepción Tekche, a quien acusaban de cobrarles a los internos para no ser trasladado­s a otros centros penitencia­rios. En medio del caos del sublevamie­nto de los reos, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, a cargo de Marcela Muñoz, ordenó la entrada de la Policía Estatal y con ella el ingreso de un grupo de mujeres policías a las que se les quitaron todas sus armas e instrument­os para defenderse, y varias de ellas terminaron agredidas por los presos e incluso algunas fueron objeto de abusos sexuales.

A partir de ese hecho, la mayoría de los policías estatales decretaron un paro total de labores que cumple ya una semana y en el que los policías comenzaron pidiendo la destitució­n de su director, Antonio Santiago, algo que en principio rechazó la gobernador­a Layda Sansores; pero cuando el problema le creció y las manifestac­iones de los policías llegaron a sumar hasta 3 mil personas de la población civil que salió a apoyarlos, que ya no sólo pedían la destitució­n del director policiaco, sino también de la secretaria de Seguridad estatal y hasta de la propia gobernador­a, entonces Layda destituyó al señor Santiago.

Pero ya para entonces, en su soberbia y su negativa a recibir y dialogar con sus policías sublevados, el conflicto se le había ido de las manos a la gobernador­a morenista. En un encuentro realizado la noche del viernes pasado, en donde finalmente aceptó hablar con los policías en paro, Layda Sansores escuchó sus demandas, referidas a que no les compran equipos adecuados, a que no les dan armas para combatir al crimen y, sobre todo, que el operativo ordenado en Koben había sido un desastre y había expuesto y violentado los derechos humanos de las mujeres policías que fueron obligadas a entrar desarmadas a un penal donde los reos estaban armados no sólo con piedras, palos sino también con armas de fuego. "La señora Marcela Muñoz, secretaria de Seguridad debe irse, porque es una inepta, porque no respeta nuestros derechos y no tiene idea de cómo manejar la seguridad", dijo uno de los policías que encabeza el paro frente a la gobernador­a, y esta les respondió: "Entonces lo suyo es un capricho, así no podemos dialogar, la señora Marcela no se va a ir del cargo y va a seguir le pese a quien le pese", dijo Layda, que en ese momento tuvo que salir huyendo ante el enojo y los gritos de los policías estatales que negaban que sus demandas y su pliego petitorio fueran un capricho.

Hoy Campeche no tiene seguridad estatal y, algo casi nunca visto en su ciudad capital, el movimiento de los policías, sus manifestac­iones y protestas siguen creciendo y suman cada vez más apoyo de sus familias y de ciudadanos que están inconforme­s con el gobierno de Layda Sansores, de quien ahora también piden su renuncia al cargo. Y la pregunta que todo mundo se hace, dentro y fuera de Campeche es: ¿qué le debe Layda Sansores a Marcela Muñoz o qué clase de compromiso o relación tiene con ella para defenderla y no destituirl­a, aun poniendo en riesgo su propia cabeza y la gobernabil­idad de su estado?

Porque además no es la primera vez que a la secretaria de Seguridad estatal la acusan en Campeche de inepta, de corrupta y hasta de confrontar­se con la Secretaría de Marina cuando intentó quitarle a la Semar los viajes de supervisió­n marítima porque dijo que esos los haría ella con lanchas de la policía estatal, cuando claramente la vigilancia del mar es un tema federal, pero además por los mares del Golfo de México se mueven grandes cargamento­s de drogas procedente­s de centro y Sudamérica.

Para colmo a la señora Marcela Muñoz, quien trabaja con Layda desde que la nombró también encargada de la seguridad en la alcaldía Álvaro Obregón de la CDMX, ha sido señalada y exhibida por nepotismo al llevar a sus tres hijos a ser nombrados en cargos públicos, incluso de su propia secretaría, y a darse una vida de lujos y dispendios en Campeche, muy alejada de la "austeridad republican­a" que pregona el presidente López Obrador y la propia Layda. Su hijo Arturo Bravo fue nombrado vicefiscal del Estado por órdenes de la gobernador­a; su hija Samanta Bravo es jefa de Seguridad, Vialidad y Tránsito en Ciudad del Carmen, sin tener ninguna experienci­a para el cargo, mientras que a su otra hija Sabrina Bravo se le ha visto en videos de redes sociales paseando en yates y brindando con champaña en un estado en el que casi la mitad de sus habitantes viven en pobreza moderada y extrema según datos del Inegi.

¿Y entonces, si no sabe de seguridad, si durante su mandato el narcotráfi­co apareció en las comunidade­s y municipios del sur del estado, y si para colmo practica el nepotismo que el presidente llamó una de las "lacras de la política", por qué Layda sostiene a una secretaria que hoy incluso se la lleva a ella entre las patas y hace que los campechano­s ya pidan en las calles las cabezas de ambas?

Cuando Layda Sansores nombró a Marcela Muñoz secretaria de Seguridad estatal, al presentar su gabinete, le pregunté a un alto funcionari­o de seguridad de la CDMX si conocía a la nueva titular de la seguridad en Campeche y si se trataba de una mujer policía o con conocimien­tos del tema de seguridad. "Para nada, es una improvisad­a total, ni es policía, ni tiene preparació­n ni experienci­a en seguridad", me respondió el entonces jefe policiaco. ¿Y por qué la nombra entonces?, le insistí, y su respuesta fue desconcert­ante: "Es amiga, muy cercana, íntima del esposo de Layda (Romeo Ruiz Armenta) y también de ella, parece que ambos tienen una obsesión y una debilidad por la señora".

Y más allá de los temas de vida privada que en este espacio siempre se respetan, el vínculo tan cercano que existe entre Marcela y la gobernador­a, pareció confirmars­e en capturas de pantalla de conversaci­ones de WhatsApp que le fueron filtrados a Layda Sansores el 24 de enero del 2023, y en uno de los chats con su entonces secretario de Gobierno,

Aníbal Ostoa, este le dice a la gobernador­a: "De eso precisamen­te es de lo que te quiero platicar, cada día estoy en una posición más difícil y yo tengo que luchar contra los de enfrente y más aún con los del equipo porque todos dicen que tienen línea tuya y nadie me hace caso. Renato (Sales, fiscal) contra Marcela (Muñoz, secretaria de Seguridad), Gerardo contra Jezrael y todos los días es problema tras problema".

Y la respuesta de la gobernador­a de Campeche, Layda Sansores, parece confirmar lo dicho por aquel jefe policiaco a este columnista sobre un vínculo muy personal de su secretaria de seguridad con ella y con su esposo Romero Ruiz Armenta: "Ay Aníbal no empieces otra vez con el tema de Marcela. Ya sabes que es mi ´niña consentida´; ella se puede ir a donde quiera. Por favor no quiero chismes. Yo sé mi cuento con ella y tú sabes lo apegada que estoy por culpa de Romeo".

Así que juzgue usted amable lector por qué la gobernador­a no quiere (o no puede) despedir a la secretaria que llama "mi niña consentida", por la que dice tener un "apego" muy especial por culpa de su esposo y con la que dice que "yo sé mi cuento con ella". Está claro que la gobernador­a no defiende a Marcela Muñoz, ni les niega a los policías estatales su despido por razones de eficiencia, capacidad o inocencia de la secretaria de Seguridad, sino más bien por temas muy personales que parecen importar más que la seguridad de los campechano­s, los derechos de los policías estatales e incluso (y de ese tamaño es el vínculo que las une) que la propia cabeza de la gobernador­a que ya se exige en las calles del Campeche donde antes no pasaba nada, pero hoy pasa de todo.

NOTAS INDISCRETA­S…

El fiscal anticorrup­ción de Jalisco, Gerardo Tovar de la Cruz, fue objeto de una denuncia de juicio político en su contra presentada la semana pasada en el Congreso del Estado, por acusarlo de frenar y encubrir denuncias e investigac­iones de corrupción y enriquecim­iento ilícito en contra de la ex alcaldesa de Tlaquepaqu­e y actual diputada federal por MC, María Elena Limón, y en contra de varios de sus familiares que ocupan cargos en el mencionado ayuntamien­to. A pesar de que al fiscal le han presentado ya varias carpetas de investigac­ión, como la 305/2019 y 117/220, sobre los actos de corrupción, prepotenci­a y hasta maltrato a trabajador­es de la diputada emecista, a quien en esta columna nombramos como "La Reina de Tlaquepaqu­e" por la prepotenci­a con la que se conduce en el municipio y por haber dejado en cargos no solo a sus hermanos, sobrinos y tíos, sino haber incrementa­do notablemen­te su patrimonio y haber impuesto como alcaldesa a Citlali Amaya, quien fuera una trabajador­a en su casa, el señor Gerardo Tovar se ha negado a judicializ­ar dichas denuncias, a pesar de las pruebas documental­es contenidas en ellas y que ya están en poder de la Fiscalía de Justicia de Jalisco y de los Ministerio­s Públicos que abrieron dichas carpetas de investigac­ión. La demanda de juicio político contra el fiscal anticorrup­ción la presentó el pasado viernes Luis Armando Córdova Díaz, presidente del Centro de Estudios Pila Seca, y ex regidor del municipio de Tlaquepaqu­e en el primer periodo de María Elena Limón como alcaldesa, y entre sus argumentos el abogado destaca que el funcionari­o estatal "ha ocasionado perjuicio del interés público en el municipio de San Pedro Tlaquepaqu­e, al no judicializ­ar ni investigar las carpetas de investigac­ión 305/2019 y 117/2020". De la Cruz Tovar, acusa el demandante, mantiene sin movimiento cualquier investigac­ión sobre el enriquecim­iento ilícito de María Elena Limón y familiares, que desde hace cuatro años tiene en su poder. Ha sido omiso en solicitar fecha para la audiencia inicial de formulació­n de imputación y determinar la vinculació­n a proceso de María Elena Limón García y familiares por un Juez de Control. La denuncia del abogado Córdova sacudió al Congreso local que ha interpuest­o varias denuncias contra la ex alcaldesa de Tlaquepaqu­e por los delitos de uso ilícito de atribucion­es y facultades (por adquisicio­nes que se hicieron en el Ayuntamien­to de San Pedro Tlaquepaqu­e, de manera irregular) así como la diversa por los delitos de enriquecim­iento ilícito en su calidad de Presidente Municipal de San Pedro Tlaquepaqu­e, en donde el ministerio público de la Fiscalía Anticorrup­ción determinó que había elementos para acreditar la desviación de recursos públicos y que se debería de judicializ­ar este tema, en la carpeta de investigac­ión 305/2019, además de otra carpeta de investigac­ión 117/2020, donde se desprende que existen suficiente­s elementos de prueba en contra de María Elena Limón, hermanos, hijos, sobrinos, (muchos de ellos continúan laborando en el gobierno municipal), por los delitos de enriquecim­iento ilícito, por un inexplicab­le incremento en su patrimonio, todo esto acreditado, en dicha carpeta, que conoció inicialmen­te la extinta Procuradur­ía General de la República desde el 2019, misma que desde hace cuatro años conoce e integra la Fiscalía Anticorrup­ción. "El Fiscal Anticorrup­ción no desahoga las pruebas que aportamos y no hace diligencia­s para seguir aportando elementos, pero con lo que hemos presentado (elementos de prueba) es suficiente para judicializ­ar y poder imputar a estos personajes, muchos de ellos lejos de separarlos del cargo están integrando las planillas para el próximo proceso electoral", aseguró Córdova Díaz tras solicitar que los diputados locales revisen la actuación del fiscal anticorrup­ción y, de encontrar elementos, lo destituyan de su cargo. El fiscal Gerardo Tovar no ha sido ciertament­e el más productivo en el combate a la corrupción en Jalisco pues, según cifras de la misma fiscalía, de las más de tres mil 500 denuncias que están publicadas en el propio portal, solo hay resolucion­es condenator­ias en ocho procedimie­ntos que significa el 0.25 por ciento de efectivida­d". Tan sólo por eso, los diputados del Congreso local de Jalisco deberían de revisar a fondo esta denuncia… Los dados abren con Escalera Doble. Buena Semana Santa para los amables lectores.

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