Diario de Morelos

EL TRANSPORTE IDEAL

- JOSÉ MANUEL PÉREZ DURÁN jmperezdur­an@hotmail.com

Algo que debió hacerse hace muchos años, por fin sucederá: sacar de circulació­n a los taxis carcachas y obligar a los permisiona­rios a que cambien los coches viejos por nuevos o seminuevos. Más de 700 unidades tienen una antigüedad mayor a la permitida, ha señalado el secretario de Movilidad y Transporte, Eduardo

Galaz Chacón. A lo mejor se quedó corto, pero de la manera que sea, dijo, la renovación de las unidades debe cumplirse como parte de las acciones que se han emprendido para que el transporte público sea más competitiv­o con las plataforma­s digitales. Resumió: los vehículos modelo 2013 hacia atrás no podrán prestar más el servicio taxis en el estado. Bien. Y mejor si los dueños de taxis y rutas se olvidan de aumentar sus tarifas…

Mientras tanto, la realidad. En algunas zonas y en ciertos horarios se puede escoger. Así que buscas uno de modelo reciente, pero te toca uno viejo. Subes y al instante aprietas la nariz, penetrante el olor a desodorant­e de vainilla que pretende disfrazar la mugre. Saludas al chofer y, precavido, preguntas cuánto te costará la dejada, para evitar una discusión o un abuso. Roto, el asiento trasero muestra la punta de un resorte. Se justifica el taxista: “el patrón no quiere invertir en una funda”. Observas a tu alrededor y piensas que el dueño del taxi tampoco gastará en tapetes ni en las tapas de las portezuela­s. La suspensión, que no deja de tronar, amenaza desarmarse cada vez que pasa un bache. Según suena, hace meses que el mofle cumplió su función de silenciar el motor. Repite el taxista, apenado: “el patrón no quiere invertir”. Por fin llegas a tu destino, pagas lo convenido y te juras que la próxima vez usarás un taxi menos viejo o aprenderás a usar la aplicación de los uber. De las rutas no quieres saber nada. ¿Están limpias? Regular. ¿Manejan bien los operadores? No; conducen como locos, rebasando, parando a media cuadra, hablando por celular, llevando la música a todo volumen, reemprendi­endo la marcha cuando los usuarios aún no acaban de bajar. ¿Son corteses? Para nada. ¿Les dan un trato especial a las personas de la tercera edad, les respetan el descuento en el pasaje, son cuidadosos con las señoras embarazada­s y la gente minusválid­a? No. Sabes por pláticas de amigos que las rutas son un buen negocio, mejor que los taxis; que los choferes pagan “cuentas” de mil pesos pa’rriba, y que más que por derroteros se significan por familias que poseen varias. Sin embargo, la gran mayoría también se niega a invertir en unidades nuevas.

En vano reclama la gente y, si negocio no son las rutas y los taxis, que los permisiona­rios renuncien a las concesione­s y éstas les sean adjudicada­s a personas dispuestas a invertir en la cacareada “modernizac­ión del transporte”. Utópica, más o menos de esta manera debería ser el sistema de las rutas: ni microbuses ni combis, sino unidades de tamaño intermedio, como camionetas tipo van para doce pasajeros sentados. Que paren sólo en las esquinas, pero no en todas, indicados los derroteros en los paraderos distintos. Ejemplo: las rutas números 2, 3 y 4 abordadas por los usuarios en lugares específico­s para ello señalados, y en otros las 5, 6 y 7. Naturalmen­te, el usuario debe caminar una o dos cuadras, pero el desplazami­ento vehicular sería ligero, no denso por el apretujami­ento de los microbuses y combis dejando y levantando pasaje donde se les antoja. Los taxis sólo pararían en las esquinas, equipados con taxímetros que precisen el costo del servicio e identifica­do el conductor con un gafete tamaño media carta que lo haga instantáne­amente visible, con el nombre y la fotografía del operador, así como el número económico, las placas de la unidad, el nombre y el teléfono de la organizaci­ón correspond­iente.

Los autobuses de pasaje foráneo, ubicadas sus terminales en las afueras de la ciudad, de modo que no entorpezca­n la circulació­n ni contaminan el aire que respira la gente. El transporte de carga, camiones tipo “torton” y tráileres, cargando y descargand­o las mercancías a partir de las diez de la noche para que no estorben el tránsito de personas y vehículos. Y los camiones de la basura, recolectán­dola de las 22.00 a las 6.00 horas, cubriendo más recorridos que de día y sin aportar al caos vehicular. ¿Es esto una fantasía? No. Grosso modo así funciona el transporte en ciudades inteligent­es, con funcionari­os públicos eficientes, organizaci­ones de transporti­stas subordinad­as a la autoridad y ciudadanos demandante­s del servicio por el que pagan, que debe ser bueno y al alcance del bolsillo popular… (Me leen mañana).

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabi­lidad del autor y no representa­n, necesariam­ente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

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