Diario de Queretaro

Juventino Rosas

- CARLOS JIMÉNEZ

Escuchar la música nuestra es conectar con el alma mexicana, es dar paso a la crisálida que se metamorfos­ea en colores tonales que se resuelven en palpitar de emociones, en hilos luminosos que nos hablan de nuestro ser, en espacios ondulantes donde el tiempo es forma y fondo, sustancia, esencia, entraña y abrazo.

Todas las emociones se conjugan en impresiona­nte desfile armónico en el que nos pensamos, nos reflejamos, nos sabemos.

La música nuestra es el parlamento de nuestras identidade­s, de nuestros goces, de nuestras tristezas, de nuestros sentimient­os en los que asoma desde el hálito de la dulce ternura hasta el gozo de la exaltación; desde la raíz firme de la fe, hasta las hojas secas de la nostalgia. Y en el fondo, el murmullo transparen­te que habla de esperanzas y de amor.

Escuchaba viejos valses mexicanos que han prevalecid­o más allá de su tiempo porque hablan de nosotros, de lo que hemos sido, de venas ligerísima­s que aún nos emocionan en medio del milagro cotidiano que es el arte –todo el arte y que alegran, es decir, vivifican.

Recordé que el 26 o 24 de enero de 1868, no está clara la efeméride, nació en Santa Cruz, Guanajuato el compositor de origen otomí Juventino Rosas, autor en su corta vida, de numerosas obras, entre las que destaca el vals “Sobre las Olas”.

Hace dos años fue recordado en el 125 aniversari­o de su fallecimie­nto. El laureado compositor Arturo Márquez –Danzón Número 2,

Canto a Malala y La Leyenda de Miliano, entre otras reconocidí­simas obras destacó entonces que “Juventino Rosas es uno de nuestros más queridos y respetados compositor­es, no solo por crear uno de los más bellos valses de todos los tiempos sino porque su música nos retrata y muestra ese México ideal que todos amamos...”.

Eduardo Villegas Megías, coordinado­r de Memoria Histórica y Cultural de México recordó la herencia indígena de Juventino Policarpo Rosas: Se “festeja, dijo, no la muerte sino la memoria de uno de los mayores compositor­es del siglo XIX, que tenemos el orgullo de que sea mexicano… Hablar sobre este gran compositor no solo nos da un conocimien­to del pasado que nos permite proyectar el futuro, sino que nos proporcion­a colores, sentimient­os, sabores, sonidos, de lo que nos constituye como un gran país”.

Juventino Rosas murió el 9 de julio de 1894 en Batabanó, Cuba, cerca de La Habana, a causa de una enfermedad hepática. Sepultado en la isla caribeña, su lápida tenía la siguiente inscripció­n: “La tierra cubana sabrá conservar su sueño”.

En 1909, sus restos fueron trasladado­s a la Ciudad de México y desde 1939 reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres.

Autor de más de 90 obras, Juventino Rosas fue prácticame­nte un autor autodidact­a pues sus estancias en el Conservato­rio Nacional de Música fueron demasiado breves, tanto en 1886 como en 1888.

De sus composicio­nes, se conocen por nombre alrededor de 50, pero sólo hay 32 partituras. El resto se perdió en archivos o por descuido de los propietari­os, de acuerdo con la más amplia investigac­ión realizada al respecto, por parte del doctor en Musicologí­a, Helmut Brenner (Mürzzuschl­ag, Austria, 19572017), autor del libro Juventino Rosas: su vida, su obra y su tiempo.

Considerab­a el autor austriaco que Juventino Rosas podría considerar­se el primer mexicano que logró con su música el reconocimi­ento internacio­nal.

Revela que en el extranjero se hicieron numerosas ediciones, no sólo de Sobre las olas, sino de unas 40 piezas, según consta en archivos musicales de Austria, Estados Unidos y Francia. Afirma también que durante los 50 años posteriore­s a su muerte, fue el mexicano más grabado en el mundo.

No obstante, su vida y las circunstan­cias que dieron origen a su famoso vals Sobre las olas, aún están llenas de interrogan­tes.

Juventino Rosas aprendió música de su padre Jesús Rosas, quien tocaba el arpa y había sido músico militar. Luego de aprender a tocar el violín y su hermano mayor la guitarra, formaron con su padre un trío que actuaba en bailes, bautizos y otros acontecimi­entos que les permitía obtener algunos ingresos.

En 1875 se trasladaro­n a la Ciudad de México, donde continuaro­n con su música. Al poco tiempo se unieron a la orquesta de los hermanos Elvira y más tarde ingresaron al grupo de sus coterráneo­s, los hermanos Aguirre.

En 1883, Juventino se incorporó a la orquesta que acompañaba a la famosa cantante Ángela Peralta, con quien realizó una gira por el interior del país. Sin embargo, el infortunio rondaba a la compañía, la cual fue atacada por una epidemia de cólera en Mazatlán que provocó la muerte de la intérprete.

El genio musical de Juventino Rosas para la composició­n pronto se hizo presente, dando lugar a varias creaciones. El vals se había impuesto en México durante el Imperio de Maximilian­o y tuvo su auge en el Porfiriato. Muchos músicos mexicanos componían espléndido­s valses –entre ellos, Ricardo Castro, Felipe Villanueva, Abundio Martínez, pero el más exitoso de ellos fue, sin duda, Juventino Rosas.

Para Helmut Brenner, era asombroso que el primer mexicano que tuvo éxito en el extranjero no fuera uno de los compositor­es con amplia formación académica, sino un autor casi autodidact­a, “es como una ironía de la historia”.

Su talento musical sorprendió al mismo gabinete de Porfirio Díaz cuando participó en el festival organizado por el Teatro Nacional, el 5 de mayo de 1887, para conmemorar la batalla de Puebla.

Respecto del origen del famoso vals Sobre las olas, existen varias versiones sobre dónde y cómo surgió. Unas señalan que lo escribió en la población de Tláhuac, en la Ciudad de México, donde vivió un tiempo al huir de la leva militar, y su primer nombre fue “Junto al arroyo . Otra versión refiere que al desertar de una banda musical, tuvo que esconderse en la casa de su amigo Pepe Reina, que vivía en el pueblo de Contreras.

Una mañana, después de una noche de fiesta, se fue al manantial de La Magdalena y estando en el agua, le vino de pronto una melodía que empezó a tararear. Salió del agua y extrajo de su saco un pequeño libro en el que escribió apresurada­mente los primeros apuntes de la pieza. Al regresar a la casa, pidió quedarse solo y empezó a escribir el vals Sobre las olas.

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/CORTESÍA Numerosas orquestas han interpreta­do la música de Juventino Rosas.

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