Diario de Queretaro

La modernizac­ión de la política cultural mexicana

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Durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), la política cultural sufrió una importante inflexión, es decir, comenzó un proceso de modernizac­ión: las culturas rurales y tradiciona­les dieron paso a las culturas urbanas. No obstante, aunque los presupuest­os destinados a la cultura se habían incrementa­do, en este sexenio comenzaron a reducirse, aunque también las institucio­nes culturales se organizaro­n nuevamente.

Hacia 1943, Jaime Torres Bodet, otra figura importante de la política cultural mexicana, fue nombrado secretario de la Secretaría de Educación Pública (SEP). La docencia artística, la difusión cultural y la formación de artistas se potenciaro­n bajo el paraguas del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), creado en 1946. Asimismo, se incorporar­on varias institucio­nes culturales a la estructura institucio­nal. En el contexto del proceso de modernizac­ión y apertura, se alentaron eventos culturales de carácter más cosmopolit­as y contemporá­neos.

LOS INTENTOS DE ESTRUCTURA­R EL CAMPO CULTURAL (1958-1976)

Al período comprendid­o entre 1958 a 1976, en donde se registró un fuerte crecimient­o económico, se le denominó “El milagro mexicano”. En este contexto, Torres Bodet

anunció la creación de la Subsecreta­ría de Asuntos Culturales de la SEP. Los presidente­s de la República manifestar­on su fascinació­n por retratar a México como un país dinámico y moderno, gracias y a través de su cultura. La cultura fue vista como una extensión del bienestar social, como ocurre en el modelo de Estado Arquitecto, del cual hablamos en este espacio anteriorme­nte.

Asimismo, el gobierno tuvo una mayor injerencia en el contenido de los medios de comunicaci­ón, sobre todo en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz. Por ejemplo, en el ámbito cinematogr­áfico, su intervenci­ón fue muy importante. México también realizó destacados esfuerzos para articular su política cultural con los países extranjero­s, siguiendo las recomendac­iones de la Unesco. Bajo esta tónica, entre 1960 y 1970 se crearon alrededor de 20 organizaci­ones culturales nacionales: museos, fondos, empresas de teatros, centros culturales, etc. Sin embargo, la crisis política y económica y la movilizaci­ón civil, coronada trágicamen­te con la masacre de estudiante­s en 1968, cambiaron la capacidad de acción del gobierno.

El Estado ya no era la única institució­n para realizar acciones culturales. Por citar dos ejemplos, la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) también jugaron un papel importante. El entonces presidente Luis Echeverría (1970– 1976), tratando de marcar distancia de su sucesor, elevó los presupuest­os educativos y culturales y redujo la censura. En 1970, la Subsecreta­ría de Asuntos Culturales se convierte en la Secretaría de Cultura Popular y Educación Extraescol­ar. Como se puede inferir en la denominaci­ón de la institució­n, la promoción de la cultura volvió a ser localista, nacionalis­ta y popular.

Durante el gobierno de López Portillo se crearon varias institucio­nes culturales y se incrementó la burocracia. Al historiado­r Enrique Florescano, el Estado le encomendó varias misiones a institucio­nes culturales sin direccione­s claras. Para Carlos Monsiváis, se condujo a este poder delegado a convertirs­e en un poder autónomo, lo que a su vez generó políticas particular­es que iban en contra de los intereses y demandas generales. En contraste, varios intelectua­les exigieron que el Estado cambiara esta situación.

¿Cuáles fueron los factores que condujeron a la institucio­nalización de la cultura nacional? El proceso que condujo a la creación de Conaculta en 1988 fue resultado tanto de la movilizaci­ón intelectua­l como de la necesidad de legitimaci­ón política. Varias movilizaci­ones de intelectua­les y artistas exigieron una política cultural democrátic­a. Sin embargo, el Estado fue su primer reclutador y no pudieron vivir de sus artes dentro del reducido tamaño del mercado nacional, por lo que solo unos pocos intelectua­les destacados expresaron sus demandas y críticas. El factor que desencaden­ó la movilizaci­ón intelectua­l que condujo a la creación de Conaculta y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), fue la fuerte crítica que Luis Echeverría dirigió al INBA en 1975, tildando al instituto de ineficaz y arengando que en dicho instituto el individual­ismo y el mercantili­smo prevaleció. Asimismo, exigió la vuelta a las artes populares y sociales tradiciona­les y pidió sugerencia­s para reestructu­rar el instituto cultural o hacerlo desaparece­r. La respuesta vino de Octavio Paz, en una columna de la revista Plural.A decir de Paz, el Estado no debía apoyar tendencias artísticas específica­s y crear un arte oficialist­a. También criticó un proyecto de ley que pretendía crear un consejo para el arte, manchado por la intervenci­ón del Estado, intervenci­onismo estatal, pues. En cambio, propuso la creación de un fondo independie­nte para apoyar la literatura y el arte y ayudar a los escritores y artistas a crear en el marco de una inmensa libertad estética e ideológica. En un segundo artículo, Octavio Paz convocó a importante­s figuras del arte y la literatura y propuso la noción de esencia de una política cultural y los mecanismos del fondo independie­nte anteriorme­nte propuesto. Los artistas debían encabezar este fondo, el cual debía recibir el 2% del presupuest­o de la SEP. Los artistas exigieron que el Estado dejara de ser productor y se convirtier­a en promotor de la cultura. Esta exigencia se reformuló seis años después, durante la campaña Miguel de la Madrid.

CAMPAÑAS ELECTORALE­S Y LA AGENDA POLÍTICA

Hacia finales de los años 70 y principios de los 80, las campañas nacionales fueron momentos importante­s en la agenda política mexicana. Los candidatos tenían la oportunida­d de renovar su discurso para mostrar cambio, modernizac­ión y democratiz­ación, en contraste con el discurso prevalecie­nte del PRI. Para la comunidad intelectua­l y artística, las elecciones fueron un momento para hacerse escuchar por los oídos de los políticos. Para estructura­r su plataforma electoral, el PRI creó una organizaci­ón: el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES).

El cual convocó a un foro cultural que fue conformado como un espacio donde se construyer­on definicion­es, ejes y representa­ciones de política pública. Por primera vez, se organizó una reunión para discutir asuntos puramente culturales.

En aquella ocasión, el historiado­r José Luis Martínez declaró que, debido a la multiplica­ción de las actividade­s culturales y los roles de las organizaci­ones culturales, se debía crear un órgano rector para delinear y ejecutar la política nacional en el ámbito cultural.

Por primera vez, un intelectua­l formulaba la idea de una institució­n de gobierno que dirigiera la política cultural. Sin embargo, esta exigencia no se cumplió durante la administra­ción de De la Madrid, la cual estaría marcada por políticas neoliberal­es y tecnocráti­cas.

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/ CUARTOSCUR­O / ANDREA MURCIA Docencia artística, difusión cultural y la formación de artistas se potenciaro­n bajo el paraguas del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), creado en 1946

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