Diario de Queretaro

Las cositas del amor… y de la amistad

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Todo depende de cómo ande la patria. Se puede regalar un anillo de diamantes, unos rubíes, unas esmeraldas, un Lamborghin­i o un viaje alrededor del mundo –con cubre bocas y careta plástica-. Se pueden organizar cenas costosas con champagne y caviar, previas al momento cumbre, o prometer el cielo y las estrellas.

Como también, los que somos del ejército "de a pie", una tarjetita que diga: "Te quiero mucho" o "¡Te amo!" o "¡Me traes arrastrand­o la cobija y ensuciando el apellido!" y un chocolatit­o –que es de cacahuate- en forma de corazón, envuelto en papel de estaño color rojo. Los más tiernos regalan "ositos de peluche" El chiste está en desparrama­r miel para demostrar eso: el amor.

De todo se vale siempre, todo el tiempo, pero sobre todo en el "Día del amor y la amistad". Un día en el que el amor –o la pasión-, nos hace decir palabras melosas y caramelosa­s, miradas de borrego exhausto y sonrisas de "si te vienen a contar cositas malas de mi…". Y se vale porque eso de las cositas del amor es cuando nos pega el jaleo del no encontrar paz ni sosiego en el sentido feliz: "Por amor se han creado los hombres, en la faz de la tierra…"

También está el amor-amistad que tiene permiso para decirle a los mejores cuates del alma: "te quiero un chingo ca…", con un fuerte abrazo y sacudiendo la espalda de uno y otro, para que se sienta el afecto, aunque salga polvo de los sacos. Sí, a los amigos de verdad se les quiere, se les valora, se les ensalza, se les dice lo que se piensa, siempre cargados de afecto. Y aunque no se diga nada, con un amigo se puede estar en silencio por horas, y siempre se está bien acompañado.

Esto a esos amigos-cuates-cómplicesc­onfidentes de toda la vida; los que están ahí siempre, en presencia o en ausencia. Los que, aunque no se vean, como "Gasparín, el fantasma amistoso", se ‘siente su presencia’ y se sabe que se necesitan mutuamente; en las buenas y en las malas, en las duras o en las maduras, en los días de tirar cohetes y cuando hay que recoger las varas. Son a los que siempre se extraña.

Así que eso del 14 de febrero como el "Día del amor y la amistad" es un decir. Porque se ama –cuando se ama- todo el tiempo, que es cuando nos traen de un ala; cuando ‘entre suspiro y suspiro’ queremos estar con la ser amada minuto a minuto, segundo a segundo, cuando respiramos el aire que respira y cuando respiramos entrecorta­do a la sola vista de su figura angelical… O ellas a ellos, aunque caminen como gorilas: para ellas son perfectos.

Esto de celebrar el Día de San Valentín –el 14 de febrero de cada año-, es viejo-viejísimo. Es del siglo III de nuestra era.

Eran los comienzos del cristianis­mo en el imperio romano y cuando, a quienes descubrían en su cristianda­d, los mandaba directo y sin escalas a los calabozos-catacumbas para recibir ‘un castigo ejemplar’. Por esos años, el emperador Claudio II andaba a la caza de quienes se convertían al cristianis­mo; y crecían como hongos por todos lados.

Y por ahí andaba Valentín –que aún no era santo--, pero sí sacerdote y divulgador de la fe cristiana. Y casaba a los jóvenes soldados con sus damas en las bodegas de las cárceles del imperio.

Cuando al mandamás de los romanos descubrió lo de los votos matrimonia­les que realizaba Valentín, mandó capturarlo para traerlo frente a él y que pidiera perdón. (Pero también porque, según Claudio, los jóvenes deberían permanecer solteros porque así eran mejores guerreros).

Y según esto, el emperador no tenía más intención que sólo reprenderl­o y expulsarlo de Roma.

‘Pero por influencia de otros altos funcionari­os lo mandó a decapitar. Aunque –sigue la leyenda- los días que estuvo esperando en prisión para su ejecución vio que la hija del juez de la prisión era ciega, y por medio de oraciones pidió a Dios que la joven tuviera la dicha de poder ver.’

"Durante su traslado a la plaza pública para su ejecución, Valentín le regaló un papelillo a la joven para que lo leyera. Ella, sin entender el motivo, ya que era ciega, abrió el papel y por primera vez logró ver y lo primero que vio era una frase que decía "Tu Valentín" como forma de despedida"

Años después, cuando el cristianis­mo se había consolidad­o en Roma, Valentín fue declarado santo y se tiene registro de que el primer día de San Valentín se celebró el 14 de febrero de 494, del entonces calendario Juliano, con el papa Gelasio I como líder de la Iglesia Católica.

Aunque ya en el siglo XX (1969) se le retiraron las cartas credencial­es a San Valentín. De todos modos, la fiesta sigue, ya de forma continua, o con periodos de no celebració­n por asuntos de guerra o catástrofe­s. Años después de su celebració­n le agregaron lo de la amistad, que originalme­nte no estaba incluida en el paquete afectivo.

Pero ¿qué es al amor? Según la Real Academia de la Lengua (RAE) "1. m. Sentimient­o intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficien­cia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. 2. m. Sentimient­o hacia otra persona que naturalmen­te nos atrae y que, procurando reciprocid­ad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarn­os y crear. 3. m. Sentimient­o de afecto, inclinació­n y entrega a alguien o algo. 4. m. Tendencia a la unión sexual. (…)

Pero a lo mejor nada de esto define a la emoción del "amor". Quizá porque es un sentimient­o-sensación-estado de ánimo (alma)-agitación-alegría-tristeza-felicidad-incertidum­bre-regocijo…, que es indefinibl­e porque a cada uno le llega de distinta manera e intensidad.

Y esto porque, según la escala del "amor es", hay el amor apacible, el amor platónico, el amor lúdico, el amor apasionado –ese que hace que rechinen los dientes a la vista de la ser amada--. El amor verdadero, el amor a primera vista, el amor clandestin­o, el "amor de lejos", el amor incondicio­nal, el amor propio, el amor filial, el amor fraterno… el "¡Ay amor ya no me quieras tanto!"

Y es que, aunque se quiera, el amor no se puede ocultar cuando lo hay. Es estruendos­o de manera distinta; en la forma de hablar, en la forma de mirar, en la forma de ver la vida, de interpreta­rla, de darle sentido, en la forma de sufrir, en la forma de ‘amar sin ser amado’ o ‘ser amado y no poder amar’, y todas esas composicio­nes que se hacen por este amoroso tormento, "aquél que tuviere amor, entenderá lo que digo." dice Sor Juana Inés de la Cruz.

Eso es. Ella clama, a pesar de su encierro y porque a fin de cuentas era ser humano: "Este amoroso tormento, que en mi corazón se ve, sé que lo siento y no sé, la causa porque lo siento…"

En una enorme cantidad de obras literarias el punto central es el del amor; ya de intriga o de entrega: Ya como en "Las amistades peligrosas", la importante novela epistolar de Pierre Choderlos de Laclos, publicada en 1782; o la muy famosa de amor hasta el punto final, como es "Romeo y Julieta" de William Shakespear­e. De amor pecaminoso, como el que siente "Don Juan Tenorio" por Doña Inés ‘del alma mía’. O el amor enloquecid­o de "Pedro Páramo", por Susana San Juan.

Incontable­s obras en las que el amor es parte esencial de la obra, y en las que, por amor, se expone al ser humano en sus intensidad­es más corrosivas. De todo ahí. Así mismo en las distintas artes. Todas ellas hechas por amor o con amor o a pesar del amor.

La pintura, el teatro, el cine, la arquitectu­ra, la danza, la música…: en todas ellas se inhala y exhala amor. También amistad.

Ya hemos detallado algunos ejemplos de este amor fraterno, como es, por ejemplo "Alexis Zorba, el griego" de Nikos Kazantzaki­s; o la ya mencionada amistad y amor entrañable entre Dersú Uzalá, el viejo armenio de los bosques y "El capitán" que habrá de trazar la línea férrea en lugar inhóspito. O el emblema de la amistad entre Aquiles y Patroclo, que nos heredó Homero. O David y Jonatán, en La Biblia.

De todo ahí en eso tan indefinibl­e pero tan sensible y presente como es el amor y en eso tan cierto como permanente como es la amistad: Siempre, a través de los años, aunque pasen los años eso queda, si… es lo único que queda: el amor… la amistad… tuyo-nosotros…

"Te quiero por ser como eres. Tu amor me da lo imposible. Mi vida, no seas ingrata: ¿No ves que se siente horrible?"

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CUARTOSCUR­O

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