El partido
GUSTAVO MONGE
agrupa hoy a 1.200 empresarios contrarios al cierre decretado tras la Navidad
/ EFE
E l Covid-19 ha impulsado en la República Checa la creación de un nuevo partido, llamado “Abrimos Chequia”, que, fundado por dueños de restaurantes como una artimaña legal para evitar el cierre impuesto por las autoridades, ha decidido desafiar al Gobierno del populista Andrej Babis, también en las urnas.
El movimiento, que explícitamente no es negacionista del coronavirus, se ha formado en torno al empresario Jakub Olbert, propietario del conocido restaurante praguense Seberak, junto a un lago al sur de la capital, que lleva semanas luchando por mantener abierto.
Si bien su cometido inmediato ha sido crear reductos libres de restricciones para impulsar la gastronomía, la prioridad del programa del partido será “establecer mejor la ley de crisis: en qué condiciones podemos perder los derechos constitucionales y libertades”, explica el propio Olbert.
En el momento de la entrevista, el local estaba repleto de comensales. Considerado como irresponsable y desleal según sus críticos, este empresario rebelde ha logrado aglutinar a centenares de colegas que no entienden la necesidad de mantener cerrados sus negocios y enarbolan a su favor las cifras que reflejan el golpe de las restricciones.
El pasado mes ha sido el peor enero desde 1993 en cuanto al número de empresas desaparecidas: 1.336, un 5 por ciento más que hace un año, al tiempo que surgieron 2.413 nuevas, un 11 por ciento menos que en enero de 2020, según la agencia de calificación CRIF.
BRECHA PARA LA GASTRONOMÍA
El intento declarado de Olbert es abrir brecha para proteger al sector de hostelería y restauración que, según la Oficina Estadística, da empleo al 6,5 por ciento de la población del país.
Cada mes de confinamiento supone para el sector una caída total de ingresos de 673 millones de euros.
El partido agrupa hoy a 1.200 empresarios contrarios al cierre decretado tras la Navidad. De ellos, unos 400, creyendo tener la ley de su lado, han dejado abiertos sus locales cumpliendo las normas de higiene vigentes: limitar la capacidad de clientes para asegurar la distancia física, y usar desinfectante y cubrebocas.
En los dos últimos meses “no hemos registrado ningún caso de Covid”, se defiende Olbert.
LOS RESTAURANTES, CÉLULAS POLÍTICAS
Inicialmente, “Abrimos Chequia” se diseñó como una estratagema “kafkiana” para protegerse de las sanciones con una especie de grieta legal, admite el portavoz de la iniciativa, David Biksadský,
La idea fue registrar estos locales como centros o células de actividad política, convirtiéndolos en filiales del nuevo partido, que el Gobierno no puede disolver o prohibir.
No obstante, han empezado a recibir multas, aunque el portavoz señaló que van a “impugnarlas todas”, convencido de que el Estado deberá además resarcir a los empresarios de las consecuencias financieras del cierre.
La agrupación ha decidido concurrir a las legislativas de octubre con una llamada a devolver al país la “normalidad” económica y social.
El estado de emergencia, en vigor desde el 5 de octubre, ha supuesto grandes pérdidas económicas para los empresarios. Muchos se quejan además de las limitaciones de las libertades fundamentales que llegaron al país con la democracia, después de décadas de comunismo.