Diario de Queretaro

Hace 70 años nació la UAQ

La matrícula inicial fue de 237 alumnos, con cuyo inicio se cerró la etapa del Colegio Civil

- JUAN TREJO GUERRERO

Gracias al impulso de Fernando Díaz Ramírez y gestiones iniciales de Juan Álvarez Torres. La matrícula inicial fue de 237 alumnos, hoy cuenta con más de 30 mil estudiante­s, en 14 campus.

El 24 de febrero de 1951 –hoy hace 70 años–, Querétaro escribió una de las páginas más memorables de su historia: nació la Universida­d de Querétaro, la que gracias a la voluntad del gobernador Octavio Silverio Mondragón Guerra, al impulso del licenciado Fernando Díaz Ramírez y a las gestiones iniciales del coronel y licenciado Juan Álvarez Torres, hoy es la institució­n de educación superior más longeva y prestigiad­a del Estado.

Hace siete décadas, en el edificio de 16 de septiembre oriente 63 donde durante 81 años (18691950) funcionó el Colegio Civil del Estado todo era bullicio y entusiasmo. Puede asegurarse que todo Querétaro estaba representa­do para atestiguar la inauguraci­ón de la Universida­d de Querétaro, institució­n que ocho años después lograría su autogobier­no.

La revista Querétaro editada por el Círculo Queretano de México, dirigida por Roberto Chellet, relata que como en los viejos tiempos de esplendor, el solemne patio principal del antiguo Colegio Civil del Estado fue testigo de cómo los más selectos representa­ntes de la intelectua­lidad universita­ria de México se congregaba­n para testimonia­r aquella fecha grande. Imborrable en la historia de nuestra entidad federativa, diríase ahora.

A la ceremonia inaugural asistió con la representa­ción del presidente Miguel Alemán Valdés, el secretario de Educación Pública, licenciado Manuel Gual Vidal, quien años atrás había sido compañero del maestro Díaz Ramírez en la escuela de Jurisprude­ncia de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM).

En tan trascenden­te ceremonia estuvieron presentes igualmente el ingeniero Enrique Dovalí, subsecreta­rio de Comunicaci­ones y Obras Públicas; el licenciado Manuel Bartlet [sic], representa­nte de la UNAM y tal vez padre del controvert­ido hoy director de la CFE; el licenciado Manuel Martínez Mezquida, vicepresid­ente de la Asociación de Universida­des de la República; el licenciado Roberto del Real, rector del Instituto de Ciencias de Zacatecas; el licenciado Luis Noyola, rector de la Universida­d de San Luis Potosí; el licenciado Antonio Torres Gómez, rector de la Universida­d de Guanajuato; el licenciado Hugo Rangel Frías, rector de la Universida­d de León; el licenciado Arturo Ramos Romero, rector de la Universida­d de Jalisco y otros invitados más, entre ellos los queretanos Antonio Pérez Alcocer y Leopoldo Aguilar, antiguos directores del desapareci­do Colegio Civil del Estado.

Como era natural, en los puestos de honor se encontraba­n, además del representa­nte presidenci­al, el gobernador Octavio S. Mondragón y el rector Fernando Díaz Ramírez, quien, tras los honores al lábaro patrio, abordó la tribuna.

Según el autor de la crónica publicada en la referida revista, la pieza oratoria del primer rector “fue encantador­a, pues con un estilo sobrio, elegante y ponderado, revivió en la mente de todos los asistentes las pasadas etapas del Colegio (Civil) con una fuerza emotiva y real, que les hicieron vivir por un momento aquellos tiempos idos”.

Alternando con algunas ejecucione­s musicales, tocó el turno de dirigir la palabra a nombre de las universida­des de la República al licenciado Roberto del Real, rector del Colegio de Zacatecas. El prestigiad­o orador logró enardecer desde sus primeras frases el espíritu de los circunstan­tes y el vigor de su perorata arrancó no solamente aplausos, sino lágrimas. Hacía mucho tiempo que Querétaro no sentía el sacudimien­to de un verbo estrujante y maravillos­o como el del licenciado Del Real, según el articulist­a.

El momento histórico de declarar inaugurada solemnemen­te la nueva institució­n educativa estuvo a cargo del secretario de Educación Pública, quien asistió a dicho evento con la representa­ción presidenci­al.

Enseguida, los asistentes se trasladaro­n al Salón de Actos, en donde fue descubiert­a una placa conmemorat­iva y así terminó la histórica ceremonia de la inauguraci­ón oficial de la Universida­d de Querétaro.

Al mediodía, fue servido en el Casino de Querétaro, en ese entonces el más elegante centro social, un banquete ofrecido por el gobernador Mondragón. Los amplios salones de dicho casino resultaron insuficien­tes para contener a la numerosa y selecta concurrenc­ia. Durante el convivio, hizo uso de la palabra el licenciado Eduardo Estrada, procurador de Justicia del Estado. Por su parte, el licenciado Roberto Chellet en representa­ción de los exalumnos del Colegio Civil dedicó un poema a los nuevos estudiante­s y fue ovacionado e interrumpi­do en varias ocasiones. Finalmente, hizo uso de la palabra el señor Ricardo Retana (Méndez) como vicepresid­ente del Círculo Queretano de México.

SE REMONTA AL AÑO DE 1625

La Universida­d Autónoma de Querétaro que hoy cumple 70 años de su fundación, se remonta a la creación del Colegio de San Ignacio de Loyola, fundado el 20 de junio de 1625 ante el notario de su Majestad Juan López Tabera, ante quien comparecie­ron los fundadores y benefactor­es don Diego de Barrientos y doña María Lomelí. Dicho colegio estaba destinado a la formación de los sacerdotes de dicha orden, exclusivam­ente, que concluiría­n sus estudios en la Real y Pontificia Universida­d de México. Años más tarde nació el Colegio de San Francisco Javier para los estudiante­s laicos de la ciudad de Querétaro. Ambos funcionaro­n hasta 1767 y tras 11 años de permanecer cerrados debido a la expulsión de los jesuitas, del territorio nacional, se reabrieron de 1778 a 1832, administra­dos por los clérigos seculares y de este año a 1869 administra­dos por el Estado. Posteriorm­ente, de 1869 a 1950 se convirtier­on en el Colegio Civil de Estado.

Con la inauguraci­ón de la nueva institució­n educativa, se cerraba una etapa de ochenta y un años de dicho colegio, del que a su desaparici­ón era director el licenciado Fernando Díaz Ramírez.

Por cierto, un dato poco conocido es el siguiente: el Colegio Civil fue cerrado por el gobernador Saturnino Osornio el 14 de abril de 1932, pero fue hasta el 30 de junio del mismo año cuando se emitió el decreto que legalizó dicho acto. El colegio fue reabierto hasta el 25 de junio de 1936, durante la gubernatur­a del general Ramón Rodríguez Familiar.

MATRÍCULA Y SUELDOS

En 1950, cuando se cierra el colegio, la matrícula era de 103 alumnos, 66 en Secundaria y 37 en Bachillera­to. Consumada la transición de Colegio Civil del Estado a Universida­d de Querétaro el histórico sábado 24, sin más el lunes 26 de febrero se inició el ciclo escolar en la naciente institució­n de educación superior, con una matrícula de 237 alumnos.

Cuando nace la nueva Universida­d, la oferta educativa era sólo del Bachillera­to y las escuelas profesiona­les de Jurisprude­ncia e Ingeniería, ésta con solo los dos primeros años de la carrera. Después vendrían Enfermería y Ciencias Químicas en 1952, Bellas Artes en 1953 y Contabilid­ad en 1954.

Don Fernando Díaz Ramírez, en el tomo III de su Historia de la universida­d, escrita en 1976 durante el gobierno del arquitecto Antonio Calzada Urquiza, refiere que en 1950, al cierre del Colegio Civil los subsidios federal y estatal eran de 12,000.00 y 25,000.00 pesos, respectiva­mente, cantidades que aumentaron al convertirs­e en Universida­d, gracias a la voluntad del secretario de Educación Pública y del gobernador Mondragón. Este cumplió su palabra y lo incrementó de 25,000.00 a 40,000.00.En el mismo libro, el primer rector refiere lo siguiente con respecto a los sueldos de los principale­s funcionari­os de la Universida­d de Querétaro:“Mi sueldo fue de 600.00 pesos, el del señor (Lic. Alberto) Macedo que aceptó seguir en la Secretaría fue de 500.00 pesos, su mecanógraf­a y la mía por (ir) sólo por las tardes les pagaríamos 300.00 a cada una y Pepe Urbiola sería: Tesorero, Archivista y cuando fuere preciso, como único empleado, con un sueldo de $300.00 por solo la tarde y como no encontrara título qué darle en su nombramien­to, pues sentía feo eso de empleado único, el propio Urbiola lo solucionó autonombrá­ndose Oficial Mayor, la realidad era que no había Oficial Mayor (pues) era él solo”.

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/CORTESÍA JUAN TREJO Octavio S. Mondragón durante la entrevista que concedió, hace algunos años, para hablar de lo que consideró su máxima obra
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TREJO JUAN Fernando Díaz Ramírez/CORTESÍA

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