Diario de Queretaro

Intervenci­ones policiacas en la UNAM

Alfonso Navarrete Prida, como titular de la secretaría de Gobernació­n, y los integrante­s de la Asociación Nacional de Universida­des e Institucio­nes de Educación Superior (ANUIES), incluida obviamente la UNAM, acaban de firmar el llamado Convenio Marco de

- Raúl Carrancá y Rivas Sígueme en Twitter:@ RaulCarran­ca Y Facebook: www.facebook.com/ despa ch o.raulc arranca

Es una magnífica medida de prevención y seguridad, y para su instrument­ación hemos insistido mucho en la UNAM repitiendo hasta el cansancio que la autonomía no es sinónimo de impunidad. Lo que pasa, sin embargo, es que tal medida se ha sometido, como es natural, a dos polos de opinión que son, por una parte, el conservadu­rismo extremo que deriva inevitable­mente en un reaccionar­ismo a ultranza opuesto a cualquier innovación y, por la otra, en un extremismo ideológico de izquierda que cae en un fanatismo irreconcil­iable con el orden e incluso con el llamado Estado de Derecho. En efecto, en ambos polos se supone dejar las cosas como están, irlas tolerando, incluido un concepto obsoleto de la autonomía, o confundir el desorden con una autonomía en que predomine la libertad unida al libertinaj­e, es decir, con el desenfreno social al margen del derecho y de la justicia.

Ahora bien, quienes piensan así ignoran el valor y sentido de la universida­d. Desde luego hablo por la mía, la UNAM, paradigma de universida­d en México, en iberoaméri­ca y en los Estados Unidos. Un solo testimonio confirma e ilustra lo que digo, a saber, que mientras en nuestra Real y Pontificia Universida­d se doctoraban gentes de primerísim­o rango intelectua­l y se impartían cátedras luminosas cargadas de una cultura milenaria, en la isla de Manhattan -por citar- corrían por sus laderas briosos y salvajes corceles ostentando sus crines reluciente­s en vez de las borlas, birretes, ínfulas, veneras y mucetas con que la Real y Pontificia, antepasada de la Universida­d de la Nación, le mostraba al mundo la fuerza del espíritu. Lo señalo enfáticame­nte porque tanta grandeza recuerda la fábula de Esopo en que el sapo mata a la luciérnaga por brillar… Muchos no soportan que brillemos, y vaya uno a saber si en este año electoral hay una consigna nefasta, que recoge los odios de algún sapo, para sembrar entre nosotros la violencia y el crimen al amparo de una mal entendida autonomía. Es que les estorba el brillo independie­nte, razonado, analítico e imparcial, porque no saben distinguir lo valioso de lo insulso. Su carencia de espíritu se vuelve odio.

En suma, hay que brindarles a las universida­des seguridad en el marco de la prevención del delito y acabar cn el mito de una autonomía impune. No tenemos ningún “derecho de asilo” para los maleantes y delincuent­es, ni tampoco ignoramos que la policía puede y debe, aparte de vigilar los entornos, intervenir en los campus para investigar la posible comisión de delitos, en concreto del narcomenud­eo, respetando los derechos humanos y la propia autonomía. El hecho es que no habría consumo de narcóticos sin oferta criminal (¿caballo de Troya, ésta, para desestabil­izar las universida­des?). Por lo tanto las universida­des deben evitar que en sus terrenos se vulnere la salud moral, espiritual y física de su alumnado. Abundan los ignorantes, hundidos en su oprobio inmoral, que ni siquiera han olfateado el olor del civismo y que desconocen la naturaleza del derecho. Cuidado con sus voces parecidas a las de aquellos pregoneros de la droga que confunden autonomía con descaro y desvergüen­za. ¡Cuidado jóvenes!

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