Porque venimos del mono
El malentendido principal es pensar que la teoría de la evolución y la idea de que Dios creó el mundo son opuestas
“¿Cómo se originó la vida?”, es una pregunta que ha sido un gran tema de discusión en la comunidad científica, a pesar de que para la religión, sea cual sea, la respuesta es obvia: Dios (o dioses). Para el mundo de la ciencia, una deidad no es una respuesta que pueda satisfacer completamente la curiosidad del científico, ya que éste quiere saber más sobre el “cómo” que del “quién”; por eso se han propuesto muchas hipótesis a lo largo de la historia para tratar de explicar esta cuestión. Cuando la ciencia propuso la teoría de la evolución se produjeron algunos malentendidos que crearon cierta enemistad entre la razón y la fe; a pesar de que la Iglesia Católica ya hizo las paces con la ciencia y con esta teoría desde hace tiempo, aún existen algunas personas que no terminan de entenderla y mantienen viva la batalla en su contra.
El malentendido principal es pensar que la teoría de la evolución y la idea de que Dios creó el mundo son opuestas, cuando es totalmente lo contrario: son complementarias. La teoría de la evolución no trata de explicar cómo apareció la vida en la tierra, sino de explicar cómo se ha ido desarrollando hasta llegar a ser lo que vemos hoy en día. El biólogo Charles Darwin (creador de la teoría junto con Alfred Russel Wallace) notó en uno de sus viajes que había animales muy parecidos a los que ya había estudiado previamente, pero con algunas diferencias; preguntándose acerca del porqué de éstas, emprendió varios viajes de investigación y descubrió que los animales cambian según el lugar donde viven para adaptarse mejor a su entorno y sobrevivir. Así comenzó a desarrollarse la teoría de la evolución, la cual propone un complejo proceso de selección natural y adaptación para la supervivencia de las especies para explicar cómo la vida en el planeta ha llegado a lo que es actualmente.
El ser humano no está exento de este proceso y es aquí donde se encuentra uno de los más grandes mitos sobre esta teoría. El humano no es descendiente del mono. Primero que nada los monos forman parte de una gran familia conocida como primates, de los cuales somos parte y compartimos una gran cantidad de información genética (99%) y gran parecido anatómico, de aquí surge la confusión. Darwin no propone que los chimpancés evolucionaron en humanos, sino que los simios y los humanos tenemos un ancestro común del que nos separamos en algún momento para convertirse en homo sapiens sapiens. Esta teoría cuenta con la evidencia suficiente para sostenerse y ser considerada como correcta y verdadera. Como podrán darse cuenta, la idea de un proceso evolutivo no choca ni se opone a la idea de un Dios omnipotente y creador de todas las cosas, sino que, incluso, le deja un lugar como el guía y supervisor de este proceso.
Ahora bien, ya aclarados los malentendidos, se puede notar que la pregunta acerca del origen de la vida en la tierra sigue sin responderse, al menos por el lado de la ciencia. Aunque por el lado de la fe ya se tiene una respuesta, a la ciencia le interesa más el proceso que el responsable de éste, por lo que seguirá trabajando hasta encontrar una respuesta. Tal vez si se dejaran de ver de una manera tan dogmática las cosas (sea del bando de la fe o de la ciencia) se podría ver con mayor claridad el camino para encontrar la respuesta a esa pregunta, que sigue sin resolverse en este mundo.
La idea de un proceso evolutivo no choca ni se opone a la idea de un Dios omnipotente y creador de todas las cosas, sino que, incluso, le deja un lugar como el guía y supervisor de este proceso.