Los túneles secretos
No existen planos o una investigación seria de las cavernas que cruzan por el centro de la ciudad. Narraciones sueltas dicen que cuando llegaron los españoles a esta región el Señorío de Cuauhtochco se convulsionó por el número de soldados bien equipados que marchaban en plan de ataque.
Al verse en desventaja el Teopixque, supremo sacerdote, ordenó la evacuación del caserío para refugiarse en los cerros de los alrededores.
“Nunca hasta entonces había sufrido el tranquilo lugar más grande estrépito ni mayores tropelías; al redoblar de los tambores, al violento clamor de las cornetas de guerra se unía la terrible algarabía de la tropa y el retumbar del cañón, dando a conocer su voz de fuego hasta el centro mismo del poblado. Asustándose los indios y los más abandonaron sus hogares para ir en busca de refugio que en los trances difíciles siempre les había deparado lo intrincado de su suelo borrascoso”. (Aguirre Beltrán)
De lo anterior se deduce la ocupación de las faldas del cerro de las cañas, es decir, el Acatepec, en donde hay algunas cuevas naturales. Y que por esa cavidad construyeron un largo túnel que desemboca en lo que son las Torres de Santa Cecilia, sitio donde se localizaba el Teocalli, centro ceremonial indígena más importante. Continuando su recorrido hacia el oriente, donde está ubicada la capilla del Tepeyac, otra posible pirámide. Según la versión, por ahí cabe fácilmente una bestia cargada de productos de la región.
Para ubicarnos mejor, por el lado poniente de la ciudad se divisa un majestuoso cerro que por su formación asemeja una pirámide, a la que se le atribuyeron propiedades importantes al suponer que ahí se habían realizado las exequias de personajes de alto linaje, de aquella época. Esto vino a descartarse cuando Carl Bartholomeus Heller, en 1846, descubrió que era el cono de un antiguo volcán que hizo erupción dejando en la superficie rastros de lava. Narradores como Eusebio Castillo dicen que muchos hombres aseguran haber entrado a esa gruta y permanecido en ella cinco días, que son el límite permitido. Si pasa uno más, jamás salen de ahí, por lo que tuvieron que soportar el envejecimiento prematuro producto del encantamiento que existe. Avanzaron en su edad 50 años, como si el tiempo corriera a una velocidad incalculable. Llenos de arrugas y cabello cano, regresaron a la comunidad donde los ignoraron porque no los reconocieron, ellos también se sorprendieron de lo desconocido de la ciudad. Además, contaron haber visto en el fondo de la caverna una réplica de Huatusco, casas y calles idénticas, pero con un detalle, no obstante, estar completamente deshabitada sorprende por su limpieza, donde predomina el silencio y espectacular iluminación.
Es posible que excavando a unos cinco metros de profundidad y calculando la ruta que sigue la gruta, se encuentre con este sitio tan misterioso y enigmático: así lo suponen.
Cada año van los buscadores de fosas antiguas a localizar la entrada, que sólo se deja ver en una fecha determinada. Ya que se asegura que hay una olla llena de monedas de oro bien resguardada, pero se tiene que tomar precauciones y no tocarla sin haberse cerciorado de la salida, de lo contrario se quedan ahí para siempre.