Mujeres por la PAZ
Hemos identificado a la paz como el motivo para trabajar en las propuestas que requerimos para transitar a otro estado de cosas, que nos dé mayores certezas en la búsqueda de mejores condiciones de vida, donde el batallar contra ciertas situaciones no sea más intenso e insostenible y lo que es peor, pareciera no tiene fin. Hay que ponerle fin, se reclama; alguien o muchos deben ponerle fin.
Al transitar por las calles deberíamos tener certidumbre de que la seguridad pública no es sólo un buen precepto, es también la concreción del derecho al libre tránsito seguro desde el enfoque más amplio y protector de los derechos humanos.
Las mujeres de todas las edades somos objeto de cualquier tipo de agresiones, incluyendo
violaciones sexuales, desaparición o incluso asesinato, esta situación es una guerra contra nosotras; hay un serio conflicto con la autoridad por su omisión.
Entender la paz a la luz de casos como los que he conocido, por ejemplo el de una niña en Tlaxcala, la cual siempre era acompañada a la escuela y recogida por su madre, pero un día ésta tenía a su pequeño hijo enfermo y después de miles de recomendaciones le da un celular para que se reporte cuando llegue a la escuela, sin embargo pasa el tiempo no se reporta ni recibe llamada, la madre alerta al padre, quien se sale del trabajo va a la escuela y resulta que nunca llegó. No abundo el horror en que se han convertido sus vidas buscando a esta niña. Su sufrimiento es igual al de otras familias buscando a sus hijas adolescentes o jóvenes.
Las violaciones sexuales y los acosos existen y proliferan en conglomerados urbanos y rurales. En México, como cualquier país desarrollado, lo normal debiese ser revisar permanentemente las acciones de seguridad en los espacios públicos y privados.
Hoy hay un inocultable relajamiento o abandono de buenas acciones de prevención, investigación y sanción, sobre estos delitos, provocado por la falta de preparación de quienes tienen la responsabilidad de cuidarnos, o tienen equipos insuficientes, los elementos de seguridad no son suficientes o no son idóneos; hay una ausencia de análisis de contexto del delito, y la corrupción y la impunidad han llevado a situaciones de horror como la desaparición de niñas y jóvenes.