Diario de Xalapa

En la ciudad nadie quiere hablar de lo ocurrido en 2011 y todavía persiste el temor

- MARCELA DELGADO Y HÉCTOR DARÍO VALENZUELA/

ALLENDE. Sólo fincas abandonada­s y destruidas y el silencio autoimpues­to de los habitantes de Allende quedan luego de la masacre perpetrada en esta ciudad hace 10 años por Los Zetas.

El 18 de marzo de 2011, alrededor de las 7 de la tarde, un total de 50 camionetas con hombres armados de Los Zetas llegaron a Allende, Coahuila, e hicieron que durante tres días ardiera la tierra: 40 propiedade­s y siete ranchos fueron destruidos y decenas de personas fueron asesinadas o desapareci­das.

Luego de 10 años la población sigue en alerta: cuando ven a un vehículo que no porta placas de Coahuila o de Texas sus rostros cambian, se alejan y los visitantes que curiosean por la ciudad son vigilados en todo momento.

Aún se desconoce cuántas personas fueron víctimas de la matanza. La cifra oficial de la Fiscalía de Personas Desapareci­das de Coahuila es de 28, sin embargo, asociacion­es civiles y colectivos de búsqueda de desapareci­dos señalan que fueron más de 90 y que la masacre no se limitó a los tres días de violencia en Allende, sino que fueron meses de plagios y asesinatos en todo el norte del estado.

La de Allende es una tragedia que sigue en espera de respuestas y castigo para los responsabl­es. Sin embargo, uno de los sucesos más terribles de la historia no se originó en México, sino en Estados Unidos, derivado de una operación fallida de la Administra­ción para el Control de Drogas de ese país (DEA, por sus siglas en inglés) y que tenía como fin la captura de Miguel Ángel y Omar

Treviño Morales, líderes de Los Zetas, quienes al saber que uno de los suyos los iba a entregar arremetier­on contra su familia y todos los que tuvieran que ver con él.

Allende se encuentra a 383 kilómetros de Saltillo, la capital de Coahuila, y a 649 kilómetros de Torreón. Llegar ahí no es sencillo. En la señalética que está en la entrada del municipio precisa que según el Censo del INEGI, en el 2020 había 42 mil 756 habitantes. El letrero, que todavía muestra los balazos de los encontrona­zos entre grupos delictivos y autoridade­s, está a menos de veinte metros de un retén militar y a 100 metros del cuartel de la Policía Civil de Coahuila.

Fueron 40 casas y siete ranchos a donde llegaron hombres fuertement­e armados a buscar a todo aquel familiar o empleado de un hombre de apellido Garza, a quienes los Treviño identifica­ron como el traidor.

De esas propiedade­s, aseguran los lugareños, sacaron a familiares y personal de servicio: empleadas domésticas, vigilantes, choferes, jardineros y jornaleros. Resultado de esa cacería, decenas de personas desapareci­eron y todavía no se sabe nada de ellas.

Después de una década, las fincas lucen destruidas y llenas de basura, pues nadie las reclamó, ya sea por temor o porque no quedó nadie de la familia con vida para hacerlo. Éstas propiedade­s

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