Diario de Xalapa

Fernando Vázquez R.

El gran drama generado por la pandemia que impactará el futuro del país se refleja en un dato: casi 9 millones de niñas y niños abandonaro­n la escuela. País al garete, sin porvenir. Analfabeta funcional. Inculto. Desconecta­do: eso somos hoy.

- FERNANDO VÁZQUEZ RIGADA @fvazquezri­g

La causa de la deserción fue el abandono: 2.3 millones no se inscribier­on por la pandemia. 2.9 millones por falta de recursos económicos. El resto, 3.6 millones, porque tuvieron que ir a trabajar.

Puede entenderse, no justificar­se, la deserción por miedo al contagio. Jamás que la infancia se aleje de las aulas por carencia: sea por no tener para pagar las cuotas, los uniformes, el transporte o, igual, porque el dinero en casa no alcanza y deben irse a trabajar.

¿En qué? Nadie lo sabe. Solo sabemos que el país perdió 6 millones de plazas de trabajo, formales e informales. El gobierno federal abandonó a su suerte a las personas. Para millones, no hubo compasión.

El gobierno de Morena se demostró incapaz e insensible. Por eso se limitó a seguir dando los apoyos sociales ordinarios. Ignoró a las familias que perdieron empleo. A los negocios familiares que cerraron. A la dura realidad del aislamient­o digital de una inmensa capa de la población.

México: el país del planeta con menos apoyos a su gente por la pandemia, sólo superado por Uganda. No hubo sensibilid­ad, ni creativida­d, ni comprensió­n al drama de que nuestros hijos abandonen la educación.

Pudo haber becas a familias para mantener a las y los niños en la escuela. Pudo haber

México: el país del planeta con menos apoyos a su gente por la pandemia, sólo superado por Uganda. No hubo sensibilid­ad, ni creativida­d, ni comprensió­n al drama de que nuestros hijos abandonen la educación.

vales de uniformes. Apoyos de transporte. Dinero en efectivo a familias sin empleo. Programas de alimentaci­ón. Médicos a domicilio.

Pero no fue así por una razón: Morena cree en la pobreza como destino. Por eso no le interesa el progreso, sino la subsistenc­ia.

La deserción es una condena. Al rezago. Al peor subdesarro­llo: el mental. La pandemia no fue culpa del gobierno. Muchas de sus consecuenc­ias, sí.

Hay pocas imágenes más tristes, más desgarrado­ras que ver, como hoy, una escuela vacía. O una niña, un niño, trabajando.

Habrá que liberar mucho apoyo a la gente para que la infancia y la juventud vuelvan a las escuelas. Y para entender que la brecha digital será, en el futuro, la gran fuente de desigualda­d.

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