Diario de Xalapa

Todo termina en los mares

Contaminac­ión por productos industrial­izados y plásticos enferman a los animales marinos y también a los humanos cuidarlo, fundamenta­l para la vida

- CYNTHIA SÁNCHEZ

Debemos tener esa conciencia de que hay una conexión con el océano y que cuidarlo es fundamenta­l, pues “la vida surge del océano, así que todos somos océano”, dice Ibiza Martínez, investigad­ora de la UV.

Aunque vivamos en la ciudad, cada vez que abrimos la ventana por las mañanas y aspiramos hondo, sin saberlo estamos respirando gracias al mar. Ibiza Martínez Serrano, investigad­ora y catedrátic­a de la Universida­d Veracruzan­a, explica que más del 90% del oxígeno que respiramos se produce gracias al océano, específica­mente por el trabajo que realiza el fitoplanct­on.

Señala que tres cuartas partes del planeta están cubiertas por el océano y ahí flota el fitoplanct­on: “Esas plantas del mar son base de la cadena alimentici­a; existen en las capas superficia­les del océano, reciben los rayos del sol, hacen fotosíntes­is, producen oxígeno y ese oxígeno se va hacia la atmósfera, acabando después en nuestros pulmones”.

Por ello-- indica la investigad­ora-- aunque vivamos a miles de kilómetros del mar y sintamos que es algo ajeno a nuestro día a día, debemos tener esa conciencia de hay una conexión con el océano y que cuidarlo es fundamenta­l, pues “la vida surge del océano, así que todos somos océano”.

TODO VA A DAR AL MAR Y DEL MAR AL HUMANO

La doctora en Neuroetolo­gía señala que todas las acciones que hacemos en nuestro día a día terminan impactando en la salud del océano, por tanto, es necesario ser consciente­s de cómo consumimos y así tener mayor control de la contaminac­ión que generamos.

“La vida surge a partir del océano y en ese sentido ha tenido un papel prepondera­nte en la vida del planeta y como recurso natural para los seres humanos, cuidarlo por ello es fundamenta­l”, dice Martínez Serrano.

Dentro de las acciones contaminan­tes que podemos modificar es bajar el consumo de plásticos de un solo uso, desde los popotes hasta las bolsas y empaques en las que nos envuelven las compras.

Llama a ser consumidor­es responsabl­es: llevar morral o bolsa de tela al super, llevar nuestros recipiente­s para comprar comida; como vendedores regresar al uso del papel para despachar la carne o las semillas, entre otras acciones donde se involucre lo menos posible el plástico.

Indica que más allá de las imágenes que circulan en redes sociales sobre miles de botellas de PET flotando en el agua, el problema con el plástico es que se convierte en microplást­ico.

La doctora ejemplific­a que al ser tan pequeño el microplást­ico se incorpora a la cadena alimentici­a y suceden tres cosas: los animales marinos lo consumen, generando que mueran por falta de nutrientes; los microplást­icos avanzan en toda la cadena alimentici­a hasta llegar a nosotros, hay estudios donde se ha comprobado que el ser humano tiene ya en su sistema microplást­ico por consumo de productos de origen marino, y por último los microplást­icos dañan el sistema inmune, lo que nos hace más propensos a enfermarno­s.

“Debemos cambiar nuestros hábitos de consumo, ser más consciente­s, porque toda la basura que generamos y todo lo que usamos en el día a día termina finalmente en el mar; estamos en un círculo vicioso: enfermamos al mar y el mar nos enferma a nosotros”, indica la investigad­ora.

SALDO DE LA PANDEMIA

La especialis­ta en delfines, tiburones y tortugas señala que la pandemia dejará un saldo negativo para la vida marina, ya que cubrebocas, desinfecta­ntes y otras fórmulas químicas para mantener áreas libres de gérmenes también están llegando al océano.

Al respecto explica que no sólo la basura tradiciona­l llega al océano, sino también todo lo industrial­izado que usamos, como los desinfecta­ntes, cremas, shampoo, bloqueador­es solares, productos de belleza, pero también medicament­os y suplemento­s alimentici­os.

Indica que muchos de los compuestos químicos que consumimos no se degradan, así que son desechados cuando nos bañamos o lo excretamos de nuestro organismo, yendo a parar al drenaje y de ahí al mar.

Ejemplific­a que en una las últimas muestras que obtuvo con su equipo de trabajo en tortugas se

encontraro­n dos compuestos, uno que viene de los bloqueador­es solares y otro es una hormona usada en los suplemento­s deportivos para generar músculos. Es decir, están llegando hormonas a los animales marinos, y esto puede enfermarlo­s o potenciar actitudes agresivas.

Esta contaminac­ión es alarmante, porque es a gran escala y silenciosa, pues no se nota como sí ocurre con los plásticos que flotan en el agua. Reitera que la respuesta ante esto es bajar el consumo de productos industrial­izados y regresar a lo natural. El punto nodal sigue siendo cambiar los hábitos de consumo.

VERACRUZ, RICO EN DIVERSIDAD MARINA

La bióloga marina indica que todos podemos emprender acciones para mantener al océano saludable. Reconoce que reconverti­r nuestros hábitos es difícil, por ello debe hacerse de manera consciente.

Un buen impulso a ello es recordar que la vida viene del océano y que como seres humanos buscamos continuame­nte ir al mar, tal como ocurre en los periodos vacacional­es, donde se disfruta su belleza.

Martínez Serrano dice que como veracruzan­os hay que sentirse orgullosos de la biodiversi­dad marina, pues tan sólo en el Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzan­o hay más de 4 mil especies.

En su campo de investigac­ión indica que han identifica­do tres especies de delfines, seis de tiburones y cuatro de tortugas.

Explica que estas especies son residentes, es decir, “son vecinos nuestros, también viven en Veracruz”, lo que habla de un sistema arrecifal saludable, un buen hogar para especies residentes y también para muchas que vienen de paso a “veranear”. Cuidar este sistema impacta también en que como humanos tengamos recursos alimentici­os disponible­s.

Por último, recomienda a los vacacionis­tas que van a las playas no dejar basura, recoger la que encuentren y evitar el uso de bloqueador solar, como opción se puede conseguir los hechos a base de dióxido de titanio u óxido de zinc, aunque la mejor opción para no dejar químicos en el agua es usar trajes de baño o playeras manga larga y así evitar quemarse.

Todo lo que usa- mos en el día a día termina finalmente en el mar; estamos en un círculo vicioso: enfermamos al mar y el mar nos enferma a nosotros”.

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RAÚL SOLÍS

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