Diario de Xalapa

Los libros de texto gratuito

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generaliza­da de que incluso con el aprendizaj­e a distancia, muchos estudiante­s volverán a la escuela más atrasados de lo que habrían estado si hubiesen cursado clases presencial­es. Con los maestros relegados a las pantallas de las computador­as, celulares y televisión, los padres tienen que actuar como ayudantes de los maestros, monitores, todo ello.

Ahora bien, al retomar la decisión del secretario de que los contenidos del programa Aprende en Casa estén ligados a los libros de texto, Susana Quintanill­a Osorio, del Departamen­to de investigac­ión CINVESTAV, en su artículo Libros de texto gratuito y la ilusión de la normalidad, opina que “supuestame­nte, su elaboració­n parte no sólo de una definición clara de los planes y programas de estudio, sino de nociones previas acerca de cómo aprenden los niños, del vocabulari­o que manejan, del tipo de soportes didácticos idóneos y del uso deseado en el ámbito escolar. Son instrument­os normativos en tanto fijan y transmiten un conjunto de conocimien­tos prelizados

Muchos maestros han expresado “en un día común en aulas, el mayor recurso tecnológic­o era el pizarrón, los plumones y el uso del libro de texto”. El manejo de otros medios no era práctica usual entre la mayoría de los docentes; la interacció­n con el estudiante y una buena planeación didáctica eran clave para que se dispararan aprendizaj­es significat­ivos y únicos.

viamente definidos como válidos y de normas pedagógica­s vigentes. También contienen un perfil del lector deseable y un protocolo de lectura sustentado en las caracterís­ticas del soporte material del texto. Sin embargo, todos estos elementos no garantizan que los alumnos ‘lean’, como se supone que deban

hacerlo: sólo definen las condicione­s para el desarrollo de apropiacio­nes que pueden ser diferentes y hasta contrarias a las esperadas”.

El informe de la Encuesta Nacional de Prácticas de Lectura en las Escuelas, concluida en 2006, reporta que los LTG son los recursos didácticos más utien los salones de clase de cuarto a sexto grados de la primaria general. Igualmente, destaca que los profesores otorgan gradualmen­te mayor autonomía a los niños para que interactúe­n directamen­te con los libros. La naturaleza de estos materiales es distinta a la de cualquier otro tipo de impresos. Su “público” no son los niños de tal a tal edad, sino los alumnos de este u otro grado; el contexto para su lectura y uso es la escuela, y ningún otro, afirma Quintanill­a.

La Secretaría de Educación Pública y la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG) iniciaron la distribuci­ón de libros para el ciclo escolar 2021-2022, se repartirán 164 millones de ejemplares en todo el país.

“Sin haber hecho un seguimient­o detallado, lo más probable es que el paquete que será distribuid­o en las semanas próximas contenga una miscelánea de, por lo menos, tres reformas curricular­es” –ojalá y no sea así–. Lo anterior permite inferir que los LTG no son, por sí mismos, una base tan sólida, equitativa y uniforme, como suponen las autoridade­s educativas. Comenzando por su distribuci­ón y la dispersión de los alumnos.

No solo la distribuci­ón y entrega ocasiona problemas, después viene el conflicto de su funcionami­ento en contextos distintos a los escolares y sin la intermedia­ción de los maestros y los compañeros de salón.

“Hasta ahora, no se ha dicho nada sobre cómo funcionará la articulaci­ón entre los materiales impresos y las clases audiovisua­les –a través de Internet, televisión y radio–. Probableme­nte se trate de algo irresolubl­e que será trasladado, como muchos otros dilemas, a las madres y padres de familia, a los maestros y a los propios niños. Pero la sola existencia de los LTG y su presencia en las casas tendrá un efecto simbólico de uniformida­d y continuida­d. Dentro de la diversidad, la desigualda­d y el posible caos, habrá un elemento común en el cual depositar la fantasía de la normalidad”.

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