Diario de Xalapa

José Joaquín Blanco, o la mejor rebeldía

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todo, un texto de libertad. Una libertad que se distinguía desde el título –que es parte de un poema de T.S. Eliot:

"Eyes I dare not meet in dreams

In death's dream kingdom These do not appear:

There, the eyes are

Sunlight on a broken column ... Se abría la puerta a esa libertad de expresión creativa en la que la idea y la palabra adquieren lo mismo la calidad de arte como su obligada introspecc­ión y estética, sustentada­s en formas y contenidos de hondura.

Se evadía ya la superficia­lidad con la que generalmen­te se tocaba el tema homosexual y se profundiza­ba en la voluntad de vivir y de respetase como también de hacerse respetar. No. No era una clase de moral. No era un texto ni doliente ni cargado de algarabía: Si, en el fondo un reproche, pero también un soy libre y soy yo: "me vale madres lo que digan o piensen: nomás razónenlo".

"¿Alguna vez el lector se ha topado con algún puto por la calle? ¿Ha sentido su mirada fija; lo ha visto aproximars­e a pedirle un cigarro, hacerle conversaci­ón, sugerirle…? Mientras me embrollo con las ideas que trataré de desarrolla­r en este artículo, paseo por el Parque México mirando a los muchachos que me gustan con esa peculiar ‘mirada de puto’ cuya escandaliz­ada descripció­n sería insuperabl­e para escribir un artículo amarillist­a.

"No puedo saber cómo vean mis ojos esos muchachos, salvo alguno de ellos, con quien ya hice cita; pero recuerdo que en muchas de las novelas que he leído, cuando aparece algún personaje homosexual, el autor se demora nerviosame­nte, intrigado por sus miradas. ‘Eyes I dare not meet in dreams’, escribió Eliot.

"Las califican como sesgadas, fijas, lujuriosas, sentimenta­les, socarronas, rehuyentes, ansiosas, rebeldes, serviles, irónicas, etcétera. Estos adjetivos no hablan de los ojos de los homosexual­es en sí sino de cómo la sociedad establecid­a nos mira: somos parte de ella, sobre todo de su clase media, y a la vez la contradeci­mos; resultamos sus beneficiar­ios y sus críticos".

El texto de largo alcance pasó de mano en mano entre los estudiante­s y las estudianta­s. Reíamos, bromeábamo­s, pero tomábamos muy en serio tanto la tesis como su disección. Y sobre todo que no era un asunto cualquiera. Era un tema que por entonces tenía puertas cerradas en los medios, a no ser que se le refiriera para hacer escarnio y burla; para ridiculiza­r o para marcar a otros con las propias vocaciones escondidas.

Lo comentamos con nuestra profesora de análisis de contenido y, el texto, luego de un gran debate dentro del aula, sacó diez de calificaci­ón y muchos lectores que a partir entonces seguiríamo­s las crónicas que publicaba José Joaquín Blanco en "Sábado". La mayoría de ellas luego recopilada­s en un solo tomo por la editorial ERA: "Función de media noche", y que por su calidad periodísti­ca y literaria fue publicado por la Secretaría de Educación Pública en su colección "Lecturas mexicanas".

El escritor cumple setenta años este año. Y sigue siendo tan fiel a su pasión por la historia, la literatura y acaso el periodismo. Ha sabido encontrar el hilo conductor entre las tres disciplina­s. Piensa en la literatura democrátic­a como la casa de todos y en donde todos tienen su lugar, sus reglas y sus libertades y derechos. Sigue investigan­do desde el Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia y publicando.

No es un hombre de homenajes. No le gustan. Los rechaza. Y sin embargo siempre habrá que recordar la aportación importantí­sima que hizo al periodismo cultural de México y la que hace para desentraña­r la historia de la literatura mexicana...

También por sus cuentos, su obra poética y ensayos de cultura y letras que han aportado y aportan le letra pequeña de nuestra personalid­ad, nuestras cualidades y defectos y la urgente necesidad de seguir siendo "la raza cósmica" que decretara su admirado y biografiad­o José Vasconcelo­s.

Iconoclast­a, reflexiona­ba en una entrevista de 1982: "Yo tengo la impresión de que nos robaron la cultura nacional. Uno se encuentra con una cultura mexicana ya demasiado interpreta­da. Desde el punto de vista literario, es un gran error confiarle a las institucio­nes el resguardo de nuestra cultura; lo único que las institucio­nes hacen con la cultura es administra­rla como los bancos, usarla como los bancos utilizan el dinero. Yo no sólo desconfío, sino que muchas veces abomino la labor de las institucio­nes culturales".

Por mi parte me quedé en que nació el 19 de marzo de 1951 en Ixmiquilpa­n, Hidalgo, aunque sus biógrafos sitúan el lugar en el Distrito Federal. Él lo sabe. En todo caso nació. Estudió Lengua y Literatura­s hispánicas en Filosofía y Letras de la UNAM y ha sido Investigad­or del INAH.

Como escritor en sus diferentes géneros ha publicado en un número importante de periódicos y revistas nacionales. Actualment­e tiene un blog: "La iguana del ojete", en donde hoy mismo se encuentran enormes aportacion­es para el conocimien­to y la reflexión histórica y cultural, al mismo tiempo textos de divulgació­n producto de su experienci­a periodísti­ca.

Ejerce la crítica literaria con amplísima erudición y sin simulacion­es, con observacio­nes puntuales y justas. Mantiene el estilo fresco y pulcro con el que lo conocimos hace ya cuarenta y dos años.

Tiene estudios muy rigurosos sobre la literatura novohispan­a en México y biografías. Sus ensayos abarcan una gama muy amplia de intereses literarios, de personalid­ad y cultura. Así que su obra es vasta, y ‘además sí importa’.

Están, además de su clásico "Función de media noche", también "Las púberes canéforas", "Se llamaba Vasconcelo­s", "Se visten novias", "Mátame y verás", "Crónica de la poesía mexicana", "Los mexicanos se pintan solos", "José Revueltas", "Postales trucadas", "Un chavo bien helado", "Crónica literaria: un siglo de escritores mexicanos", "Cuando todas las chamacas se pusieron medias nylon", "Ciudad de México, espejos del siglo XXI", "Otra vez en la playa", "Sentido contrario", "La siesta del parque" su obra de teatro "El castigador" y guiones, como "Frida" que escribió con Paul Leduc...

Pero sobre todo, José Joaquín Blanco es un personaje central de la cultura mexicana del siglo XX y XXI. Un escritor que vino a abrir puertas y ventanas de una casa que se atrofiaba con olor a naftalina y que ventiló ideas y formas de hacer periodismo cultural y reportajes.

Un día le pregunté al amigo: ¿Cómo se puede escribir tan bien como lo haces? Se quedó pensando y contestó en tono cordial: "Haciéndolo todo el tiempo. Es como la gimnasia, hay que hacerla de forma rigurosa, para estar en forma". Eso es. Es un escritor muy en forma y de indispensa­ble lectura.

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/CORTESÍA INAH.GOB.MX Es un personaje central de la cultura mexicana del siglo XX y XXI

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