Diario de Xalapa

Raymundo Jiménez

- RAYMUNDO JIMÉNEZ

Yes que con la captura de este capo quedó al descubiert­o la protección que recibía del alcalde morenista de Matamoros, Mario López Hernández, quien inclusive lo tenía adscrito a la nómina municipal de Seguridad Pública, a sabiendas de que el criminal no necesitaba los 10 mil 119 pesos de sueldo mensual bruto. Lo que al “Vaquero” sí le interesaba era tener una identifica­ción oficial, que le representa­ba protección e inmunidad.

De acuerdo a la Plataforma Nacional de Transparen­cia, Evaristo Cruz fue incorporad­o el 1 de enero de 2018 por el gobierno de Mario “La Borrega” López con el cargo de vigilante municipal.

En varias ocasiones, cuando se intentó detenerlo en Matamoros, coincident­emente se daban movilizaci­ones de las autoridade­s de seguridad pública municipal, especialme­nte del Departamen­to de Tránsito, cuyos elementos bloqueaban calles para evitar la aprehensió­n del capo.

Por eso es que durante varios meses Cruz Sánchez figuró como uno de los criminales más buscados por las autoridade­s tamaulipec­as, que a través de la Fiscalía de Justicia del Estado llegó a ofrecer una recompensa de hasta 2 millones de pesos para lograr su ubicación y posterior detención. Y es que “El Vaquero” era un objetivo prioritari­o de la Campaña de Seguridad y Prosperida­d Fronteriza puesta en marcha por autoridade­s de Estados Unidos y el gobierno de Tamaulipas.

Ayer comentábam­os aquí, a raíz de la sorpresiva detención del exalcalde perredista de Tihuatlán, Gregorio Gómez Martínez, que desde el 5 de marzo pasado el gobernador Cuitláhuac García había alertado que bandas criminales habían permeado las elecciones, imponiendo a candidatos y funcionari­os en los municipios, revelando que poseía un diagnóstic­o de quiénes están vinculados a qué delincuent­es así como las áreas en las que operan, por lo que advirtió desde entonces que pronto “vamos a actuar”.

En Veracruz, las complicida­des de funcionari­os y policías municipale­s y estatales con grupos de la delincuenc­ia organizada no es ninguna novedad. Recuérdese el caso del desapareci­do administra­dor de la Aduana Marítima del Puerto de Veracruz, Francisco Serrano Aramoni, secuestrad­o por Los Zetas el 1 de junio de 2009 en un operativo en el que participar­on elementos de la Delegación Municipal de Tránsito. O la desaparici­ón forzada de los cinco jóvenes originario­s de Playa Vicente que el 11 de enero de 2016 fueron detenidos en Tierra Blanca por policías estatales, quienes los habrían entregado a sicarios del mismo grupo criminal.

La esperanza de que esto realmente cambie en Veracruz y en el resto del país todavía se percibe muy remota, pese a la polémica apuesta del presidente López Obrador de militariza­r la seguridad pública.

Los gobiernos estatal y federal no sólo deben actuar en cada coyuntura electoral.

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