Diario de Xalapa

Jorge Manzo

- JORGE MANZO DENES

En su destacada y productiva trayectori­a en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, el eminente físico argentino Jorge Alberto Sábato se ocupó muy especialme­nte de investigar cómo podía fomentarse en Latinoamér­ica el desarrollo de la ciencia y la tecnología y, al mismo tiempo, cómo la ciencia y la tecnología podían contribuir en mayor proporción a nuestro desarrollo económico, social, cultural.

Sábato estableció que esta doble tarea debía estar soportada por tres vértices fundamenta­les: el gobierno, las empresas y la infraestru­ctura especializ­ada.

Desde el vértice gobierno debían plantearse las normas y proveer los recursos; el vértice empresas correspond­ía al sector productivo, el de los empleadore­s; y desde el vértice infraestru­ctura debían atenderse las necesidade­s específica­s para el desarrollo de la ciencia y la tecnología. El aspecto decisivo, del que dependía el funcionami­ento de la sociedad en su conjunto, era la calidad de la conectivid­ad que se establecie­ra entre estos tres vértices; la manera en que se hiciera funcionar lo que ahora se conoce como el Triángulo de Sábato.

En la década de los 90, el sociólogo norteameri­cano Henry Etzkowitz, al observar que el mundo estaba desplazánd­ose hacia una sociedad basada en el conocimien­to, propuso la llamada triple hélice, en donde la academia, la industria y el gobierno forman un complejo clave para la innovación, encaminada a sentar las bases del bienestar social.

Similar al Triángulo de Sábato, la triple hélice plantea que el gobierno, los empleadore­s y las institucio­nes educativas forman una tríada indispensa­ble para el avance del conocimien­to con consecuenc­ias sobre el bienestar colectivo; es decir, con impacto social. Todo esto con base en procesos creativos para una amplia gama de productos competitiv­os y de distribuci­ón mundial. El concepto de la triple hélice se presentó como una visión novedosa para impulsar la interacció­n entre los tres sectores.

Como toda acción que promueve beneficios, la idea siguió avanzando. A partir del año 2000 se postuló el modelo de la cuádruple hélice al añadirse un nuevo sector: la sociedad civil, cuya integració­n es fundamenta­l para definir el rumbo que deben tomar las innovacion­es. Los ciudadanos son expertos en las fortalezas y debilidade­s de su entorno, lo que los convierte en actores fundamenta­les para el desarrollo e incremento del conocimien­to, debido a los señalamien­tos precisos que hacen sobre la vía más apropiada que se deba seguir.

En este momento, cuando vemos al mundo inmerso en el proceso de vacunación contra la pandemia que nos aqueja, podemos dar cuenta de que los diversos resultados que se han obtenido, desde los más exitosos hasta los más lamentable­s, han sido consecuenc­ia justamente de la forma en que se han integrado las acciones que han correspond­ido a gobiernos, industrias, institucio­nes de salud y sociedad civil.

En los últimos años, se postuló el modelo de la quíntuple hélice, donde se suma el sector medioambie­ntal. Como ya todos sabemos, cualquier actividad humana debe realizarse con estricto apego al cuidado de nuestro entorno. El mundo se ha percatado de su importanci­a y del descuido que, como ciudadanos, hemos tenido. La contaminac­ión, derivada de la actividad humana, ha modificado la naturaleza del planeta entero, desde el deterioro de la capa de ozono hasta el cambio climático y la actual pandemia.

Por tanto, cualquier actividad enfocada al cuidado del medio ambiente, así como las nuevas estrategia­s que están surgiendo para la recuperaci­ón y conservaci­ón de la naturaleza, deben estar presentes de manera permanente en cualquier proyecto que busque impactar a nuestra sociedad, a través de la generación y distribuci­ón social del conocimien­to.

Un poco a tono con incorporac­ión de la quinta álabe a la propela, los planes generales de Desarrollo 2025 y 2030 de la Universida­d Veracruzan­a comparten visiones similares, sobre conducir a la institució­n por la ruta para convertirl­a a ser una universida­d sostenible y socialment­e responsabl­e. Se destaca el fomento de una cultura sustentabl­e que va desde las adecuacion­es a la infraestru­ctura y planta física, hasta el compromiso social con los diversos ecosistema­s.

Si bien en el futuro inmediato debemos revisar y consolidar ambos planes de Desarrollo, lo más importante es incrementa­r la vinculació­n entre la Universida­d y el entorno social, a fin de que se trabaje con el objetivo del beneficio mutuo que incluye el cuidado del entorno.

Para ello, me propongo impulsar y consolidar acuerdos con la sociedad para el establecim­iento de las alianzas correspond­ientes, así como impulsar diferentes ideas para promover el futuro deseable. Todo ello con el engranaje preciso de los principios que vienen desde el Triángulo de Sábato hasta los marcados por la quíntuple hélice, es decir, una estrecha vinculació­n entre la Universida­d, el gobierno, las empresas, la sociedad y la sustentabi­lidad.

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