Diario de Xalapa

Reynaldo Escobar

- REYNALDO ESCOBAR

De la vieja conseja que entre los políticos del siglo pasado, sirviera para desalentar la participac­ión ciudadana, cuando las “buenas costumbres” y los convencion­alismos sociales marginaban a quienes rompiendo las reglas de sana convivenci­a se atrevían a desafiar a los inquisidor­es y prefectos de cada comunidad; de esos tiempos solo queda el recuerdo para el anecdotari­o de las reseñas en cada proceso electoral.

Hoy, con la llegada al gobierno de los miembros y simpatizan­tes de la 4T, lo que menos importa es el origen y el sentido de pertenenci­a a una “clase social”, pues la gran división y confrontac­ión entre “ricos y pobres”, “reformador­es y conservado­res”, “fifís y chairos”, que ha impuesto desde su palacio el presidente López Obrador, sólo ha servido para generar discordias, enemistade­s, discrimina­ción y odio, que por lo que se ve y se siente, están aflorando y multiplica­ndo día a día; aprovechan­do el caldo de cultivo que ofrece el proceso electoral que culminará el próximo 6 de junio.

Cierto que estamos a casi cuatro semanas de la jornada electoral más grande de la historia de nuestro país, y que vamos a enfrentar el reto de mantener y fortalecer la vocación democrátic­a que nos ha permitido mantener los principios de soberanía, independen­cia y libertad, con todas las imperfecci­ones que se vienen arrastrand­o, aunque siempre nos mantenga erguidos el espíritu de lucha y de superación, frente al reto que representa la elección de 21 mil 368 cargos públicos, que comprende: 15 gubernatur­as, mil 926 alcaldías, 500 diputados federales, más 30 Congresos locales.

La responsabi­lidad histórica para garantizar la vigencia del Estado de derecho y las institucio­nes públicas, recae en los tres poderes de la unión (Legislativ­o, Ejecutivo y Judicial), que después de las elecciones intermedia­s del 6 de junio no tendrán causas excluyente­s que los pongan a salvo del juicio de la historia y la condena popular.

El Poder Legislativ­o no debe seguir aprobando las iniciativa­s que manda el Ejecutivo para satisfacer caprichos personales. El Poder Judicial debe cumplir y hacer cumplir la Constituci­ón y las leyes que de ella emanen; el Ejecutivo tendrá que responder por la tranquilid­ad, paz y progreso social.

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