Mujeres migrantes, la otra cara de su travesía al sur
TAPACHULA. Sonaba “Con Nombre de Guerra” de Héroes del Silencio y Mónica se preparaba para abordar la pista de baile con tacones altos y minifalda.
Su mirada se extraviaba en rostros que no reconocía.
Hace remembranza de una de esas danzas mientras acepta hablar de su pasado, desmantelando la situación que viven cientos de centroamericanas que llegan a México con la idea de mejorar su calidad de vida en las engañosas labores de la prostitución.
El viaje de Mónica comenzó el 17 de febrero de 2011, cuando decidió salir de su natal Guatemala para viajar a Chiapas.
Las causas que la orillaron a apartarse de su familia del sur de Latinoamérica fueron las mismas por las que atraviesan cientos de centroamericanos entre ellas: la precariedad, el hambre y la falta de oportunidades laborales y sociales.
Relata que fue enganchada por una amiga colombiana que salía con un tipo del cual nunca supo su nombre. Ambos le ofrecieron el viaje a México con la promesa de tener mejor trabajo y
Mónica salió de Guatemala ante la precariedad que vivía, el hambre y la falta de oportunidades laborales y sociales
vida. “El infierno comenzó desde el momento en que yo puse un pie en México”.
Mónica volvió a Guatemala por algún tiempo y se hizo madre de dos niñas. Después regresó a México, ahora en Tuxtla Gutiérrez, donde se dedica a la cosmetología. Un accidente la ha frenado en la búsqueda de oportunidades laborales, pero sigue en marcha apoyada por muletas.