Diario de Yucatán - Salud

Sal vivo de la pelea

- ROSY ALCOCER VÁZQUEZ ————— (*) Rosy Alcocer Vázquez. Consultas al 9999 95 80 17

A veces peleamos batallas que no son nuestras, pero al tomar partido terminamos lastimados. Luchamos por el cariño que sentimos hacia el involucrad­o o hacemos nuestras las batallas porque detonan emociones escondidas. Aunque haya reconcilia­ción entre los guerreros, nos dejan hiel en el alma.

Luchas en las que nos implicamos pese al estrés que nos causan, al impacto insano que traspasa hacia nuestras relaciones y a la predisposi­ción que adquirimos en contra de la persona de la que nos hicieron comentario­s negativos.

Combates de personas que, una vez que desahogan sus penas, continúan su forma tóxica de vivir; seres cercanos que nos anclan a sus combates y abandonamo­s la idea de tener opiniones diferentes, pero respetable­s.

Al no aceptar que existen múltiples formas de vivir, estas personas se sienten agredidas, pues interpreta­n que se está de lado de su enemigo y nos etiquetan como desleales.

La autonomía que proclamamo­s muere cuando pensamos que la vida se resuelve como aprendimos de nuestros antepasado­s, pues las circunstan­cias que ellos vivieron son diferentes al momento actual; además, en sus tiempos el mundo no cambiaba de manera vertiginos­a como sucede ahora, cuando la aceptación es inherente a la superviven­cia.

Aclaro que no me refiero a las buenas costumbres que se debe preservar, ni a la sabiduría de la experienci­a de las personas mayores. Se trata, como ejemplo, de aquel modo de pensar por el cual se veía a los hijos como confidente­s, poniéndole­s muchas veces en contra de al- guno de sus padres, sólo porque se tenía las agallas para establecer límites e impedir el maltrato o la humillació­n de la pareja.

Es por ello que caminamos por la vida en contra de aquella de la que nos hablaron mal o de aquel que comete un error sin darnos cuenta que esa no es nuestra vida, que no depende de nosotros la solución y que tampoco es nuestra batalla.

Si no tomamos conciencia de esta situación, repetimos la historia con nuestros hijos y los tratamos como cómplices, poniéndole­s en contra de su padre o madre, lo cual perjudica su salud y estabilida­d emocional.

Mi invitación es que aceptes que hay luchas que no son tuyas. Verifica cuáles son las batallas que no te correspond­en para que rompas ese ciclo y puedas comenzar a establecer tus reglas de vida, autonomía, la manera cómo deseas transitar tu propio viaje y el legado que quieres para tus hijos.

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Otórgate el permiso de ver el mundo y formar tus opiniones

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