Precaución
Los edulcorantes causan mayores ganas de comer
Especialistas recomiendan a las mujeres realizarse pruebas para detectar cáncer, pues el riesgo de muerte sería más grave de lo que se pensaba.
Afortunadamente parece que han pasado a mejor vida todos estos mensajes alarmantes y rumores que nos decían que los edulcorantes, especialmente la sacarina o el aspartamo producían cáncer. Este mensaje está bastante obsoleto y se asume que los edulcorantes no causan cáncer.
Duramente muchos años se han divulgado estudios para “tranquilizar” a la sociedad sobre la seguridad de los mismos, sobre todo en un entorno de quimiofobia en el que la gente parecía preferir el azúcar “natural” del café en lugar de la “sacarina”.
El dietista-Nutricionista, Tecnólogo Alimentario e investigador Aitor Sánchez se pregunta en una nota publicada por “El País” si “¿hemos sido demasiado blandos con los edulcorantes?”.
Y explica que ha sido durante la última década en especial cuando nos hemos empezado a cuestionar otros potenciales efectos de estas sustancias, más allá de su efecto cancerígeno.
Ahora se sabe entre otras cosas que pueden incrementar nuestro apetito, pueden ser adictivos al igual que el azúcar, y que puede que no sean tan útiles para bajar de peso como se pensaba.
En resumen, que sean seguros no quiere decir que sean inocuos.
Un reciente estudio en Sin- gapur confirmó la ineficiencia de los edulcorantes para bajar de peso, al menos a nivel de apetito, en el que las personas “compensaban” las kilocalorías que ahorraban tomando edulcorante al comer en las siguientes ingestas. Es decir, se toma menos energía en ese momento, pero más adelante sentirán hambre y comerán de más. Habrá por tanto “una mínima influencia en la ingesta energética y el efecto de la glucosa e insulina después de las comidas de ese día”.
Es un típico ejemplo de cómo las personas cuando están en un entorno “controlado”, como ratas en una jaula, no se comportan igual que en la vida real. El adelgazamiento que se produce en los estudios con edulcorantes sólo dan lugar si hay restricción de kilocalorías, no por el efecto del edulcorante. No obstante, hay que tener en cuenta que sustituir un producto azucarado por otro edulcorado puede ser una opción a barajar, especialmente si se quiere disminuir la cantidad de azúcar de esa dieta. Pero muy diferente es asumir que por ser “sin azúcar” ese producto va a ser saludable.
El hecho de que los edulcorantes se vinculen con la obesidad es por tanto algo mucho más complejo que una cuestión de kilocalorías. Que un alimento sea saludable o no, o que un alimento engorde o no, es bastante independiente de la energía que aportan, dependiendo mucho más de sus componentes y de cómo se comportan en nuestro cuerpo.