Precaución
El cloro de las piscinas no evita que haya microorganismos que pueden afectar la salud y es necesario tomar ciertas medidas para protegerse.
Con el calor de verano y las vacaciones es común acudir a playas o piscinas, sin embargo estas actividades aumentan el riesgo a padecer una enfermedad de transmisión acuática.
Un nuevo estudio promovido por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDCP) señala que la presencia de productos químicos en el agua de las piscinas no garantiza la inexistencia de organismos perjudiciales. Los síntomas más comunes suelen implicar diarrea, dolor de estómago o vómitos.
De 633 brotes a nivel nacional causados por bacterias, virus y otros organismos del ambiente, cerca del 80% de ellos fueron rastreados en aguas tratadas con cloro u otros productos químicos propios de piscinas y jacuzzis según lo publicado en “Muy interesante”.
“La gente tiene una falsa sensación de seguridad cuando van a piscinas. Creen que el cloro lo mata todo y no es así”, afirma Trisha Robinson, supervisora epidemióloga del Departamento de Salud de Minnesota.
Las piscinas suelen contar con personal capacitado que controla los niveles de químicos diariamente y registra los productos añadidos. El problema surge cuando a la mezcla se le añaden personas. ‘Es una bañera comunal, estás compartiendo agua y gérmenes con todos los que están ahí’, comenta la especialista. A pesar de que el cloro y otros químicos ayudan a neutralizar gran cantidad de bacterias y otros organismos, muchos brotes de los analizados en el estudio se produjeron por el Cryptosporidium, un pequeño parásito que puede sobrevivir en aguas cloradas más de siete días.
Según el estudio, la principal fuente del problema es la materia fecal humana. El no tomar las precauciones adecuadas podría provocar enfermedades y dolencias estomacales a mucha gente.
“Nadar es una actividad genial, pero no importa dónde estés nadando, hay que intentar no tragar agua”, concluye Trisha Robinson.