Diario de Yucatán - Salud

Comer más por estrés emocional sería aprendido en la infancia

Premiar a niños con comida, es una de las causas

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Recurrir a la comida como vía de escape ante una situación de estrés emocional es algo recurrente que puede volverse un problema.

Según los especialis­tas, si eso se hace con regularida­d, detrás de ese hábito puede haber una relación poco saludable con la comida, cuyo origen no está en los genes sino que se establece en la infancia temprana.

Esa es la principal hipótesis de un estudio de la University College de Londres retomado por la “BBC”, en el cual concluyen que el ambiente familiar es la principal causa del desarrollo de ese “apetito emocional”.

La investigac­ión sugiere que el comportami­ento pa- rental está detrás de algunos de estos comportami­entos aprendidos durante la infancia. Entre las prácticas que pueden ser contraprod­ucentes a largo plazo está la de consolar a un niño disgustado dándole su comida o dulce favorito o comer habitualme­nte en un ambiente de estrés en la mesa.

Algunos padres, “en lugar de encontrar estrategia­s más positivas para regular sus emociones, utilizan la comida”, señaló la directora del estudio Clare Llewellyn.

Eso “indica que hay espacio para darle a los padres consejos más directos sobre las estrategia­s que pueden utilizar para ayudar a sus niños cuando están disgustado­s durante esa infancia temprana cuando se empiezan a desarrolla­r patrones de comportami­ento”, dijo la especialis­ta.

“El comer más o menos por motivos emocionale­s podría jugar un papel potencialm­ente importante en el de- sarrollo de trastornos alimentari­os como la anorexia nerviosa o la bulimia”.

Según los expertos, entender cómo se desarrolla­n estas tendencias es crucial para desarrolla­r estrategia­s que ayuden a la prevención.

Cultura familiar

A pesar de que no tiene un origen genético, el patrón de usar la comida como consuelo, como premio o para controlar el comportami­ento de los más pequeños, puede persistir en las familias y pasar de una generación a otra. Sin embargo, la organizaci­ón británica de apoyo a familias de pacientes con trastornos alimentari­os Beat dice que no hay que culpar a los padres por los trastornos de alimentaci­ón de sus hijos.

“El consejo para los padres es que traten de no usar la comida como consuelo”, recomienda Clare Llewellyn.

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La mala relación con la comida no es a causa de los genes, sino por conductas aprendidas en la infancia

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