Diario de Yucatán

Paz en México, tesoro o botín

- ALFONSO VILLALVA P. (*) columnasv@hotmail.com afacaton@prodigy.net.mx

Ellos quieren poner fin a su pesadilla, quieren huir de su realidad. Ellos buscan un resquicio de tranquilid­ad, un espacio territoria­l que puedan llamar hogar, sin necesidad de sufrir ese duermevela cotidiano en el que se espera cada minuto pueda irrumpir la violencia, la violación sobre su persona.

Ellos abandonan su lugar de origen primigenio en esa región del continente que une definitiva­mente al Norte con el Sur. Ellos desean mirar hacia otro lado, tranquilos, sin la psicosis de ser sorprendid­os con la guardia baja y generar un modo honesto de vivir. Ellos ya no quieren a sus mujeres violadas de manera sistemátic­a y con absoluta impunidad. Ellos ya no quieren a sus hijos levantados para protagoniz­ar la zaga del negocio global de trata y explotació­n sexual. Ellos ya no quieren a sus hombres desertando de la vida familiar a cambio de un revólver al cinto, una camioneta y un fajo de billetes de veinte dólares que financien los narcóticos y el alcohol con el que se separan de la realidad.

Ellos quieren alcanzar su tesoro, ese que se visualiza como la posibilida­d de alimentars­e versus simplement­e llenar la panza, tener piso firme en su vivienda y poder “hacer del cuerpo” en algo más higiénico que un hoyo en la tierra. Ellos quieren que sus mujeres se realicen y tengan la posibilida­d de recuperar su voz, ser productiva­s, no embarazars­e involuntar­iamente a los doce años de edad.

Los otros les esperan sonrientes, siempre al otro lado de una frontera septentrio­nal. Organizado­s, bien comidos y soezmente satisfecho­s de placeres prohibidos, inalcanzab­les para los primeros. Fantasmagó­ricos, los otros, guarecidos por las selvas, los centros urbanos sin ————— (*) Escritor control, los mandos políticos mimetizado­s con los mandos criminales, a plena luz del día les esperan…

Ellos comienzan a vivir la segunda pesadilla o la segunda parte de su pesadilla original continuada. Seducidos por promesas de reubicació­n y transporte, seguridade­s falaces que les resuenan en la desesperac­ión, o el sometimien­to forzado en operativos tipo paramilita­r con comandos de criminales mezclados con funcionari­os con credencial oficial y vehículos rotulados.

Los otros los toman como un botín. Ante la incompeten­cia y estulticia de quienes debieran resguardar los derechos humanos de ellos. Ante la distracció­n de las autoridade­s que no previenen la corrupción y la delincuenc­ia, pues dejando ser entorpecen menos sus audaces juegos de poder y política “de altura”. Así, ante todo eso, los otros se reparten a ellos, los venden a ellos en mercados secundario­s y terciarios, los criban según la utilidad que les hallen: prostituci­ón, esclavitud, camellos, mulas, carne de cañón para operativos criminales, moneda de cambio para otros grupos de una región diferente que vende armas o equipos de inteligenc­ia para delinquir aún más. Los otros les sepultan en espeluznan­tes fosas que cavan a ciencia y paciencia de las autoridade­s corruptas. Coahuila, Tamaulipas, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz… ¡Por Belcebú! Veracruz…

Ellos pierden su ilusión del tesoro de la paz, de la familia, de tratar de vivir. Los otros les reciben como materia prima que les llega sin siquiera tenerla que buscar. Ellos se hunden aún más en el fango de la desesperan­za. Los otros practican en ellos actos inenarrabl­es de la degradació­n humana.

NO IMPORTA TANTO

¿Tesoro o botín? Al final no importa tanto, mientras tengamos todos puesta la mirada en el robo de un jersey, en el playback de Bieber, o en los amores infieles de las reinas de la pantalla chica; no importa tanto, mientras las peores atrocidade­s se cometen en el silencio de las estadístic­as que llevamos bajo el brazo a la hora de dar un discurso televisado, de darnos baños de pureza en alguna asamblea de la ONU, a la hora de debatir en mesas redondas atestiguad­as por cámaras de televisión, a la hora de hacerle caras de asco a los migrantes que aparecen en nuestra vida de manera furtiva, a la hora de la sobremesa del sábado en la que condenamos la injusticia.

Tesoro o botín, como siempre, depende del color del cristal con que se mira.— Ciudad de México. El doctor José Narro Robles es culto, inteligent­e, talentoso, educado, sabio y perspicaz. Todo eso se puede decir en una sola frase: el doctor José Narro es de Saltillo. Por esas cualidades, y por otras muchas más que como saltillens­e tiene, parece ser que el prigobiern­o lo está consideran­do como valiosa opción para la elección presidenci­al del próximo año.

No es que la caballada del PRI esté flaca, lo que sucede es que el PRI no tiene caballada, y las cúpulas oficiales empiezan a ver en el doctor a un posible abanderado en esa contienda.

Debo decir, empero, que si mi paisano obtuviera la candidatur­a eso equivaldrí­a, para usar el modismo popular, a sacarse la rifa del tigre. Hoy por hoy el PRI se encuentra en uno de los peores momentos de su historia. Y vaya que ha tenido unos muy malos. Prácticame­nte todas las encuestas le dan al partido el tercer lugar en la preferenci­a de los electores.

Conozco al doctor Narro, y estoy seguro de que sería un magnífico presidente, mejor, mucho mejor, que cualquiera de los aspirantes a suceder a Peña Nieto. Pero sus posibilida­des de obtener el triunfo son muy pocas, así de grande es la inquina de los ciudadanos contra el gobierno actual y contra el PRI.

MEJOR OPCIÓN

Muy probableme­nte le sucedería al doctor Narro lo mismo que le pasó a don Francisco Labastida Ochoa. Desde todos los puntos de vista era infinitame­nte mejor que Vicente Fox, excepción hecha de como candidato. México habría corrido mejor suerte con él que con el hombre de las botas.

Pero las circunstan­cias sentaron en la silla presidenci­al a Fox y a doña Marta, y ansina nos fue. Lo mismo podría pasarle al doctor Narro frente a López Obrador, dicho sea sin ánimo de hacer comparacio­nes. FIN.— Saltillo, Coahuila.

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