Ensayos para la reproducción inducida de mero en Yucatán
Avances en unos estudios de la UNAM en Sisal
Investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desarrollan en Yucatán un proyecto encaminado a resolver, mediante el cultivo, el problema de la disminución paulatina en la captura de mero.
Encabezados por la doctora Claudia Verónica Durruty Lagunes, los especialistas empezaron sus estudios con ejemplares juveniles de mero rojo —hembras inmaduras— y después consiguieron ejemplares machos, grandes, en altamar.
Elaboraron en laboratorio una dieta especial para los peces en observación y trabajaron con ejemplares pequeños para darles hormonas masculinas, de tal manera que una hembra cambiara a macho. El mero es hermafrodita protógino.
Ahora se busca producir semen para preservarlo, como se hace con el ganado, y usarlo cuando las hembras se puedan reproducir.—
Ante el desplome de los volúmenes de captura del mero, como consecuencia de la sobreexplotación, la acuacultura se levanta como una de las mejores opciones para resolver los problemas de esa pesquería, de acuerdo con investigadores.
En ese contexto, la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Sisal desarrolla una serie de proyectos orientados a apoyar la producción pesquera con bases científicas.
Uno de esos proyectos está relacionado con el mero rojo, una especie hermafrodita protógino amenazada por la explotación.
En publicaciones anteriores informamos que los volúmenes de captura del mero en Yucatán, y en la Península en general, se han reducido considerablemente por la sobreexplotación a que está sometida la especie.
La doctora Claudia Verónica Durruty Lagunes, investigadora del campus Sisal de la UNAM, ofreció amplio panorama de la situación que guarda el mero en la zona.
En entrevista que concedió en su área de trabajo, de la que también ofrecimos detalles en nuestras dos entregas anteriores, la doctora en Acuicultura por la Universidad de Barcelona respondió a preguntas sobre la reproducción inducida del mero rojo y los estudios que ella coordina.
A continuación, los conceptos que formuló sobre sus investigaciones:
—El mero rojo es una especie longeva, que tarda mucho en llegar a la etapa de crecimiento y a la etapa reproductiva.
—Trajimos ejemplares juveniles capturados cerca de aquí (Sisal), más o menos de dos a tres años de vida.
—Para que alguno de ellos llegara a la etapa de reproducción tendríamos que mantenerlos en el laboratorio durante tres o cuatro años. Eso implicaría un gasto económico importante, y si las condiciones de cautiverio no son las adecuadas para el pez podríamos esperar esos tres o cuatro años y tal vez ninguno de ellos llegaría a desarrollar la gónada. Y si la desarrollara, seguramente sería hembra.
—Podíamos trabajar con las hembras, pero ¿cómo íbamos a fertilizar los huevos? Necesitábamos los ejemplares machos, pero éstos se encuentran a mar profundo, a 12 ó 24 horas de distancia de la costa.
—¿Por dónde empezamos a atacar el problema? Trajimos a los juveniles, hembras inmaduras, al laboratorio. Primero teníamos que ver si comen aquí en cautiverio. Y si comen, ¿qué comen? Sabemos qué es lo que comen afuera, pero aquí es muy caro darles alimento fresco.
—Hicimos una serie de ensayos para determinar dietas de crecimiento del mero. Allí tuvimos una palomita, porque si logramos reproducir los meros en laboratorio ya sabemos qué comerán los juveniles. Avanzamos por ese lado y después dijimos: “Bueno, podemos trabajar con ellos, pero necesitamos los animales grandes”.
—Entonces vimos a qué problemas nos enfrentamos. Primero, la profundidad a que se extraen y la técnica con la que se extraen. Resulta que como viven a gran profundidad, los peces salían sin estómago o con los ojos saltones (por descompresión).
—Es algo que tuvimos que resolver. Con la colaboración de técnicos del CRIP Yucalpetén salimos con pescadores que nos ayudaron a capturar los peces en la forma en que ellos lo hacen, con todos los cuidados, y logramos traer a siete reproductores, animales de 50 centímetros.
—Y dijimos: bueno, los que tenemos aquí son hembras, que podrían cambiar a machos, pero no lo sabemos. Si no tenemos machos vamos a tener un problema serio.
—Entonces trabajamos con organismos pequeños para darles hormonas masculinas, de tal manera que una hembra cambiara a macho. Y lo logramos. Logramos producir machos de pequeña talla, y eso era un gran punto. A nivel histológico pudimos convertir un ovario en un testículo, y lo que nos falta ahora es fortalecer para producir semen, que pueda preservarse como se hace con el ganado y que esté disponible cuando las hembras se puedan reproducir.
—Los meros son muy resistentes al cautiverio, nos permiten manipularlos. El hecho de que sean una especie longeva es ventaja en el cultivo, porque podemos tenerlos mucho tiempo en cautividad y nos pueden servir como pie de cría mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo? No lo sabemos. Es algo en lo que tenemos que trabajar.
—Estamos convencidos de que los trabajos que hacemos en la UNAM sí pueden dar una alternativa al problema del mero mediante el cultivo.—