“Lucrezia Borgia” de antología
Logra la soprano Mariella Devia un personaje integral
VALENCIA (EFE).— La producción de “Lucrezia Borgia”, la ópera de Gaetano Donizetti estrenada ayer en el Palau de les Arts, pone de relieve la ambición y el poder que alimentaron la leyenda negra de la familia valenciana, que en la obra se plasma a través del amor filial, la venganza y la muerte.
Con Fabio Biondi en la dirección musical y Emilio Sagi como responsable de la dirección de escena, la producción propia del Palau de les Arts, la primera de esta temporada, pone el acento en las pasiones que oprimen hasta la asfixia a los personajes hasta convertirlos en unos títeres del destino.
Mariella Devia, soprano experimentada que mereció los elogios del público, logra plasmar una Lucrezia de antología: apasionada, tierna y atormentada en su relación con Gennaro, su hijo secreto; pero también despiadada, malévola y con sed de venganza con todo aquél que se opone a sus propósitos o no se somete a sus designios.
Correcto estuvo el tenor estadounidense William Davenport, un Gennaro apasionado, fiel hasta la muerte con sus amigos, enamorado de una mujer sin saber que es su madre y atormentado porque siempre sintió por ella amor a pesar de haber sido criado por unos pastores.
La escenografía de Llorenç Corbellas traslada la acción, situada históricamente entre finales del siglo XV y comienzos del XVI, a una época atemporal, con unos paneles móviles sobre los que se proyectan dibujos abstractos que igualmente configuran una sala de fiestas futurista de Venecia que un palacio Ducal minimalista de Ferrara, con las letras del apellido Borgia como símbolo visible de ostentación.
A lo largo de toda la obra los únicos elementos reconocibles son la góndola del
prólogo con la que entra en escena Lucrezia Borgia y una reproducción del hombre de Vitruvio, de Leonador da Vinci, únicas referencias expresas a un Renacimiento descrito aquí como un período lleno de intrigas, diversión y pasiones.