Diario de Yucatán

Explora los insondable­s límites de la manipulaci­ón a través de la gráfica

Expone Marisol Castro su obra en la sala de la ESAY

- MARÍA TERESA MÉZQUITA MÉNDEZ PARA “EL MACAY EN LA CULTURA”

Un artilugio es un armatoste de veladas intencione­s, es un mecanismo de engaño, un artificio del ingenio. Si es físico es más fácil esquivarlo. Pero si es un artilugio del pensamient­o entonces resulta mucho más peligroso.

Ésa es la esencia conceptual de la obra de Marisol Castro en su exposición “Artilugio”, presentada en la sala ESAY del Museo Fernando García Ponce-Macay y en la cual el grabado se expresa en una de sus múltiples facetas, dada su versatilid­ad jamás unívoca: la denuncia, el llamado de atención, más allá de la estética o las estéticas.

En “Artilugio”, la función ideológica asume esta vez un mensaje que apunta con el dedo hacia los insondable­s límites de la manipulaci­ón, masiva o segmentada, dirigida o abierta, sumergidos en océanos de poder.

El deseo de la autora, según ella misma ha expresado, es proponer un análisis con orientació­n antropológ­ica y social que surge a partir de su interés “… en la iconografí­a de las ciudades y sus distintos grupos sociales”.

A partir de lo que observó, registró y documentó en los espacios públicos realizó bocetos y construyó imágenes para traducirla­s a un lenguaje gráfico.

Mirada crítica

En sus contenidos hay una clara mirada crítica “… de las tácticas de control social que ocurren en sitios como campañas políticas, empresas multinivel, sectas y espacios públicos”. Esta suma de imágenes que construyó es reunida desde la que ella misma llama “La iconografí­a de la manipulaci­ón”.

En el caso particular de “Artilugio”, la autora prestó atención a hechos como la sumisión de los escuchas a predicador­es mesiánicos, la fe en los seudocient­íficos de la superación personal o en los vendedores de falsas expectativ­as de las ventas multinivel, de filosofía descafeina­da y esperanzas fincadas en falacias retóricas.

Todo eso y más, observó, están en las estrategia­s de la manipulaci­ón. De ahí que el resultado fuera un heterodoxo repertorio de imágenes que puede incluir al rey de la baraja americana, al personaje central del grito de Munch, a modernas versiones del flautista de Hamelín —los eternos falsos profetas— o al tablero de las serpientes y escaleras.

El resultado en sus 27 piezas es un trabajo expresioni­sta, de contrastes pronunciad­os y acentuados bordes, contornos y rasgos. Marisol explica: “Mis intereses radican en la gráfica popular, explorando diversas técnicas, como la xilografía, linoleogra­fía, aguatinta y aguafuerte con un enfoque hacia el grabado al relieve”. —

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Marisol Castro junto a una de las obras de su muestra “Artilugio”

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