Lo festejan con mariachi
En Progreso sigue celebrando 24 años de servir al Señor
PROGRESO.— Una grata sorpresa se llevó la mañana de ayer domingo el párroco de La Purísima Concepción y San José, Francisco Mukul Domínguez, ya que antes de empezar la misa los feligreses y la Catequesis Infantil lo recibieron con cantos y felicitaciones por sus 24 años de ordenación sacerdotal.
Al empezar la ceremonia eucarística, el padre Mukul Domínguez agradeció a los devotos la muestra de cariño y también les pidió que oren por él.
—La verdad, no me esperaba este festejo, se los agradezco de corazón —expresó el sacerdote ante los numerosos feligreses, quienes incluso llenaron el segundo piso de la parroquia.
Durante la misa, el párroco señaló que de acuerdo con Dios, la oscuridad significa pecado, en especial cuando una persona vive con soberbia, envidia y avaricia.
—Mientras Dios esté en el mundo, él será la luz porque así quiere que vivamos: iluminados. El Señor no se fija en apariencias porque éstas no le importan, para él lo primordial es lo que tenemos en el corazón.
Entre aplausos
Al término de la homilía, la feligresía brindó aplausos al padre Mukul Domínguez.
En tanto, los catequistas y los menores de edad mostraron su afecto al presbítero con un pastel, bailables, cánticos y un mariachi que contrataron.
A la ceremonia también acudieron niños que pertenecen a las parroquias de Tecoh y Dzidzantún, en las cuales el sacerdote fue párroco; Tinum y otras.
Antes de este festejo, la noche del viernes 24, el padre Mukul Domínguez ofició su misa de acción de gracias por su aniversario sacerdotal en la parroquia ante unas 500 personas.
El padre Mukul Domínguez pidió perdón a los fieles y a las personas que haya ofendido de palabra o por alguna actitud que haya tomado sin querer.
—Es un privilegio estar en Progreso, donde llevo cuatro años en la parroquia. Agradezco el cariño y los buenos amigos que he hecho porque me recuerdan que nunca se termina de aprender.
El líder religioso igual subrayó que el apoyo de la familia es muy importante, y en el caso de un sacerdote “nos fortalece cuando nos quedamos solos”.
También recordó que tenía problemas para hablar en público, pero “un sacerdote me dijo que lo que tengo que hacer es hablar de la palabra de Dios y así lo hago en mis sermones”.
—Soy lo que Dios decidió que sea, el sacerdocio es un don. El día de mi ordenación no podía creer que ya era sacerdote, todos los días pienso que no merezco serlo, que no soy digno, pero Dios me hace ser digno, así que todo es cosa de Dios y no mía —dijo.—