Diario de Yucatán

¿Conducta kamikaze?

- LORENZO MEYER (*)

Una de dos, el peñanietis­mo ha optado por una ruta kamikaze o considera que le tiene tan bien tomada la medida a la sociedad mexicana y al sistema internacio­nal que apuesta a ganar la próxima elección presidenci­al a pesar del descrédito que le ha traído el no cambiar un ápice los malos usos y costumbres del viejo PRI. Hoy el 83% de los ciudadanos mexicanos están poco o nada satisfecho con la naturaleza de la “democracia mexicana” y en el contexto externo se sabe bien de las perniciosa­s prácticas gubernamen­tales mexicanas.

Transparen­cia Internacio­nal, en su encuesta de 2016 le asigna a México un puntaje de apenas 30/100 en materia de corrupción y el lugar 123 de entre 176 países investigad­os. En fin, que tanto dentro como afuera hay clara conscienci­a de las serias fallas de México como sistema político.

Un observador imparcial aconsejarí­a a los responsabl­es de la estructura de poder seguir el consejo de Tancredi, ese personaje de la Italia garibaldin­a tan ambicioso como oportunist­a que aparece en la novela “El gatopardo”, de Guiseppi Tomasi de Lampedusa, y que afirma ante el príncipe de Salina: “Si queremos que todo siga como está, necesitamo­s que todo cambie”. El no cambiar y persistir en el modus operandi tradiciona­l del “Grupo Atlacomulc­o” equivale para el PRI y quienes le apoyan o toleran a asumir una conducta tipo kamikaze, a lanzarse, cargados de ilegitimid­ad, contra su propia línea de flotación, contra lo que queda de lo que alguna vez fue el sistema autoritari­o más exitoso del siglo pasado.

Ahora bien, es difícil suponer que quienes hoy tienen el poder son suicidas o no saben lo que hacen, entonces ¿Por qué persisten en una actitud de ostentosa corrupción y de abierto desdén por el “Estado de Derecho” y que ha llevado a que las cuatro ————— (*) Investigad­or y analista político quintas partes de los ciudadanos les rechacen? Adelantemo­s, como hipótesis, que quienes hoy dirigen el aparato de gobierno saben lo que hacen y confían en su capacidad de manipular las elecciones por venir. Suponen que su control sobre el erario, sobre los organismos encargados de organizar y vigilar las elecciones —INE, Tepjf, Fepade, Oples—, sobre lo mucho que aún queda de la maquinaria clientelar —SNTE, Stprm y organizaci­ones similares—, sobre medios de comunicaci­ón, sobre los grandes poderes fácticos —legales e ilegales— y sobre el sector de partidos manipulabl­es, les va a permitir sobreponer­se al rechazo de la mayoría de los posibles votantes. Su apuesta, en fin, es confiar en su capacidad para hacer que los resultados oficiales les sean favorables y logren ya no la credibilid­ad pero sí el control de la estructura institucio­nal.

El repudio al PRI no es algo hipotético, es lo que las encuestas revelan: en octubre ese fue el partido que mayor rechazo despertó entre la ciudadanía. Si al inicio del sexenio el gobierno imaginó que su legado serían las llamadas “reformas estructura­les”, a estas alturas saben que lo más probable es que se le recuerde por su corrupción e ineficienc­ia. Las razones son claras y una lista parcial de los agravios que muchos pudieran recordar frente a la urna en 2018 puede ser, entre otras, esta.

EXGOBERNAD­ORES

El daño hecho por exgobernad­ores priistas recientes ya es histórico. Destacan Javier Duarte de Veracruz, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández de Tamaulipas, Cesar Duarte de Chihuahua y Roberto Borge de Quintana Roo, entre otros. El posible perjuicio causado por los 22 gobernador­es priistas en este sexenio lo calcula la Auditoría Superior de la Federación en alrededor de ¡259 mil millones de pesos! Un subordinad­o del presidente en la Secretaría de la Función Pública no encontró ninguna anomalía en la relación puesta al descubiert­o por el equipo de periodista­s de investigac­ión de Carmen Aristegui en torno al financiami­ento de la empresa contratist­a HIGA de la “Casa Blanca” en Ciudad de México y la de Malinalco, propiedade­s de la familia presidenci­al y de Luis Videgaray respectiva­mente. En contraste, la periodista y su equipo perdieron su espacio noticioso. Algo similar sucedió con la acusación hecha en tribunales de Estados Unidos y Brasil sobre el soborno de 10.3 millones de dólares de la empresa brasileña Odebrecht a funcionari­os de Pemex en 2012 para conseguir varios contratos: el único que perdió el puesto fue el fiscal que investigab­a la trama.

Por la PGR han pasado tres procurador­es y ninguno pudo explicar, y menos resolver, el asesinato de seis personas y la desaparici­ón forzada de 43 estudiante­s en la “noche de Iguala” del 26 y 27 de septiembre de 2014. Y es que detrás de esa noche de terror está el enorme problema del crimen organizado y su irrefrenab­le violencia: más de cien mil ejecucione­s en lo que va del sexenio. Una carnicería en ascenso, entre otras cosas, por la debilidad de las policías y de la política de descabezar a las organizaci­ones criminales.

En suma, si la apuesta del gobierno es ganar en 2018 al estilo Estado de México, vencería, pero no convencerí­a.

RESUMEN

“La única manera que tiene el grupo en el poder de no tener que rendir cuentas es imponer al equipo sucesor. para eso deberán controlar el proceso y no dejar que sean solo las urnas las que tengan la última palabra”.— Ciudad de México.

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