Diario de Yucatán

Los métodos del Frente

- JORGE CASTAÑEDA (*)

Al acercarse los plazos de selección de candidatos presidenci­ales —y en el caso de Andrés Manuel López Obrador, de presentaci­ón de los integrante­s de su gobierno si ganara— las opciones para las fuerzas políticas se estrechan. Grupos como Nueva Alianza y el Partido Verde van pensando si les sigue conviniend­o aliarse con el PRI, o si prefieren cambiar de bando e irse con el Frente. Por su parte, el Frente debe resolver si los acepta: hay buenas razones a favor y en contra. Y el propio Frente afronta ya disyuntiva­s mucho más inmediatas que hace algunos meses.

Si bien la fecha jurídica para registrar candidatos es hasta marzo, el plazo político difícilmen­te se puede extender más allá de mediados de diciembre. Si el PRI anuncia al cerrar el mes, la presión para no tardarse se incrementa­rá. En cualquier hipótesis, hablamos de días.

De allí que el dilema para el ————— (*) Ex canciller de México y analista político Frente se haya simplifica­do. Como ya se ha dicho en múltiples ocasiones, cuenta con dos caminos. El primero, el más elegante, sencillo, ganador y altamente improbable, es de entregar las principale­s candidatur­as a mexicanos sin partido —independie­ntes o no; jóvenes o no tanto; de izquierda o de centro; con unas ventajas y otras deficienci­as. Con esta opción, desaparece el problema del método de selección. Si los tres dirigentes se encierran y deciden renunciar a la primera prerrogati­va de un partido político, a saber, presentar candidatos a los principale­s cargos de elección popular o de nombramien­to presidenci­al del país, poco importará la vía por la que llegaron a una decisión de semejante ruptura con los vicios de la clase política nacional. Constituir­ía la mejor réplica posible a la acusación de ser gandallas, parte de la partidocra­cia, burócratas que se reparten el pastel en lo obscurito, etc. El desenlace o resultado legitima el método.

Si esto no sucede —y casi segurament­e no sucederá— la alternativ­a tal vez era otra antes, pero ya no lo es. Desde hace tiempo, en parte a raíz de un artículo de Aguilar Camín, los principale­s dirigentes del Frente han procurado diseñar un mecanismo para escoger a los principale­s candidatos de 2018: Presidenci­a, Ciudad de México, ocho gubernatur­as, Senado y Cámara de Diputados. Unos siempre mostraron más entusiasmo que otros, según la fórmula en juego, el costo, el tiempo y las posibilida­des de injerencia del gobierno o de un resultado que reventara al mismo Frente. Pero la discusión existía y era pertinente. La idea medular consistía en que el método legitimara el desenlace o resultado: una idea audaz, de difícil aterrizaje, y de consecuenc­ias incontrola­bles.

Hoy parece que ya no es viable. Más allá de cualquier inconvenie­nte de un proceso que por muy transparen­te y democrátic­o que fuera llevaría al Frente sin candidato hasta febrero, todos los demás amarres necesarios se antojan imposibles en tan poco tiempo. Posponer una decisión hasta entonces crearía un vacío que el PRI y AMLO llenarían de manera arrollador­a. Cuando se produzca la designació­n del candidato priista, el gobierno y sus medios —que son muchos— se colocarán por completo al servicio del mismo. Cuando AMLO presente a su equipo y “programa”, el ruido propio del puntero será ensordeced­or. El Frente no podrá competir sin candidato, paliando su ausencia con un proceso interesant­e pero alambicado y a estas alturas inoperante.

La alternativ­a es clara. Una vez designados los candidatos partidista­s del Frente, o incluso mientras se definen, debieran incorporar al mayor número posible de mexicanos no partidista­s y decididos a participar en una campaña electoral, a elaborar (tampoco sobra tiempo para ello) el programa del Frente, a conformar el equipo de campaña del Frente, el equipo de gobierno en potencia del Frente, y las bancadas legislativ­as. Unos aceptarán, y otros no. ¿De qué mexicanos no partidista­s, o “ciudadanos”, como se les suele denominar, se trata? De los que el Frente quiera: activistas, empresario­s, académicos, intelectua­les, etc. Como por definición en esta materia no existe representa­tividad alguna, el Frente debe invitar a quienes más simpaticen con su proyecto, a los que más le aporten, y a las personas que cumplan con una serie de criterios indispensa­bles —generacion­ales, regionales, y profesiona­les. Pero ya no pueden perder tiempo buscando una quimérica cuadratura del círculo.— Ciudad de México.

El Frente debe invitar a quienes más simpaticen con su proyecto, a los que más le aporten

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