Dos visiones en la promoción de la cultura
El ser humano siempre desea comunicar algo, es parte de nuestra naturaleza y lo que nos distingue de otras especies; para ello, muchas veces recurre a una de las expresiones más especiales que existen y que es el arte (música, danza, pintura, teatro, escultura, etcétera).
Es un hecho, incluso respaldado por estudios científicos, que la práctica del arte y/o su contemplación favorece en el ser humano su sensibilización y lo ayuda a desarrollar una ética muy sólida, lo inspira a ser mejor porque toca su alma y lo empuja a crecer.
Una sociedad que está en mayor contacto con el arte tiene menos posibilidades de que sus miembros se inclinen por la delincuencia, la vagancia o los vicios.
En ese tenor, los gobiernos tienen el deber de promover la cultura y las artes para sensibilizar a la sociedad y promover su desarrollo, construir una identidad y favorecer la paz. Pero además, las actividades culturales y artísticas también contribuyen al crecimiento económico y a la generación de empleos. Especialmente, ————— (*) Profesor en entidades con gran vocación para el turismo, como lo es Yucatán.
En los últimos meses, hemos presenciado una sana competencia en la promoción de actividades culturales y artísticas entre el gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Mérida con sus proyectos estelares: el Festival Internacional de la Cultura Maya (FicMaya) y Mérida Capital Americana de la Cultura, respectivamente. Ambos reflejan concepciones diametralmente opuestas en su visión, el primero con un estrafalario derroche de recursos, breve tiempo de ejecución, demasiado elitista y sin un arraigo completo entre la sociedad, no obstante estar ya en su VI edición. Y el segundo, con actividades más diversas y de calidad internacional, mayor espacio en el tiempo, con mayor cobertura y con un ejemplar arraigo entre las familias meridanas.
De hecho, fue el gobernador, Rolando Zapata Bello, quien inició el debate sobre la posibilidad de que las siguientes administraciones estatales continúen el FICMaya; sin embargo, considero que se debe revisar a fondo si vale la pena continuar derrochando millones de pesos del dinero público en un evento dirigido a exaltar la cultura maya internacional, donde lo que más falta son expresiones de esa milenaria cultura. Además, no hay claridad sobre el costo real del FICMaya. Algunas notas de prensa señalan que la inversión del gobierno del Estado es de alrededor de 20 millones de pesos y otras apuntan a que el costo total, sumando aportaciones de otras instituciones, asciende hasta los 150 millones de pesos. Pero lo preocupante es que los grandes ausentes de ese festival son precisamente los descendientes de los mayas.
Según un desplegado publicado en el Diario de Yucatán (9 de noviembre de 2017, sección Imagen) el FicMaya tuvo una duración de 18 días y empleó 83 sedes. Algunos números que proporciona son ampliamente cuestionables: 200 mil espectadores, actuación de más de mil artistas yucatecos (?) y más de 380 eventos con un país y un Estado invitados, Canadá y Ciudad de México, respectivamente.
Por el contrario, Mérida Capital Americana de la Cultura, según información proporcionada por el alcalde Mauricio Vila Dosal (Diario de Yucatán, 11 de octubre de 2017), a lo largo de nueve meses ha ofrecido espectáculos internacionales a los que asistieron más de 220 mil asistentes y la participación de 230 artistas de 19 países. Y lo más interesante son los eventos con los que cierra ese proyecto: el Festival de las Ánimas, que se ha convertido en un referente de identidad cultural y en el que participaron cientos de personas; la réplica de la Capilla Sixtina, quizá el acontecimiento cultural más importante en muchos años, pues se trata del museo itinerante más grande del mundo y que acerca la cultura al pueblo sin restricciones, pues la entrada a dicha exposición es gratuita y, finalmente, la Noche Blanca, seguramente el evento cultural de mayor inclusión en Yucatán, pues en el mismo convergen el arte, la belleza y la convivencia ciudadana.
Como dije en un principio, es sana la competencia y ayuda al progreso de la sociedad, pero es evidente que existen dos formas y estilos de promoción cultural, que contrastan diametralmente, uno marcado por el derroche estrafalario de recursos y bastante elitista, y otro más diverso en sus expresiones, más cercano al pueblo y a la identidad cultural de Yucatán.— Mérida, Yucatán.
Es sana la competencia y ayuda al progreso de la sociedad, pero es evidente que existen dos formas y estilos de promoción cultural, que contrastan...