Agitado arribo a México
La caravana de migrantes llega a suelo mexicano
Eran miles. Llenaron el puente de medio kilómetro que une Guatemala con México sobre el río Suchiate. Presionaron para cruzar y pasado el mediodía una avalancha de hombres, mujeres y niños rompió una de las vallas fronterizas de la parte guatemalteca y se abrió paso por tierra de nadie hasta las verjas situadas en el lado mexicano, donde un fuerte contingente de policías les contuvo con equipo antimotines y gases lacrimógenos.
De los más de 3,000 migrantes que se habían reunido en la ciudad de Tecún Umán, muchos de los cuales salieron hace una semana de la ciudad hondureña de San Pedro Sula, unos 50 lograron pasar ayer a México al grito de “¡Sí se pudo!, ¡Sí se pudo!”, antes de que la frontera fuera bloqueada.
El jefe de la Policía Federal, Manelich Castilla, aseguró que sus agentes llegaron al cruce con el objetivo de que el ingreso de la caravana fuera ordenado.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con llevar al Ejército a la frontera.
TECÚN UMÁN (AP).— No hay valla o fuerza policial que evapore por completo las esperanzas de muchos de los migrantes hondureños que han pasado casi una semana caminando desde que dejaron su casa para tratar de buscarse una vida mejor.
Luego de que cientos de estos centroamericanos derribaran ayer una valla en Guatemala y alcanzaran la frontera con México —donde varios de ellos se enfrentaron con policías y otros se quedaron contenidos en un puente sin definir cuándo podrían avanzar—, en su mayoría siguen dispuestos a continuar su camino.
Cristian, un reparador de celulares hondureño de 34 años que no quiso revelar su apellido porque aseguró estar amenazado por la pandilla de la Mara en San Pedro Sula, dijo que quiere llegar a Estados Unidos para encontrar trabajo. Es uno de los que encabezan a este grupo y calcula que un 30% de los migrantes de la caravana aplicaría para estatus de refugiados en México y el 70% restante aún trataría de llegar a suelo estadounidense.
Él tiene cuatro hijas y no puede mantenerlas con su ingreso. “La verdad quiero llegar a los estados a cooperar con ese país, a trabajar en lo que sea, recogiendo basura” indicó.
Cuando los primeros migrantes llegaron a la frontera mexicana, las autoridades trataron de contenerlos y les rociaron gas pimienta. En respuesta, varios viajeros lanzaron piedras. Solo unas 50 personas lograron pasar y el resto retrocedió.
Tras una labor de contención, la policía volvió a cerrar las rejas.
Más tarde, en entrevista con una televisora local, Manelich Castilla, comisionado general de la Policía Federal, dijo que “se cumplió el primer objetivo, que era evitar que a través de la violencia se vulnere nuestra frontera”.
“Si va a haber un ingreso, será en los términos que se ha dicho desde un principio: ordenado, con procedimientos establecidos, jamás por la violencia ni por la fuerza como se pretendió por un grupo de personas”, agregó y dijo que se atendería a los migrantes en dos bloques.
No pasó mucho tiempo antes de que los migrantes buscaran otra vía para tocar suelo mexicano.
El puente sobre el que la mayoría permanecían detenidos se ubica sobre el río Suchiate, al cual comenzaron a saltar algunos para que balseros pudieran transportarlos y lograran evitar a las autoridades migratorias.
Los migrantes llegaron hasta este punto luego de derribar una valla en Guatemala. Primero pasaron sobre el portón los niños y las mujeres subiéndose a jeeps militares. Luego un grupo de hombres jóvenes comenzaron a tirar violentamente de la barrera y finalmente lograron derribarla, lo que permitió el paso de una marejada de personas que iban cantando “¡Sí se pudo!”.
Los habitantes de casas vecinas intentaron sofocar el calor arrojando agua a los migrantes, en su mayoría hondureños. Algunas personas se desmayaron.