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El crimen de un periodista saudí genera reacciones
ESTAMBUL (France Presse y Notimex).— Las organizaciones Amnistía Internacional (AI) y Reporteros Sin Fronteras (RSF) reiteraron ayer su petición de una investigación independiente bajo la égida de la ONU sobre la muerte del periodista saudita Jamal Khashoggi, luego que el gobierno de Arabia admitiera que murió en su consulado en Estambul.
El fiscal general de Arabia Saudita se refirió a una “pelea” mortal en el consulado, conclusiones que no son “dignas de confianza y constituyen un nuevo récord catastrófico de los sauditas en materia de derechos humanos”, manifestó Amnistía Internacional por medio de un comunicado.
El gobierno de Riad había afirmado hasta ahora que el periodista, crítico del poder saudita, había salido del consulado, al que había ingresado por un trámite administrativo el 2 de octubre.
“El gobierno turco tiene que pedir al secretario general de ONU que ordene una investigación urgente sobre la muerte de Khashoggi y sus circunstancias”, agregó la organización.
Según Amnistía, una investigación independiente “será la única garantía contra aquello que parece cada vez más como un encubrimiento saudita de las circunstancias del asesinato de Khashoggi, o contra cualquier intento de otros gobiernos de silenciar el problema para preservar las lucrativas ventas de armas y otros vínculos comerciales con Riad”.
Por su parte, la organización Reporteros Sin Fronteras reiteró en un comunicado su llamado a que se mantenga la presión sobre Arabia Saudita, boicoteando el Foro Económico del Golfo y congelando los asuntos comerciales con Riad.
“Parece inimaginable hacer negocios como de costumbre y conversar sobre inversiones como si nada hubiera pasado, aunque la nueva versión oficial está claramente destinada a disimular lo esencial, a saber, que el
crimen atroz perpetrado contra un periodista fue por orden de un patrocinador estatal”, dijo Christophe Deloire, secretario general de RSF.
“Cualquier compromiso con Arabia Saudita sobre el asesinato de Jamal Khashoggi
sería otorgarle una autorización para matar a un reino que secuestra y mata a periodistas”, advirtió Deloire ayer en Twitter.
Arabia Saudita admitió por primera vez que el periodista saudí murió adentro de su consulado en Estambul, un hecho de amplia repercusión mundial que dañó la imagen del reino frente a sus aliados, especialmente Estados Unidos.
Crítico del príncipe heredero Mohammed bin Salmán, Khashoggi vivía en el exilio desde 2017 en Estados Unidos, donde colaboraba especialmente con el diario “The Washington Post”.
Según varios medios, el periodista habría sido torturado, decapitado y su cuerpo desmembrado.
Por otra parte, Arabia Saudita cesó de sus cargos a altos funcionarios y decidió reestructurar su principal agencia de inteligencia, después de confirmar la muerte del periodista Khashoggi.
Bajo una intensa presión internacional, el gobierno saudita admitió el deceso del informador, emprendió medidas para aclarar la verdad y prometió que responsabilizará a los involucrados.
El rey Salman bin Abdulaziz de Arabia Saudita emitió una orden real que pone fin a los servicios de varios oficiales de la Presidencia General de Inteligencia, entre ellos el vicepresidente de la agencia y responsables de Asuntos de Inteligencia y de Seguridad y Protección, así como al asesor de la Corte Real.
Además, ordenó la reestructuración de la agencia de inteligencia —bajo la supervisión del príncipe heredero Muhammad bin Salman, viceprimer ministro y ministro de Defensa—, “para garantizar el correcto funcionamiento de su trabajo y la determinación de responsabilidades”.
Estas medidas llegaron después que el fiscal general de Arabia Saudita, Sheikh Saud al-Mojeb, confirmó la muerte de Khashoggi.