El opio de la justicia
Antes que nada, apoyo toda clase de derechos humanos bien aplicados; en consecuencia, apoyo la idea de que son indispensables para las personas, pues sin ellas el abuso de autoridad crecería de una forma desmedida (considerando ya la existencia de la misma). Por último, hay que comprender que en los derechos humanos existe un binomio, autoridad-delincuente, delincuente-autoridad, sin dejar de lado a la misma sociedad, que termina afectada por la resolución de las autoridades.
Dicho lo anterior, si bien el opio es una droga, quien la consume elige cuándo hacerlo y al ser un analgésico del cual se sustrae la morfina sus efectos son de adormecimiento; en ciertos casos puede distorsionar la realidad. Desde esta perspectiva, podemos considerar a los derechos humanos como el opio de quienes practican la ley, jueces, policías y quienes trabajan para alguna dependencia de gobierno. Todo mexicano conoce al menos a una persona que ha sufrido por la errónea aplicación de los derechos humanos o por su falta de aplicación.
Y es que en México la mayoría de las veces las leyes se aplican no en beneficio de una sociedad hambrienta de justicia, sino de las autoridades y ————— (*) Pasante en Derecho por el Centro Universitario Felipe Carrillo Puerto de los mismos malhechores; cuando un delincuente es declarado inocente, sea por mal manejo de pruebas, violación al debido proceso o por haber sido “violentado en sus derechos”, es “linchado” por el grupo afectado.
Por ejemplo, el muy sonado caso en 2013 de la francesa Florence Cassez, quien cometió seis delitos: tres secuestros, con la agravante de actuar en delincuencia organizada y portación de armas prohibidas. Quedó libre por supuestas violaciones a sus derechos humanos.
La ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Olga Sánchez Cordero señaló que la francesa obtuvo su libertad porque se violaron sus derechos humanos: presunción de inocencia y al debido proceso, así como no haberla puesto de inmediato a disposición de las autoridades ministeriales.
Como éste, hay cientos de casos donde secuestradores, violadores, asesinos, delincuentes de guante blanco y demás salen libres por una equivocación en el proceso que vulnera la ya delicada línea entre la persona y sus derechos humanos. De 2010 a 2015 se registró la liberación de al menos 70 delincuentes, según “Excélsior”, por casos de violación a sus derechos durante su detención o juicio.— Mérida, Yucatán.