Diario del Sur

EN EL AUDITORIO NACIONAL

Moderatto interpretó éxitos de todos los géneros, tuvo como invitados a Belinda y Kendall Schmidt

- ADOLFO LÓPEZ

El detector de metal se encendió. Las 10 mil almas que pasaron por la prueba en el Auditorio Nacional dieron positivo y cada una de ellas cayó rendida ante el ritmo y la energía de Moderatto, quienes ofrecieron un concierto en el Coloso de Reforma.

Fue una noche de diversidad de géneros. Las bocinas reventaron con Sentimetal o Si mi delito es rockear, composicio­nes del grupo integrado por Bryan, Xavi, Mick, Roy y Elohim. Pero también sonaron con un toque de metal Amor prohibido, de Selena; De mí enamorarte, de Daniela Romo o No podrás, de Cristian Castro, con la que abrieron la noche.

En las dos horas que duró el show, Bryan Amadeus fue el líder. “Su trasero será mío por las próximas dos horas. Los voy a hacer saltar, reír, olvidar cualquier problema que tengan”, sentenció el vocalista de la agrupación. Y no mintió.

Los “malditos pecadores” hicieron lo que él quiso. Prendían las luces de sus teléfonos cuando decía, o las apagaban cuando se los exigía; gritaban cuando necesitaba más ruido o para demostrar que “chilangola­ndia es el lugar de Latinoamér­ica que más ruido hace”.

La locura se desató ya sin freno cuando sonó el ritmo de We will rock you, de Queen, que fue preámbulo para el momento de mayor éxtasis en la noche. “¡Belindaaaa!”, gritó el vocalista de la banda para encender el grito ensordeced­or del público ante la visita de la intérprete, quien cantó, corrió y explotó en el escenario para desatar lo que ya era una fiesta de rock and roll.

Al ritmo nadie se resistió. Ni siquiera los elementos de seguridad del Auditorio que de vez en vez movían el pie y la cabeza o cuando discretame­nte seguían con los labios la letra de Chavo de onda o Autos, moda y rock and roll, donde el papá de Bryan Amadeus se apoderó del piano.

Tampoco el ex miembro de Big Time Rush, Kendall Schmidt, se detuvo al encanto. El estadounid­ense vino a México exclusivam­ente para cantar Quemándome de amor, tema que interpretó en un perfecto español mientras seguía el ritmo de la guitarra que al final del tema sacó chispas.

Antes de despedirse, Bryan Amadeus seleccionó a seis de los 10 mil mejores amigos que lo visitaron, los subió al escenario, cinco tocaron la guitarra y otro la batería. El ganador fue Alex, quien se llevó de trofeo el instrument­o del cantante.

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