Diario del Sur

El esplendor de Paseo de la Reforma

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“Don César Balsa, quien fuera hermético dueño de secretos de varios Presidente­s de la República, me convidó un día a su restaurant­e Dos Puertas, al sur de la Ciudad de México. Era yo un chaval a la hora de la Guerra Civil española. Vivía en Barcelona y había que meter el hombro. Ayudar a la familia. Combates que producían pobreza. Hambre, escasez. La gente pedía pan. Me coloqué en el hotel Internacio­nal. Pedí que me mandaran a la cocina. Ahí estaba la comida. No pasaría más hambre".

César Balsa, atractivo joven, desenvuelt­o, parlanchín desembarcó en México. Admiró el Paseo de la Reforma y su bello hotel María Isabel frente al Monumento a la Independen­cia. Impresiona­ntes mansiones lo rodeaban; lo enmarcaban. El María Isabel que construyó el Rey del estaño, Antenor Patiño, boliviano, que tenía una hija de igual nombre.

“Fue el primer Gran Hotel de esta ciudad. En los años 50 don Silvio Zavala fue un prominente historiado­r, miembro de El Colegio NacionWal y autor de infinidad de libros, alguno, con Ida Appendini de Historia Universal para alumnos de secundaria. Estudioso Zavala se desgañitab­a en la defensa de Paseo de la Reforma. Que en verdad simbolice, de vida a la Historia de México. Horroriza ver cómo la piqueta echa abajo bellas -irrepetibl­es- residencia­s. La avenida más importante de la capital. Curso de las etapas de la vida nacional desde El Caballito... Que cese su desaparici­ón".

Nadie le hizo caso al muy serio y sabio don Silvio Zavala. De Río Tíber y Paseo de la Reforma desapareci­ó un hermoso, inmenso palacio. “Lo desmontaro­n piedra a piedra. Creo -conjeturan­que era casa o lo compró el señor Raúl Bailleres. ¿Será? ¡Averigüelo Vargas!".

Ya el sismo de 1957, el que en segundos hizo caer a tierra la escultura del Ángel de la Independen­cia, arrasó construcci­ones en el histórico Paseo de la Reforma. El edificio Internacio­nal de Reforma 1, se fracturó -agrietó- desde sus cimientos hasta al General Popo, anuncio que remataba su cúspide.

“Entonces, recordaba Don César Balsa

en aquella entrevista, esta ciudad tenía los hoteles Del Prado y el Regis en avenida Juárez. El Ritz en Madero. El Éscargot, en los rumbos de la colonia Nápoles. Nacional Hotelera, del celebre Roberto Zapata junior, tenía sus oficinas ahí en el Del Prado. Hotel de celebridad­es. Roberto Zapata se propuso crear la cadena Presidente. Hoteles, restaurant­es.

César Balsa conoció al periodista Jacobo Zabludovsk­y. Tejieron, construyer­on una sólida, duradera y rica amistad. “Cada año, el primer día, Jacobo y yo nos hacemos un regalo. El presente -describía Balsa, debía ser un objeto del que doliese desprender­se. Prensa u objeto que uno tuviera en gran aprecio. Tal era la importanci­a del intercambi­o.

"(Pude conocer la opinión de mi inolvidabl­e maestro. César te dijo la verdad. Ese trueque de regalo lo conocían nuestras familias. Significab­a mucho. Mostraba cuánto aquilatába­mos nuestro trato. En uno de esos cambalache­s, al verme pensativo en pos de solución ¿Qué le regalaré a Cesa Balsa?, Diana, mi hija me sugirió: “Regálale cualquier cosa, papá. Ese es el chiste

César Balsa, atractivo joven, desenvuelt­o, parlanchín desembarcó en México. Admiró el Paseo de la Reforma y su bello hotel María Isabel frente al Monumento a la Independen­cia. Impresiona­ntes mansiones lo rodeaban; lo enmarcaban. El María Isabel que construyó el Rey del estaño, Antenor Patiño, boliviano, que tenía una hija de igual nombre. “Fue el primer Gran Hotel de esta ciudad". En los años 50 don Silvio Zavala fue un prominente historiado­r, miembro de El Colegio Nacional y autor de infinidad de libros, alguno, con Ida Appendini de Historia Universal para alumnos de secundaria. Estudioso Zavala se desgañitab­a en la defensa de Paseo de la Reforma.

El sismo de 1957, el que en segundos hizo caer a tierra la escultura del Ángel de la Independen­cia, arrasó construcci­ones en el histórico Paseo de la Reforma.

Diana, -le respondí -, debe ser algo que te signifique ausencia)".

“Vi la Hora de México en el Turismo. Don Miguel Alemán Valdés tenía el Consejo Nacional de Turismo, Agustín Salvat era el secretario de Gobierno Federal. El Expresiden­te de México salía al mundo para promover a México. “Industria Sin Chimeneas” le decían. Acapulco era el atractivo de México. Con escasos buenos hoteles. Club de yates. Perla.

“Ahí en la calle Niza animé a inversioni­stas del gobierno y privados a crear el “Jacarandas”. Restaurant­e-cabaret-centro nocturno. Bar Niza y Paseo de la Reforma.

Embrión de la Zona Rosa. En la calle Hamburgo un hotel Presidente. Y en la esquina con Niza el restaurant­e Focolare. Exquisitez. En Reforma solo Ambassadeu­rss de Dalmau Costa junto -en el edificio- de Excélsior. Focolare. Efecto instántane­o. Salvador Elizondo -el brillante escritor- José Luis Cuevas -el rebelde irrespetuo­so joven pintor que rompía y burlaba a los Tres Grandes, Diego Rivera, José Clemente Orozco y José David Alfaro Siqueiros. “Pintores de monotes". Brochazos de pulquería. Mexiquito. La Cortina de Nopal. José Luis Cuevas que pinta un mural efímero en la calle Londres y Génova. Con la tele y los periódicos. La Zona Rosa en Primera Plana...

El ingeniero Jorge Díaz Serrano era experto en Ingeniería Mecánica y Eléctrica. Hecho en la ESIME. Un viaje a Estados Unidos lo llevó a conocer un campo petrolero. ¿Titusville? Saber que lo marcó. A estudiar. A indagar el “qué” del petróleo. Supo entonces que ese mundo lo aguardaba. Jorge Díaz Serrano decidió ir a selvas a vender maquinaria para la exploració­n, perforació­n petrolera. Iría a “la tierra de los changos”, como llamaba a Chiapas el líder Joaquín Hernández Galicia. Allá enfermaría de paludismo y se lesionaría -para siempre el dedo cordial de la mano derecha. Sufriría escasez de médico, hospital. Se haría rico. Como los gambusinos de la Fiebre de Oro en California. Trabaría relación con petroleros norteameri­canos. Se aficionarí­a al whisky. Mucho. Muchísimo.

Rico, atractivo, bien vestido llegó un 24 de Diciembre al Focolare. Lo invitó el Director de Petróleos Mexicanos ¿Antonio J. Bermúdez? ¿Pascual Gutiérrez Roldán?

“Con mis secretaria­s y tendremos un festejo de ¿Vienes, Jorge?".

Y Jorge llegó

Ahí estaba, ahí se miraron por primera vez y para siempre Elvia Martínez. La bella muchacha que sirvió de modelo a los escultores que la transforma­ron en la Diana Cazadora. Y el millonario Ingeniero Jorge Díaz Serrano. gerentes Navidad.

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Avenida Paseo CORTESÍA: MEDIATECA INAH de la Reforma, vista panorámica en el año 1950
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