Migraciones masivas e irrefrenables
Las migraciones
son un fenómeno universal y milenario. Siempre las ha habido y siempre las habrá, pero cada época histórica ha presentado modalidades migratorias particulares. Y para su comprensión, cada una de ellas requiere reflexión y análisis.
La salida se encuentra en Estados Unidos. Una atmósfera preñada de racismo y xenofobia impide un cambio de política migratoria.
Aunque en general todas tienen una causa económica que las explica, son muy diversas sus singularidades. Por lo que toca a México, ahora mismo somos testigos de una novedosa expresión: las caravanas masivas y multinacionales.
Pero no sólo eso. Se trata también de migraciones de tránsito, cuyo destino final es Estados Unidos, país que se niega a recibirlas y darles refugio. Esta negativa de Washington constituye un tapón más o menos inútil ante una migración irrefrenable.
De modo que no hay solución a la vista. O, mejor dicho, no hay solución. Porque, en rigor, la migración no es el problema, sino el empeño en impedirla.
Así planteado el problema, su resolución es clara y está a la mano. Pero esa solución no se encuentra al alcance del gobierno mexicano. México ya hace lo que le corresponde. No criminalizar ni perseguir a los migrantes. Así como brindarles atención, protección, refugio y trabajo.
La salida se encuentra en Estados Unidos. Pero siendo posible tampoco es fácil. Una atmósfera social y política preñada de racismo, xenofobia, supremacismo, intolerancia y propaganda negra impide en los hechos un cambio de política migratoria.
No hay, sin embargo, alternativa. Y a la par que crecen y se trasforman las migraciones crecen las cotas de sufrimiento y desesperación de los migrantes.
Y los problemas se agudizan tanto en los países expulsores como en los de tránsito y destino. ¿Hace falta mucho seso para comprender esta situación? No, no es un problema de juicio, sino de prejuicio.
Prejuicios, ciertamente, con base material y sistémica. La repulsa a los migrantes esconde el interés del capital por asegurarse un statu quo que mantenga bajos lo salarios.
Porque la migración irregular o indocumentada posibilita y facilita la utilización de esa fuerza de trabajo sin derechos, prescindible, desechable y, por ello, superexplotada. Nuevamente el interés del capital sobre la razón, la equidad y el humanismo.
Con la solución a la vista sólo queda insistir, hasta que, poco a poco se vaya modificando esa atmósfera que hoy obtura la solución, que a todos conviene, del ingente problema de las migraciones.