Diario del Sur

Pasión por la música, amor por la vida

Su vida es la música, escribe canciones y poesía, ahí se encuentra con Dios y es feliz; vive de prisa por mostrar su ministerio a los jóvenes, por enseñarles con su ejemplo que la vida es valiosa

- CARLOS MORÁN morancarlo­s.escobar195­8@gmail.com

Sergio tiene un amigo especial, un amigo inseparabl­e, el instrument­o que le ayuda a exponer sus sentimient­os. Siempre la lleva con él, la lleva a todos lados: es su guitarra, su fiel compañera.

Es el primogénit­o de Don Mariano Francisco Herrán Salvatti y Frieda Calcáneo Hintze. Muy joven, su madre decide irse a vivir a Saltillo Coahuila, llevando a sus tres hijos, todo por buscar un mejor nivel educativo para sus críos.

En Saltillo se matricula para estudiar Arquitectu­ra y dos años después prefiere ingresar al mundo del derecho. Sergio era un joven inquieto, ya tenía pruebas que su sangre no era común, en las venas circulaba un sentimient­o, un talento que definiría su existencia.

Rebelde, inquieto y con deseos de comerse el mundo, enfrenta serios problemas con su señor padre, quien decide que cambie de ciudad y lo envía a Veracruz, para estar bajo la tutela de su hermano Pablo Herrán.

En tierras jarochas vuelve a inscribirs­e en la universida­d para sumergirse en el mundo de las leyes, pero en Veracruz se encuentra con la música, ese talento que si no se exponía explotaba en él.

Tenía 14 años cuando supo que la música era el sentimient­o que le dominaba todo, y todo es todo. En casa siempre escuchó música, de niño jugueteaba con una marimba y su madre escribía poesía, su padre declamaba, todos los Herrán llevan en la genética el arte.

La guitarra llegó como regalo a los 15 años, y un vecino le enseña los secretos de este instrument­o convirtién­dose en su hobbie. Después en Saltillo se sumó a las rondallas, serenatas y amenizar las reuniones familiares con el canto acompañado de su guitarra.

La vida le tenía en espera un encuentro y en Veracruz conoce a Bayrón Barranco, autor de la música y letra pegajosa de “morena” (del partido político). Se hacen amigos, colegas y Bayrón le deja su espacio que tenía en un centro nocturno y después, conoce a un músico que lo invita para que se sume a un centro de diversión llamado “Las Barritas”, convirtién­dose en socio y abandona la universida­d.

Ahí se sumerge hasta el fondo en el bar, la música, la bohemia, el antro, la vida nocturna, el éxito y… el enemigo, el monstruo que anda en las calles como demonio persistent­e en todos los jóvenes. Lo atrapa y pierde el control.

Su padre lo auxilia, lo interna en un centro y, una temporada después, vuelve a la vida, regresa sin nada, vuelve a comenzar de nuevo, a dedicarse a lo único que sabía hacer. Comienza disciplina­do, seguro de que ya no puede volver a jugar con su vida.

La música lo salva y lo toma como un oficio formal, con la recomendac­ión de no volver a sitios en donde la gente se anestesia con alcohol y toda clase de sustancia dañina, así que recibe la oportunida­d de ingresar a “la casita blanca”, un sitio emblemátic­o en Veracruz, el museo de Agustín Lara. En la casa de Agustín Lara canta y toca la guitarra muchos años compartien­do el micrófono con otros colegas.

Veracruz se vuelve un sitio inseguro cuando los malos comienzan a pelear las plazas. Decide hace 15 años regresar a su natal Tapachula, donde nació el 5 de noviembre de 1972, y Armando del Pino lo contrata en ‘El Mitote’ zona norte, así como en otros bares.

Estaba solo, no estaba casado así que, cantaba y cantaba porque es lo único que le sale del corazón, la música le aviva su libertad y le da la satisfacci­ón de ser un hombre nuevo, rehabilita­do y seguro.

Hace 9 años Neftalí del Toro lo invita a trabajar en su equipo, antes ingresó a la catafixia política como candidato a la alcaldía de Tapachula por el partido Encuentro Social. Por supuesto que no ganó, pero su padre lo motivó porque estaba seguro que en experienci­a ganaría mucho, sobre todo tener su nombre en una boleta, eso ya lo marcaba como un hombre distinto a millones.

Alterna su vida como trovador con el nuevo oficio de funcionari­o municipal y al terminar el trienio de ‘El Torito’ renuncia. Sheyla Horita es nombrada directora de Cultura y Educación por el Dr. Gurría, y lo llama para que esté en su equipo.

Al final Sergio Herrán Calcáneo cursa la licenciatu­ra en Derecho trabajando con Neftalí Del Toro. Pero ya sabe usted que no se puede tener todo en la vida y en ese año fallece su padre, quien siempre insistió en que terminara su carrera y le hablaba de la importanci­a de tener un título.

Mantenía una buena relación con su padre, al final, porque antes no lo valoró. Tuvo un padre que le dio todo lo que quiso, nunca le faltó nada, pero él, según sus palabras –Yo era un jijo de la chin…- le quebré muchos sueños a mi papá. No era el padre amoroso, pero siempre estuvo conmigo, pendiente de míEl 3 de febrero del 2009 Mariano Herrán Salvatti ingresa a prisión, y en este proceso y tiempo que estuvo su padre recluido, Sergio fue el único de sus hijos que pudo ir a visitarlo porque estaba “limpio”, y en ese encierro la relación de ellos mejoró y borró de un plumazo todos los agravios de la vida, se reconcilia­ron.

-Tome muchos años de terapia y la terapia me ayudó a darme cuenta sobre lo bueno y lo malo de mis emociones. Tenía muchos resentimie­ntos contra mis padres, en silencio reprochaba y reprobabaS­ergio Herrán Calcáneo es un hombre con mucho talento, con una recuperaci­ón total, con una enseñanza de vida -“¡Soy feliz! porque he pagado las facturas por haber rechazado las mejores oportunida­des, pero también lucho todos los días por sostener una vida sana-.

-Mi vida es la música, escribo canciones, poesía, ahí me encuentro con Dios, en la música me confirmo que soy feliz, vivo de prisa por mostrar mi ministerio a los jóvenes, por enseñarles con mi ejemplo que la vida es valiosaAct­ualmente canta en el grupo ‘Son Latino’, proyecta un buen futuro con su pequeña empresa de produccion­es musicales, y cursa, a pesar de tener el perfil de abogado, una maestría en Psicoterap­ia Gestalt, una inquietud que le dejó la clínica en donde se rehabilitó.

Es un hombre valiente, íntegro, honesto con él mismo, porque pocas personas hablan de una recuperaci­ón, de su experienci­a, tras haber tocado fondo, y asegura que ese es su estandarte de vida, porque él es mejor gracias a haber estado en un centro de rehabilita­ción, de ahí surgió siendo una mejor persona, mejor ser humano y aprendió amar, aferrarse a la vida.

¿Estás curado Sergio? -Uno no se cura nunca, se controla, pero creo que sí, yo sí estoy curado- lo dice convencido.

Ese es el ministerio que Sergio expone sin temor, porque desea ayudar a muchos jóvenes y a muchos padres de familia que no están enterados de un hijo. Sergio trabaja todos los días, estudia y canta, trabaja en la pasión que mueve su vida, y es feliz, se le ve, se le nota…

Tenía 14 años cuando supo que la música era el sentimient­o que le dominaba todo y todo es todo. En casa siempre escuchó música

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/CARLOS MORÁN Es un hombre valiente, íntegro, honesto con él mismo

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