Diario del Sur

Qué hacemos con los #hashtag

- @ajimac ajimenez@oem.com.mx

El hasthag #NarcoPresi­denteAMLO dolió en Palacio Nacional. Las secuelas de sendos reportajes, uno de ellos firmado por Anabel Hernández y el otro por Tim Golden, dando cuenta de supuestos acercamien­tos de integrante­s del crimen organizado con personeros de Andrés Manuel López Obrador en los años de 2006 y 2012, dieron pie a una serie de campañas digitales que se volvieron virales y tendencia en poco tiempo.

Esta semana, de nuevo, el reportaje del New York Times sobre una investigac­ión que realizó el Departamen­to de Estado de EU para confirmar versiones de que también habría habido acuerdos económicos entre delincuent­es y la casa de campaña del actual Presidente, mismo que no llegó a ninguna conclusión y por lo mismo no acusa a nadie, sirvió de pretexto para relanzar las campañas opositoras al Presidente de México.

Más allá de lo débiles de las publicacio­nes originales, sustentada­s en dichos de terceros y basadas en un periodismo de inferencia­s y no de hechos, lo que para efectos prácticos preocupa en Presidenci­a es la imagen presidenci­al, deteriorad­a más por las campañas digitales posteriore­s que por los reportajes, mismas que, ellos calculan, sólo pueden ser campañas millonaria­s de bots, pagadas por sus opositores, y aprovechad­as por los dueños de las redes para hacer negocio, por lo que habría que hacer algo para detener eso.

También los críticos de Presidente y de la 4T se quejan de lo mismo: arduas campañas de bots, insultos, descalific­aciones y amenazas, provenient­es de cuentas falsas o “patito”, tras hablar mal del nuevo oficialism­o. E igualmente, muchos de ellos han dicho que habría que hacer algo para detener eso.

Lo cierto es que en materia de regulación de internet y de plataforma­s socio digitales estamos en pañales. Acaso el Programa Universita­rio de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la UNAM, que dirige John Ackermann, ha sido pionero en avanzar propuestas de regulación del comportami­ento de las plataforma­s, de tal manera que sus algoritmos, hechos para generar tráfico comercial, tendencias interesada­s y lucro a partir de los debates sociales sean moderadas.

La figura misma de John, como alguien cercano a los planteamie­ntos del actual gobierno genera en muchos suspicacia sobre sus verdaderas intencione­s, tal vez más dispuesto, dicen, a censurar críticas al gobierno que a moderar los excesos inmorales del debate.

Como sea, el tema existe y debemos como sociedad entrarle. Más aún, en el segundo día formal de campaña electoral, debe preocuparn­os a todos la generación de artificial­es fenómenos de comunicaci­ón que distorsion­an la realidad deliberada­mente, en pro o en contra del gobierno, o peor aún, desde el mismo gobierno, sustituyen­do con eso el debate nacional, orgánico, de seres de carne y hueso.

Brasil y Europa han avanzado en materia de regulación de fenómenos digitales de comunicaci­ón, cuidándose de no incurrir en formas de censura. Es decir, el trabajo es moderar los algoritmos de las plataforma­s para desincenti­var la guerra sucia, del bando que sea, sin acallar voces reales. El tema tiene aristas legales, éticas, comunicaci­onales, sociales y tecnológic­as y es un debate que no debemos postergar porque en ello va, sin exagerar, la democracia mexicana.

En esta línea de análisis, el próximo miércoles 28 de febrero, a las 11 de la mañana en la Torre Tlatelolco de la UNAM, justamente el PUEDJS de la UNAM presentará una serie de recomendac­iones de regulación de plataforma­s socio digitales para el proceso electoral que ya está en marcha, dirigido a institucio­nes como el INE, el Tribunal Electoral, los partidos políticos, las plataforma­s y la ciudadanía.

En este campo no hay que desechar nada a priori y tenemos que analizar si sus propuestas van en sentido de fortalecer nuestra democracia o sólo de proteger al gobierno en turno. No podemos ser ingenuos, pero tampoco indolentes ni apelar a que las plataforma­s se autorregul­en, eso no va a pasar. Todo lo que abone al debate de redes socio digitales tiene que ser bienvenido y enriquecid­o. Veremos.

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