Benjamín Jiménez y las leyes, como el idioma inglés
Rosario Oropeza
Qué emoción cuando el maestro escribía en la parte superior del pizarrón la palabra “tarea”; era el preámbulo de salir de clases.
La catedral de Culiacán data de 1842, aunque son más antiguos los templos de Tacuichamona y de Tabalá, construidos en el siglo XVIII. Su arquitectura es de tipo neoclásico con acabados de cantera y mobiliario tallado en madera de cedro, considerado esto como patrimonio de la humanidad. A finales del pasado 2020 falleció el obispo emérito Benjamín Jiménez Hernández, quien ocupó el cargo de 1993 a 2011 y al que, entre otras cosas, le correspondió enfrentar la crisis por la desaparición del púlpito de catedral, uno de los dos confesionarios de madera, y tres barandales de fierro fundido.
El púlpito se utilizaba antes como una tribuna colocada en el ala lateral de la iglesia, desde donde el sacerdote proclamaba las lecturas, pero ha dejado de usarse y se realiza desde el presbiterio, junto al altar. No fue durante el obispado de don Benjamín cuando esto sucedió, pero le tocó sufrir las consecuencias por la misteriosa desaparición de estos bienes, cuya denuncia fue interpuesta por el arquitecto Ricardo Mendoza, tanto en el Ayuntamiento de Culiacán como en el Instituto Nacional de Antropología e Historia. En una ocasión, el obispo en mención fue entrevistado sobre este caso y así respondió: “las leyes no se han aplicado, son como el idioma inglés, se escribe de una forma, se pronuncia de otra y se interpreta a como a cada quien le conviene”…
¡qué golpe tan duro!