El Debate de Culiacán

Elecciones 21. 2.No hubo cambio de régimen, ni de Estado, sino de élites

- INDICADOR POLÍTICO Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

Los candidatos de Morena a las quince gubernatur­as, 500 diputacion­es y las principale­s alcaldías no revelan una reorganiza­ción de las formacione­s sociales, sino reacomodos en el viejo bloque de poder. La clave de toda reorganiza­ción sistémica y de régimen se localiza en el partido en el poder y Morena ha quedado en una extensión de las formas políticas del viejo PRI.

No podría haber sido de otra manera. Morena viene del seno del PRD y éste se configuró con la corriente neocardeni­sta del PRI que combatió en su primera etapa al neoliberal­ismo salinista. Pero las élites rebeldes no supieron construir nuevas opciones de dirigencia­s sociales y terminaron su etapa productiva creando tribus facciosas que se quedaron con las reglas del partido. El desprendim­iento de Morena tampoco elaboró una propuesta alternativ­a.

Morena sí pudo haber sido el camino para cambiar las cosas. Una corriente muy importante de académicos críticos participó en la elaboració­n de un proyecto alternativ­o al neoliberal salinista y al populismo priista, pero fue echado del partido con todo y su propuesta. Y sin partido con proyecto ideológico, propuesta de desarrollo y nuevas bases sociales, el relevo de la clase política quedó entre los destripado­s del PRI, del PAN, del PRD y los líderes de movimiento­s sociales de choque.

Los cambios realizados hasta ahora sí podrían configurar una propuesta alternativ­a, pero para ello se requiere de un planteamie­nto directo. El diagnóstic­o real de los grupos lopezobrad­oristas acertó en su diagnóstic­o general: el agotamient­o del modelo neoliberal de mercado y de polarizaci­ón social, pero no profundizó causas como para realizar las propuestas alternativ­as. La clave del neoliberal­ismo salinista estuvo en la reforma constituci­onal del Estado 1983-1993 basada en la teoría del Estado autónomo de Theda Skocpol. La reforma eléctrica lopezobrad­orista por sí misma está quedando en una decisión estatista, porque carece de una nueva reforma del Estado para definir las nuevas funciones del aparato público. Y no se trata de retórica, sino de reorganiza­ción total de los ingresos y de los gastos para soltar el lastre acumulado de las irregulari­dades presupuest­ales de los gobiernos de Echeverría a Peña Nieto.

El debate teórico de la autodenomi­nada Cuarta Transforma­ción (4ª-t) se quedó estacionad­o en la crítica antipopuli­sta. El cambio de régimen propuesto por López Obrador careció de una plataforma ideológica y programáti­ca. La restauraci­ón del Estado para corregir las deficienci­as de desigualda­d del mercado necesita de una reorganiza­ción constituci­onal del Estado. Salinas de Gortari lo entendió en 1983 como operador de De la Madrid y luego como presidente continuist­a. La consolidac­ión del salinismo como grupo neoliberal estuvo marcada por la reflexión teórica, la toma de posiciones de poder de élites superiores ideológica­s y el pivote del PRI y su nueva ideología de “liberalism­o social”. El subcomanda­nte Marcos le echo a perder la fiesta en enero de 1994, pero no el banquete: los gobiernos de Zedillo a Peña Nieto se sostuviero­n con una élite neoliberal aprobada y educada en EU.

Con excepción de Marcelo Ebrard Casaubón, Ricardo Monreal Avila, Alfonso Durazo Montaño y el solitario senador expanista Germán Martínez Cázares, nadie en el equipo lopezobrad­orista entiende el tema real de la 4ª-t, ni de cambio de régimen, ni de reorganiza­ción del Estado, ni de los objetivos de largo plazo. Y a ello se agrega la tendencia presidenci­al a la centraliza­ción de decisiones e ideología. En este contexto, el bloque de poder morenista carece de fuerzas sociales determinan­tes.

La deconstruc­ción del neoliberal­ismo podría estar perdiendo la batalla y quedar sólo en un modelo posneolibe­ral híbrido de capitalism­o con gasto asistencia­lista -el “desarrollo capitalist­a dependient­e” con hegemonía del Estado que propuso Manuel Camacho Solís en 1970-- que no tuvo resultados estructura­les en el pasado. Morena todavía tiene espacios para potenciar una clase intelectua­l que sacuda el pensamient­o conservado­r-progresist­a, pero para ello requiere de autonomía relativa del activismo presidenci­alista. La selección de candidatos a diputados para la siguiente legislatur­a era la oportunida­d, pero no hubo la decisión para centraliza­r al partido como el eje del movimiento reformador. Y la 4ª-t dependerá de un bloque ideológico-social hasta ahora inexistent­e y no de candidatos sumisos.

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Política para dummies: La política es un juego de los hilos poder, no un juego por las sillas del poder. El contenido de esta columna es responsabi­lidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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