El Debate de Culiacán

Odios de AMLO

- Sergio Sarmiento @Sergiosarm­iento

Para un presidente que lanza expresione­s frecuentes de "amor y paz", Andrés Manuel López Obrador hace constantes manifestac­iones de odio hacia todos aquellos que tienen ideas distintas a las suyas. Quizá se entienda su coraje hacia Felipe Calderón, quien lo superó por escaso margen en la elección de 2006, pero el odio lo reparte con amplitud y extraordin­aria magnificen­cia.

Los últimos embates han sido contra los jueces. AMLO no solo ha pedido al presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, que ordene se investigue al juez segundo de distrito en materia de competenci­a económica, Juan Pablo Gómez Fierro, por haber otorgado suspension­es a su nueva Ley de la Industria Eléctrica, sino que ha descalific­ado al exministro José Ramón Cossío, de quien afirma que cuando estuvo en funciones "legalizó injusticia­s de grupos minoritari­os o guardó silencio cómplice ante corruptela­s y arbitrarie­dades".

Entre los villanos favoritos del presidente se encuentran también Iberdrola, la empresa de electricid­ad, y el activista Claudio X. González Guajardo, impulsor de organizaci­ones civiles como Mexicanos Primero, que luchaba por una mejor educación, Mexicanos contra la Corrupción y Sí por México, a quien ha llamado "conservado­r", pero añadiendo: "No quiero usar otra palabra, porque es muy fuerte, pero a lo mejor sería más clara".

Los odios del mandatario se han dirigido también a medios de comunicaci­ón de México y el extranjero. La mayoría de los ataques se han encauzado contra el periódico Reforma, en el que escribo, pero también contra otros, como El Universal. De El País, el diario más importante de España, de izquierda socialdemó­crata, ha dicho que es "un boletín de las empresas españolas", como Iberdrola, Repsol y OHL, que "hacían lo que les daba la gana" en México. También ha descalific­ado a periódicos como el New York Times, el Wall Times. Street Incluso Journal la revista y el Financial Proceso, de izquierda, ha sido cuestionad­a

por haber expresado puntos de

vista críticos a su gobierno. Al parecer, la única publicació­n

buena que queda en el mundo es

La Jornada, la única consistent­emente leal al mandatario, lo cual ha hecho que se convierta en una

de las mayores receptoras de publicidad gubernamen­tal.

El presidente utiliza el espacio privilegia­do de las mañaneras para descalific­ar a intelectua­les y periodista­s, principalm­ente a Enrique ≋rauze y Héctor Aguilar Camín, aunque el veneno se extiende a todo aquel que ose expresar una crítica. Los ataques a las calificado­ras de riesgo han sido también insistente­s, por el pecado de haber reducido las evaluacion­es de México ante las evidentes dificultad­es de Pemex y la CFE y las malas políticas gubernamen­tales. Para un presidente que dice apegarse a la filosofía de amor y paz, López Obrador ha mostrado una extraordin­aria riqueza de vocabulari­o para descalific­ar e insultar a quienes no piensan como él. No solo son conservado­res y neoliberal­es (no se da cuenta de que los términos son contradict­orios), sino además corruptos, espurios, fichitas, hampones, ladrones, malandrine­s, oportunist­as, pillos, pirrurris, reaccionar­ios, rufianes, tecnócrata­s, ternuritas y mucho más. Parecería que el único personaje que ha contradich­o alguna vez al presidente, y no ha incurrido en su odio, es Donald Trump, de quien al final de su mandato dijo había sido muy respetuoso con México. Quizá podríamos añadir a Félix Salgado Macedonio, solo que este nunca lo ha cuestionad­o.

«Mientras odies, siempre habrá alguien a quien odiar». George Harrison

SIN ESTRATEGAS

México no ha terminado todavía de vacunar al personal médico, pero ya ha comenzado con los adultos mayores y está consideran­do inmunizar a maestros en estados con semáforo verde y a niños en todo el país. No es lo que se está haciendo en los países desarrolla­dos, con buenos estrategas en epidemiolo­gía. México es un país de ocurrencia­s.

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