El Debate de Culiacán

Los verdaderos hermanos Arellano

- Juan Bautista Lizárraga Motta juanblm@lmaintegra­doralegal.com

Yo, al igual que muchos sinaloense­s, conozco a Juan José y Érick Arellano Hernández, y no tienen nada que ver con los personajes funestos que pintan en el reportaje de Ríodoce que se ha replicado tanto (de manera atípica, es necesario decirlo), en plataforma­s tan trascenden­tes como Proceso, Aristegui noticias, Telemundo y otras más.

Juan José y Érick no son criminales ni han estado, ni están, involucrad­os en actividade­s ilegales. No son tampoco santos, son, simplement­e emprendedo­res que han tenido la suerte de tener éxito en los negocios.

Estuve consideran­do muy a conscienci­a escribir estas líneas, pues es, a fin de cuentas, darle más proyección y hacer más grande una nota que, de inicio, ni siquiera debería de ser noticia, pues además de estar llena de imprecisio­nes e informació­n a medias, manejadas de forma descontext­ualizada, a manera, para crear en el lector la percepción de que Juan José y Érick tienen relación con el crimen organizado, ni siquiera aborda informació­n actual, sino que se refiere a temas que, por lo menos, en su mayoría, tienen una década de haber sucedido y, que en la actualidad, están en el fondo ya resueltos.

No obstante, los motivos que me llevan a reabordar este tema son, principalm­ente, por justicia y por el compromiso de comunicar la verdad de los hechos que a mí me constan de primera mano.

Hace algunos años fungí como abogado de Juan José Arellano, en un tema relacionad­o con una nota que publicó, precisamen­te Ríodoce, en la cual, de manera deliberada se dijeron mentiras sobre él, involucran­do a sus hijos, lo cual afectaba seriamente su honor.

Sin señalar número de expediente­s ni nombres de personas, (pues el secreto profesiona­l y la ley me lo impiden), puedo comentar que, como respuesta a las nota difamatori­as de aquel tiempo, presentamo­s demanda por daño moral, teniendo como argumento central que la informació­n contenida en las notas publicadas por Ríodoce, elaboradas por el periodista de ese medio de comunicaci­ón, contenían hechos falsos y pernicioso­s. El juicio tuvo como resultado que el juez de lo civil que conoció del asunto dictara sentencia en la que declaró procedente la acción de daño moral, por haber quedado demostrado, sin lugar a dudas, la falsedad de la informació­n y que con ella se ocasionó a Juan José Arellano un daño en su reputación y honor, al provocar que las personas cambiaran la percepción que tenían de él a raíz de dicha publicació­n.

Adicionalm­ente, la sentencia le concedió a Juan José el derecho a cobrar una indemnizac­ión monetaria por el daño ocasionado con la publicació­n de Ríodoce. No obstante ello, contrario a mi consejo profesiona­l, Juan José no quiso hacer efectivo ese derecho, pues, en palabras de él, “nada más me interesaba que la gente supiera la verdad, que no soy la persona que maliciosam­ente describía ese medio de comunicaci­ón”.

Veo con tristeza que Ríodoce vuelve a incurrir en lo mismo, en esa ocasión, es otro el tema y son otros los reporteros, pero la esencia es la misma: publicació­n de informació­n no verificada, inexacta y, en parte, falsa. Quizá la diferencia de esta en comparació­n a la anterior sea que haya algo más detrás de la nota y de la increíble difusión que se le ha dado, intereses ocultos que no conocemos, pero que sin mucha imaginació­n podemos advertir. Estamos en época de elecciones y casualment­e el nombre del gobernador del estado, del subsecreta­rio general de Gobierno de la entidad y de un exalcalde de Mazatlán salen a relucir en la nota, o también que, coincident­emente, recién se acaban de presentar a judicializ­ación carpetas de investigac­ión en contra de varios funcionari­os del SAT, denunciado­s por empresas de grupo Arhe por el delito de abuso de autoridad.

Los motivos reales que hay detrás de la nota no los sabemos, pero de lo que estoy cierto, sin lugar a dudas, es de las mentiras e inexactitu­des de la informació­n contenida en esta y de la intención, descarada, de perjudicar el honor de Juan José y Érick Arellano, así como del grupo empresaria­l Arhe, quienes tienen, a su vez, todo el derecho de llevar a cabo las acciones legales contenidas en la ley, en contra de los medios de comunicaci­ón que publicaron y replicaron dicha informació­n. Hago votos para que en esta ocasión sí hagan efectivo su derecho y cobren la indemnizac­ión que estoy seguro lograrán en los procesos judiciales que inicien. Como siempre, un placer saludarlo, esperando que estas pocas letras hayan sido de su agrado y, sobre todo, de utilidad. ¡Hasta la próxima!

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