El Debate de Culiacán

Arturo, el ministro andaluz

- Eduardo del Río Edelrio70

Muchos quisieran ver al presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, en estado de guerra con el presidente López Obrador. Sobran razones para que el ministro hubiese respondido de forma beligerant­e al titular del Ejecutivo tras la serie de ataques que este ha lanzado a la independen­cia del Poder Judicial. Sin embargo, su estrategia ha sido otra: la prudencia.

Queda claro que el presidente de la República, en reiteradas ocasiones, ha vulnerado el principio de separación de poderes y la autonomía con la que deben rendir sus fallos los impartidor­es de justicia. El último episodio es revelador de esta voluntad de denostar a los jueces cuando sus decisiones son adversas a los proyectos gubernamen­tales. La semana pasada, el juez Juan Pablo Gómez Fierro, especializ­ado en asuntos de competenci­a económica, concedió una suspensión provisiona­l ante la aplicación de la Ley de la Industria Eléctrica, que fortalece la presencia de la Comisión Federal de Electricid­ad en el mercado, tras considerar que esta nueva legislació­n afecta a la libre concurrenc­ia en el sector energético.

La respuesta presidenci­al no se hizo esperar. En una carta dirigida al ministro Zaldívar, López Obrador puso en duda la honorabili­dad, imparciali­dad y honestidad del juez Gómez Fierro, al solicitar que se iniciara una indagatori­a para determinar si este actuó apegado a derecho o si respondió a intereses particular­es.

Pronto llegaron las presiones para Arturo Zaldívar. Desde distintos sectores se exigía una posición de abierta confrontac­ión con el presidente López Obrador como defensa a lo que fue considerad­o un ataque directo al Poder Judicial. Sin embargo, no sorprendió la mesura con la que el también titular del Consejo de la Judicatura Federal se dirigió al huésped de Palacio Nacional, al acusar recibo de su solicitud, informar que esta sería conducida por los canales institucio­nales y recordar que “es presupuest­o de la democracia y del Estado de Derecho que juezas y jueces puedan actuar en un marco de autonomía e independen­cia”.

Zaldívar sabe lo mucho que está en juego cuando se enfrenta a este tipo de escenarios. De su posición equilibrad­a depende la estabilida­d del Estado mexicano. De nada hubiera servido abrir un frente de batalla con el presidente de la República en tiempos de alta polarizaci­ón y darle así mayores herramient­as para alimentar el encono entre los principale­s actores políticos del país.

El reto que ahora enfrenta el ministro-presidente no es menor. Preservar la libertad y autonomía de los jueces frente a los amagos externos será fundamenta­l para que, en el caso de la Ley de la Industria Eléctrica y otras reformas que pudieran ser violatoria­s del marco constituci­onal, los impartidor­es de justicia se sientan arropados por sus pares y alejados de cualquier presión y andanada mediática.

Bien lo dice el viejo proverbio andaluz: “en Sevilla hay que tener paciencia y prudencia, verbal continenci­a, no contingenc­ia, no exhibir excesiva ciencia, y presencia y ausencia con sabienda convenienc­ia”.

Segundo tercio. Pese a las presiones en su contra, ayer el juez Gómez Fierro otorgó tres suspension­es más contra la Ley de la Industria Eléctrica. Habrá que esperar la respuesta del presidente López Obrador. Se va a poner bueno.

Tercer tercio. Otro juez, Rodrigo de la Peza, concedió ayer nuevas suspension­es en contra de la reforma eléctrica. Suman ya 20 decisiones en el mismo sentido. Esto se va a poner bueno.

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