David Livingstone
El 19 de marzo de 1813, en el hogar de una familia pobre, en la ciudad de Blantyre, Escocia, vino al mundo David
Livingstone. Al mismo tiempo que trabajaba en una fábrica textil, ingresó a la Escuela de Medicina de la Universidad de Glasgow. Aún así se daba tiempo para estudiar teología, disciplina que lo llevó a ofrecer sus servicios a la Sociedad Misionera de Londres. En 1840, cuando egresó de Medicina, y se ordenó sacerdote protestante, partió como misionero médico a África del Sur. En 1841 llegó a Kuruman, en la actual Botsuana, situada a mil kilómetros del Cabo de Buena Esperanza, colonia fundada por el misionero escocés Robert Moffat.
Cuatro años más tarde contrae matrimonio con Mary Moffat. Juntos inician viajes de exploración por territorios nunca pisados por europeos. En los años siguientes cruza el desierto de Kalahary y descubre el río Zambeze. “Durante siete años – escribe Carl Grimberg– llevó la penosa vida del humilde y abnegado misionero, predicó, convirtió a muchos aborígenes y puso sus conocimientos médicos al servicio de las poblaciones indígenas”. Livingstone, que llevaba un mensaje de paz y esperanza a los nativos, se impactó con la horrorosa trata de negros practicada por algunos europeos. Los nativos eran perseguidos como animales hasta ser capturados para su venta. Muere en 1875 en un poblado negro. Jamás quiso regresar.