Viviendo de noche
Muchos de los que somos etiquetados como generación x, recordaremos sin duda aquella melodía ochentera del dueto español Veni Vidi Vici, intitulada “Viviendo de noche”. Si bien esa agrupación tuvo una efímera fama en su carrera musical; la verdad es que ese tema sigue siendo aún muy recordado por la trascendencia de su letra.
Para quienes son nativos digitales y pertenecen a las denominadas generaciones millennials y centennials, la referida canción puede no apegarse a sus gustos de ahora en cuanto al tipo de arreglo musical, pero sin duda describe con su letra un pasaje de vida por el que desafortunadamente siguen transitando los jóvenes.
Mi intención al hablar de aquella vieja canción, es porque resulta sumamente alarmante lo ocurrido este pasado fin de semana, donde siete jóvenes perecieron en cuatro diferentes y fatales accidentes automovilísticos en nuestra ciudad capital. Quienes perdieron la vida en estos hechos son todos jóvenes que oscilaban entre los 18 y los 30 años de edad, ese rango poblacional en quien descansa gran parte del presente y futuro de nuestro país, ya que de acuerdo al Inegi, tenemos 15 millones de estos jóvenes que representan casi el 40 por ciento de nuestra fuerza laboral. Pero para que esta invaluable fuerza laboral explote su potencial, es necesario primero mantenerlos con vida y seguros. Para lograrlo, por un lado están las autoridades de seguridad, quienes deberán innovar en programas preventivos más eficaces, de modo tal que en verdad puedan lograr empatizar con los jóvenes para llegar a concientizarlos, y que sean finalmente ellos mismos quienes se establezcan límites, pero no tanto por coerción o intimidación, sino más bien por convicción. Y es que mientras los jóvenes no reconozcan esos límites, difícilmente las autoridades podrán tener el éxito que esperan. Por ejemplo, de poco ha servido para evitar accidentes el restringir los horarios en los antros o centros de reunión, ya que finalmente los jóvenes terminan por llevar la fiesta a otros sitios, o lo que es aún peor, a sus automóviles. Es aquí donde la familia entra como la parte medular para atender este problema, ya que en ella se educa para la vida y en donde un buen consejo del padre o la madre, puede tener un efecto persuasivo mucho mayor que cualquier medida o estrategia gubernamental. Ya mucho se ha dicho sobre lo que debemos hacer los padres para salvaguardar la integridad de nuestros hijos, sobre todo de los jóvenes por la infinidad de peligros a que están expuestos. Decenas de conferencias se dictan sobre esto cada año, pero parece ser que esto nos entra por un oído y nos sale por otro, ya que la trivialidad y el hedonismo en que se sumerge nuestra cotidianidad, les da a los jóvenes el pretexto idóneo para exigir mayores libertades de las que son capaces de manejar. Tomemos primero conciencia como adultos para tener esa autoridad moral para concientizar a nuestros hijos… hagámoslo ahora antes de que sea demasiado tarde.
Desde aquí, desde nuestro sencillo espacio, va nuestro sincero pésame a todos esos padres y familiares que enfrentan hoy la irreparable pérdida de esos jóvenes, acaecidos en este aciago y trágico fin de semana que acaba de pasar.
CANDIDATURAS COMO MONEDA DE CAMBIO. Ante el turbulento panorama político y electoral, algo que vino a echarle más leña a la hoguera fueron las designaciones que los partidos políticos hicieron antier en sus registros ante el IEES, donde prevalecieron las influencias de los poderes fácticos y económicos. Y qué decir de las concesiones por cuotas y a cuates, en donde por lo visto, se sigue privilegiando el padrinazgo y hasta la prosapia política de los herederos del poder. Atrás quedó lo de hacer una alianza con la sociedad, lo de buscar perfiles ciudadanos y hasta lo de privilegiar y hacerle justicia a sus militantes. Con esas decisiones que dejaron muchas inconformidades, es previsible que las lealtades se erosionen y que los resentimientos cobren facturas internas, factores que contribuirán a fortalecer el voto cruzado.