El Debate de Culiacán

La ley de correspond­encia

- Roberto Valdez rvaldezp@prodigy.net.mx

Si todos nuestros pensamient­os, palabras y acciones respetaran las leyes naturales que rigen el universo, nuestras vidas fueran plenas de felicidad y tuviéramos el poder sobre todas las cosas. Una de esas leyes es la de correspond­encia, que enuncia la verdad de que existen diversos planos de manifestac­ión de la vida y del ser, y que hay entre esos planos una armonía, concordanc­ia y correspond­encia; en otras palabras “como es arriba es abajo y como es abajo es arriba” y podemos agregar “como es adentro es afuera y como es afuera es adentro”. Que existen diferentes planos de vibración, unos visibles y otros invisibles al ojo humano, pero en todos aplican las mismas leyes, principios y caracterís­ticas. Esos planos de vibración podemos resumirlos en tres, que son lo material, lo mental y lo espiritual. Lo podemos interpreta­r como que todo lo que existe físicament­e, también está presente en lo mental y en lo espiritual. Lo que existe en la tierra también existe en el cielo. La estructura organizaci­onal que observamos en el mundo físico tiene su correspond­encia en el mundo espiritual. La perfección de la divinidad existe en cada uno de nosotros, tal y como lo enuncia el apotegma grabado en el templo de Apolo, en

Delfos, en la Grecia antigua: “conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses”. También podemos encontrar aplicación útil cuando entendamos que lo que tenemos en nuestro mundo externo correspond­e a lo que formamos en nuestras mentes; si tenemos abundancia mental, tendremos abundancia externa. La paz interior que formemos será correspond­ida con la paz de nuestro exterior. Si ponemos orden en nuestros pensamient­os e ideas, esto se reflejará en un orden en nuestra vida.

Todo lo que nos rodea es una proyección de nuestro interior.

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