Votar en defensa propia
P«El ciudadano tendrá que decidirse a proteger a su familia, su patrimonio y sus intereses. También deberá preservar principios sociales y custodiar sus valores personales»
usieron a los electores contra la pared, y ahora ellos tendrán que votar para defenderse. En el proceso electoral del 2021 ya no importan los partidos, incluso, tampoco los candidatos. Orillan al ciudadano a tener que responder los ataques recibidos. Acudirán a las urnas para expresar su coraje por todo lo que han hecho en su contra. Existe un nuevo hartazgo. El Gobierno de la 4T se muestra imparable y está pisando el acelerador. Ataca a la población por todos los frentes. Quitaron programas sociales, eliminaron estímulos productivos, debilitaron instituciones públicas y ciudadanizadas, redujeron presupuesto a educación y salud, incrementaron el precio de combustibles, cerraron empresas y provocaron desempleo masivo. La economía está en crisis, la pandemia sigue incontrolable, la inseguridad pública está peor que nunca, y la pobreza continúa en aumento. Definitivamente, en esta ocasión se tendrá que votar en defensa propia. El ciudadano tendrá que decidirse a proteger a su familia, su patrimonio y sus intereses. También deberá preservar principios sociales y custodiar sus valores personales.
La 4T destruyó avances democráticos que habíamos logrado como sociedad. Violentó pactos de estado, consensos políticos
básicos y rompió los equilibrios que impulsaban el avance en lo económico y
lo social. Un gobernante
iluminado, rodeado de aventureros y piratas,
mantiene al país en el
desastre total. Se acabó la ilusión de un futuro promisorio. Eso preocupa.
Nada cualitativamente superior ha sustituido lo que ya se destruyó. La 4T perdió el respeto por el país y dejó de respetar a los ciudadanos. No tuvo capacidad para comprender los retos de la nueva sociedad que se propuso construir. No tomaron decisiones realmente validadas colectivamente. En vez de gobernar, optaron por el inmovilismo y por aplicar viejas recetas caducas. Lograron que sus mentiras parezcan verdades, y convirtieron las verdades en una simple ilusión. Pero todo ello lo presentan como parte de un nuevo régimen, cuya ruta nadie conoce ni comprende. A través de un creciente autoritarismo, crean mitos rancios que constituyen un peligro inminente para la población. La ineficacia e incompetencia empezaron a causar severos daños.
Tarde o temprano la población tendría que reaccionar ante lo que es un ataque a sus condiciones de vida y a sus derechos económicos, políticos y culturales. Todo lo que puede empeorar, sin duda, empeorará. Por eso, votar en defensa propia es una exigencia, una necesidad, una urgencia.
El daño está hecho, y el país tardará una década para recuperarse. Pero no se trata de volver a lo mismo de antes. Hay que crear una nueva nación con visión de futuro, con modernidad económica, con una política social realmente útil, y donde los ciudadanos asuman el control sobre su democracia. Basta ya del silencio de las buenas personas. Ahora será necesario acudir a votar en nuestra propia defensa.